Moondlitch. Prólogo.

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Todos decían que la luna era buena, llena de energía y vitalidad, que ella guiaba a todos a lo largo de sus vidas.
Había crecido amándola ciegamente, enamorada de ella, viéndola distante, fría y hermosa, pero ella me había fallado.

Moondlitch era una ciudad que veneraba a la luna, en todo estaba ella e incluso en sus tradiciones, por más nefastas que fueran.
Cada 19 años eran elegidas las jóvenes más hermosas del pueblo, invitadas al gran baile en el Castillo Moondlitch, el príncipe heredero debía elegir a su esposa siendo las 18 restantes ejecutadas el mismo día.

Decían que la luna era buena, pero, aquel día en que me eligió me di cuenta que ella me dio la espalda, me había traicionado. Aquellas cosas que mas amamos son las que nos destruyen.

Desee con tantas fuerzas encontrar una solución durante toda mi vida, pero esta nunca llegó, tal vez al fin de cuentas el destino era imposible de cambiar, como un juego de azar del que no puedes escapar.

Observo el inmenso castillo Moondlitch a lo lejos, imponente y espectral, reluciendo en la profunda oscuridad, no estaba dispuesta a ser parte de nada de eso.
Y ahora, arrastrando los pies descalzos hacia mi destino siento el peso de cada recuerdo amenazando con aplastarme, el como había intentado deshacerme de lo que parecía la decisión final de la luna con respecto a la dirección de toda mi vida.

En Moondlitch ser considerada hermosa era el peor de los augurios, el 19 era el número del mal y la luna en ocasiones nuestra peor enemiga. Ahora lo sabía.

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