4. Baile de luces y sombras.

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Observo el lugar completamente anonadada, el salón entero se encuentra brillando como una reluciente moneda de plata.
Los candelabros gigantes cuelgan del techo y en el centro mismo de la pista hay una fuente blanca como la nieve, tallada con intrincados diseños de lo que parecen ser constelaciones, el agua de ésta brilla con destellos plata, mientras que por encima se encuentra una enorme cúpula de cristal por la cual se vierte la delicada luz de la luna bañando a la fuente con su resplandor.

La fiesta es un mar de colores, música y personas charlando, hay vestidos de todos los colores, amarillo, rosa y azul, además de caballeros con elegantes sombreros y barbas recién afeitadas.
Varias miradas se posan en mi al entrar, pero, muchas más continúan charlando amenamente por encima del barullo de la sinfonía. En algún lugar entre tanta gente se encuentran los músicos ejecutando sus instrumentos.

- El lugar no ha cambiado nada - comenta mi madre colocándose a lado mío y viendo todo.

La observo de reojo y veo que Octavia ha desaparecido, ya no se la ve por ningún lugar, en un abrir y cerrar de ojos solo quedamos mi madre y yo en un mar de rostros.

- De seguro te trae muchos recuerdos - murmuro.

Parece suspirar mientras su mirada se pierde en la luz que ilumina la fuente, parece distante, demasiado lejana a este mundo, probablemente perdiéndose en el país de sus recuerdos en donde todo era distinto.

- De hecho si - reconoce con un tono de voz amargo, el mismo que había logrado imitar durante todos estos años - aunque no sé si buenos o malos.

- Tal vez frustrantes - me atrevo a decir.

- ¿Por qué lo dices? - pregunta observándome.

- No pudiste cumplir tu sueño de ser una de las elegidas, formar parte de una de las 19 - explico mientras busco algún atisbo de Mina por algún lugar, no la había visto en todo el día.

- Fue por una buena razón, el fin lo justifica.

- ¿Y cuál fue la tuya? - pregunto incapaz de ocultar la curiosidad que siento por saber su respuesta.

- Estaba enamorada, sentía las mariposas que solo el amor puede darte - comenta con una sonrisa triste dibujada en el rostro - Igor lo era todo para mi, sentía que no necesitaba más, pero me equivoqué, uno siempre necesita más, debes saberlo. El amor no es suficiente Cecily.

En ocasiones así sus ojos gélidos y distantes lograban calarme hasta los huesos, dejarme completamente confundida y sin saber que responder, casi atontada.
Busco en su mirada algún atisbo de sentimiento y lo único que logro ver es un lienzo en blanco, una caja fuerte perfectamente sellada que yo no lograría abrir ni aunque quisiera.
Los sentimientos y el corazón de mi madre seguirían siendo un misterio, sus razones y sus decisiones, y eso era doloroso, como un millón de puñaladas.

- ¡Cecily!

Una conocida voz melodiosa se oye de repente a unos metros de mi, giro rápida para observar a la persona que había estado buscando, como siempre ella me había encontrado primero.

Mina Welter camina hacia mi con un sencillo vestido amarillo y listones de color plata colgando de el, su cabello color fuego peinado en un moño alto que deja a la vista su largo cuello donde descansa el brillante diamante rosa de la familia Welter.
Observo sus ojos donde no hay ni un atisbo de que ha estado llorando hasta quedarse sin lágrimas, aunque yo sepa que es así. Sus ojos café se ven tristes aunque haya una sonrisa adornando su rostro, tal vez nadie más lo notaría en una habitación llena de personas, excepto yo.

Se mueve con la gracia de un cisne entre la gente y cuando me tiene de frente su sonrisa se borra al instante. De seguro me veo peor de lo que pensé.

- ¡¿Pero qué te ha pasado?! - pregunta tapándose la boca con ambas manos, me observa con los ojos desorbitados.

MoondlitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora