No recordaba un instante de mi vida en la que la vergüenza me hubiera petrificado de tal manera.
Por supuesto era la primera vez que veía desnuda a una mujer y no hubiera imaginado ni en mil años que esta me correría de la habitación.Claro esta que no me cabía duda de que Cecily en absoluto no me invitaría a su cama, pero, tampoco hubiera pensado la manera feroz en la que me echaría de su habitación. La entendía completamente, había violado por completo su privacidad y la vergüenza de hoy en más sería mi compañera cada vez que la viera a los ojos.
Sus hermosos ojos verdes combinaban a la perfección con su cabello azabache y su piel de porcelana, toda ella parecía haber sido tallada en la santa piedra lunar, blanca como la nieve. Había perdido algo de peso, pero eso no restaba su belleza.
Sin lugar a dudas un hermoso espécimen del género femenino, con atributos de otro mundo, pero, con un odio feroz hacia mi y cada vez más justificado.
Habían pasado dos semanas y media desde la noche en que la luna misteriosamente había elegido a Cecily, aún no había explicación alguna sobre lo que había ocurrido, menos aún una idea sobre ello. Los dias habían pasado lentos y tortuosos, en angustia constante. Ella se había negado a comer bocado alguno, todo lo que Octavia llevaba regresaba de la misma forma, mi nana terminaba retirando la comida nuevamente al día siguiente.
Cecily había parecido perder toda esperanza. Derrotada, durmiendo en su cama, acurrucada bajo las sábanas en su vestido rojo hecho jirones.
No fue sino por la amabilidad y dulzura características de Tavia que ella de alguna forma había recuperado esas ganas de levantarse y ahora finalmente de comer.
No dudaba ni por un segundo de la capacidad de Octavia, la más dulce de las mujeres incluso más que mi propia madre. Sabía que el amor que me dio a mi, se lo daría a quien necesitara y más aún a alguien como Cecily, joven y vulnerable.
Me hubiera encantado ir a verla, pero, en caso de que despertara y me viera ahí no habría hecho más que incomodarla con mi presencia y no era un secreto que yo no era en este momento su persona favorita. Me había quedado varías noches y los días pasando frente a su puerta o su balcón. Había pensado la manera de mantener mínimamente nuestra relación agradable y gentil, pero, la idea seguía sin llegar a mi, no había manera, no había forma, al menos no en mi mente. Y por supuesto luego de lo que acababa de pasar, las posibilidades se habían reducido hasta quedar en cero.
Por andar perdido en mis pensamientos, había llegado de alguna forma hasta Octavia, que se encontraba organizando lo que parecía ser la hora del té pero con mucha más comida, pero, en realidad era el desayuno de Cecily al parecer.
Esta al verme me saluda con una gran sonrisa que cambia drásticamente al ver la mueca de vergüenza que le dedico.
- ¿Ha pasado algo Domi? - pregunta con tono de voz preocupado.
- Digamos que quedaré vetado de la habitación de Cecily por siempre - comento observando todas las delicias qué hay en la pequeña mesa.
Una tormenta se avecinaba y el pequeño techo lleno de enredaderas por encima de nosotros no lograría cubrir lo suficiente a nadie de las gotas de lluvia.
- ¿Por qué dices eso Domi?
- ¿Puedo? - pregunto observando los pastelitos de calabaza, me moría por comer uno de ellos.
- Adelante querido - autoriza de forma cariñosa.
- Pues - doy un bocado al delicioso pastel de calabaza analizando lo que acababa de pasar con Cecily - digamos que la próxima vez deberás decirme antes de que yo esté en su habitación que ella bajará a desayunar.
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Moondlitch
FantasyEL BRILLO DE LA LUNA RESPLANDECE SOBRE SU ELEGIDA. El suelo Moondlitch está construido sobre manantiales de agua y brillo lunar, nunca nadie ha descubierto la verdad a excepción de historias de magia y fantasía que circulan por el pueblo, nadie hast...