15. Un pacto.

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Observo a Dominick con algo de temor, aunque eso no tuviera sentido. Él había llegado a rescatarme de aquel hombre de cabello dorado que amenazaba con rebanarme el cuello.

Busco las palabras adecuadas para decir pero mi cerebro no parece idear nada inteligente, realmente nada de esto hubiera pasado, si la decisión que tomaba era otra, aunque, si hubiera sido así no sabría lo que ahora sé, se habían llevado a mamá.
Recordar eso logra hacer que mis vellos se ericen por completo.

- Vamos de vuelta al castillo Cecily - exclama con un tono de voz amable.

Debería estar ardiendo en enojo por lo que había hecho, pero en realidad, su semblante se mantenía sereno y sus ojos ahora de un azul profundo completamente tranquilos.

- ¿Podrías acercarte más a mi? - pregunta.

Aquello me toma por sorpresa, sin embargo no busco protestar, doy un paso hacia él casi sintiendo el calor de su cuerpo húmedo a través de la tela.

- Con permiso - se disculpa para acercarse aún más y tomar mi cintura con ambas manos - cierra tus ojos - vuelve a decir con el mismo tono de voz amable.

Observo sus ojos brillando en un azul intenso y muy a mi pesar me permito confiar en él, después de todo me había salvado la vida, ¿acaso no era digno de confianza alguien que pudo evitar que me rebanaran el cuello?

No digo nada y procedo a realizar lo que me pide. Siento como sus manos afianzan el agarre con algo más de fuerza pero sin dejar de ser suaves.
Logro sentir como me acerca aún más a su pecho y en un momento todo lo que conozco a mi alrededor comienza a dar vueltas a excepción de su agarre.

Olvidando la timidez por un momento abrazo su cuerpo buscando algo de protección para lo que sea que estaba sucediendo. Podía oír un rugir como de agua a mi alrededor pero no abro mis ojos, como diría la curiosidad mató al gato y ya había tenido suficiente por esta noche.

Durante lo que parecen segundos interminables no siento el suelo bajo mis pies, sino el mundo girando, podia sentir su respiración acompasada y el latir de su corazón pegado al mío. Trato de canalizar todos mis nervios en el extraño viaje que parecíamos estar realizando y cuando por fin parece que voy consiguiéndolo mis pies entran en contacto con el frío piso.

- Ya puedes abrirlos - susurra cerca de mi oreja logrando un suave cosquilleo.

Al abrirlos lo primero que observo son sus ojos azules volviendo a la normalidad y tras él reluciendo la fuente de los Moondlitch como de costumbre en medio mismo del salón del castillo, donde siempre ha estado. Habíamos vuelto.

Por supuesto las preguntas habían comenzado a fluir antes de lo esperado.

- Pero, ¿como?

- Creo que es hora de que hablemos - comenta dando un paso al costado y soltando mi cintura.

Siento el frío calar mis huesos repentinamente al quedarme sin el calor de su cuerpo.

Guardo silencio y asiento, en realidad ¿qué podría decir? No estaba en posición de protestar ni aunque quisiera, estaba en deuda con él y aunque me costara admitirlo de hoy en más le debía mi vida.

- Vamos - ordena con la misma voz amable de siempre.

Dominick comienza a caminar frente a mi con dirección a uno de los pasillos, en silencio decido seguir sus pasos.
Un millar de cuadros Moondlitch nos saludan mientras vamos caminando y mi mente que normalmente recordaba todo con claridad parecía más nerviosa de lo normal.

Él en cambio se movía grácil como siempre, sin nada que indicara nervios en realidad. Luego de pasar por lo que parecen un centenar de puertas, el recorrido finaliza frente a una gran puerta de mármol con sin ningún ornamento en especial a excepción de una antorcha con fuego azul brillando a lado de esta.

MoondlitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora