9. Génesis.

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Oía el barullo de las voces resonando por los pasillos, la puerta de mi habitación que se encontraba entreabierta permitía que escuche unas escandalosas risas provenientes de algún lugar del castillo.

Octavia aun no había venido a verme el día de hoy, lo cual resultaba extraño, sin embargo, de alguna forma las palabras junto con el tiempo que me había dedicado poco a poco me habían ido fortaleciendo.

No me animaba a preguntarle cuantos días habían pasado desde la fiesta, en realidad, lo que menos deseaba saber era eso.
Las imágenes del rostro de Mina aún me asaltaban frecuentemente, pero, trataba de pensar en que se encontraba en paz, rodeada de árboles y en compañía de las demás chicas.
Su falta aún lograba dejarme sin aire.

El príncipe no había aparecido luego de la fiesta, por supuesto no era algo que me extrañara, en realidad, no hubiera esperado nada más.
Días después de la charla que había marcado un antes y después con Octavia, me había animado a levantarme y probar la manzana que me había dejado al lado de la cama. No había encendido las velas para iluminar la habitación, pero, hoy me había decidido a hacerlo.

Casi había salido, había logrado abrir la puerta sin embargo al oír el barullo que se oía a lo lejos no me había animado. Di unos pasos y me senté en la cama tocando la suave tela de las sábanas que parecían ser de seda.

Busco a tientas las velas que por alguna extraña razón no se encuentran, aunque no puedo decir que estuvieran como tal, nunca había visto esta habitación con las luces prendidas.

La frustración por no encontrarlas comienza a surgir cuando de repente la habitación se ilumina con un rayo de luz.
Parpadeo tratando de adaptar mis ojos a la luz cegadora.

Una vez que lo consigo levanto la vista para tratar de observar la fuente de aquella luminosidad que abarca la habitación.

Hay tres enormes lámparas con formas de Moonflowers colgando del techo, del centro de estas brilla reluciente la luz que ilumina la habitación, son hermosas y nunca antes vista, algo fuera de lo normal, el resto del techo en cambio está repleta de estrellas parpadeantes contra el azul intenso de fondo.

Era como un cuento de hadas, sumamente exquisito y cautivador. Podría tirarme y ver el techo durante horas sin siquiera cansarme, pero, ¿como funcionaban?

- Ya veo que las luces se han encendido para ti - comenta una voz alegre.

Me sobresalto por un instante y giro para observar los ojos curiosos de Octavia observándome con felicidad. Ni siquiera había escuchado en qué momento se había asomado por la puerta.

- No sabes la alegría que siento al verte con más ánimo.

- Me siento algo mareada la verdad - murmuro sonriendo como puedo, ver las luces me había dejado algo atontada.

- No es para menos, ¿tienes hambre querida? - pregunta con su voz tan preocupada y maternal.

- Pues no mucha, per...

- Shh Shh nada de eso - rechista con los dientes, la felicidad emana por cada uno de sus poros y se siente en el ambiente.

El cuarto por supuesto aún se encontraba con un cierto ambiente pesado, como a depresión y el hedor al vestido de la fiesta, sin embargo a Octavia no parecía importarle, ya que la sonrisa que me dedicaba era más grande que todo.

- ¿Quieres unas galletas? ¿Panqueques? ¿Pan y mermelada? - pregunta rápidamente - ¿Sabes que? No importa, te prepararé un poco de todo querida.

Y sin darme tiempo a contestar siquiera desaparece por la puerta de mi habitación.

MoondlitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora