No se pudo conseguir alguna confesión del médico incluso cuando el propio emperador lo confrontó para que le dijera la verdad. La prisión del castillo fue la escogida para que aquel viejo anciano fuera encerrado incluso si su esposa fue a los pies de este suplicando el perdón.
-Cuando tu marido devuelva lo que se ha llevado.
Dijo con un tono que a simple vista parecía un acto de benevolencia pero solo era para evitar matarla pues si así lo hacía las primas de esta le reclamarían y el caos de su harem sería peor. Su cabeza ya dolía, su propiedad aún era nueva, aún no era sólida aún las garras podrían salir de aquellas que alegaban amarlo y atesorarlo pero solo buscaban siempre algo. Si se desvíaba y ni mostraba "benevolencia" o "trato de hierro", su cabeza aún se sentía pesar al sentir como sus propia mente continuaba plagada de estas ideas. Su razonamiento se iba corrompiendo de poco a poco, los hilos que formaban su paciencia eran cada vez menos resistentes cuando fue a ver a su primera esposa.
Cuando llegó a su patio encontró a los sirvientes asustados, estos pronto se arrojaron a sus pies buscando ayuda y arrepentidos por ser malos en su trabajo mientras todas las quejas podrían resumirse en:
"Perdón, pero lady Ning ha enloquecido y no hemos podido hacer nada"
Pensar en esta situación molesta hizo que pateará a aquellos que no se quitaron mientras iba hacia aquella puerta de adornos dorados que formaban bambús en ambas puertas que custodiaban, junto a varios sellos de protección, la morada de quien llamaba aún primer amor. Esta era la más elegante de todas, la única en la que dejo que adornos que hacían referencia a aquella horrible cumbre estuvieran en su presencia ya que ella misma se había recuperado de su misteriosa aflicción sucedida luego que tomó venganza contra aquella escoria.
Deslizó su mano para tocar los adornos de su arma antes dar suaves toques a la madera.
Toc toc
Pero estos resonaron huecos haciendo que sus cejas se inclinaran en signo de molestia, ella nunca dejaría en silencio su presencia. Conocía a su esposa, era una torpe y muchas veces tonta dama infantil, no dejaría sin abrir la puerta sabiendo que él podría ser quien la tocará.
Esto estaba mal, esto no era normal. Esto se debía acabar justo ahora.
Sin siquiera importar si manchaba o dañaba los adornos patéo la puerta haciendo que el cerrojo de esta se partiera en dos y la madera chocará de forma violenta contra las paredes que aún las soportaban. Caminó buscando con su mirada hacia donde debía estar ella pero no la encontró en cambio el olor a oxidó inundo sus instintos y fue rápido por donde el olor venía.
A penas salió al patio encontró a la chica vestida aún con una túnica ligera verdosa, aquella que vestía desde hace una semana desde que murió el hijo de ambos. Estaba en cuclillas mientras sus muñecas abiertas formaban un diagrama con su propia sangre, en medio de este complejo círculo una colcha envuelta como si de un bebé se tratará se encontraba al igual que sus propias ropas manchadas de sangre.
Se acercó mientras hacía más presente su presencia.
- El niño esta muerto Yingying , destruido tanto su cuerpo como su alma - le dijo queriendo destruir sus esperanzas mientras daba señales a sus sirvientes de buscar a un médico- este marido está castigando a los culpables, por favor deja que este lord se encargue.
Cruzó las temblorosas líneas de aquel maldito dibujo y cuando se agachó a abrazarla tuvo que detener una mano con una cuchilla que rozó a penas su mejilla. La apretó fuerte viendo a su desobediente mujer con los ojos llenos de lágrimas mientras negaba y su voz se rompía.
- No es cierto... lo que dices no es cierto... A-Yi está vivo... se lo llevó ese demonio llamado sistema.. pero esposo no me quiere creer... no lo hace, todos dicen que estoy loca p3ro no es cierto.. Yo lo vi
Se movía descontrolada, histérica, ella ya no vestía sus elegantes túnicas que él le había regalado ni tampoco sus adornos ni su maquillaje ni siquiera un peinado. La imagen de aquella escoria se superpuso con la de su esposa haciendolo hervir en ira.
-NingYingying, ¿acaso estas diciendo a tu lord mentiroso? ¿Estas subestimando a tu marido?
Ella lo estaba subestimando, viendole como alguien quien es tan tonto como para que le creyerá. Quién era ella para decirle eso, ella era su esposa y él su marido. Cuando ella giró viendole con la mente ida y lentamente pronunciando:
- Ni lord Luo me cree, eres igual que los demás.
No pudo evitarlo y la abofeteo haciendo que caiga al suelo mientras aquella espada de su cintura hacía brillar sus ojos con odio hacia la fémina que se sujeto la mejilla mientras unos pequeños demonios que se habían acercado la ayudaban a pararse.
¿Él igual que los demás? ¡Qué tontería!
Él era el emperador, conquistó no solo con su apariencia sino también con su inteligencia a nobles y eruditos. Ella no tenía el derecho a decir aquello cuando era una simple loca.
-Llevenla al Palacio Frío- dijo sin ver a su ex esposa- lleven sus cosas, será desterrada hasta que recuperé su cordura.
-Pero... mi señor
-Acaso también estás contradiciendo la palabra de tu soberano -gruño sacando de su cintura a su oscura espada- he dicho que la lleven incluso si es arrastrando llevenla al Palacio Frío.
Su mano picaba ante la imagen de la doncella, no esta ya no era su esposa. La locura había salido de los pabellones oscuros de la prisión del agua, su vil maestro estaba influenciando incluso encerrado lejos a su mujer. Esa escoria aún quería manipular a todos y ponerlos en su contra.
La paranoia empezó a corromperlo. Esa fue la primera vez que golpeó a una de sus esposas sin razón y peor aún esta era alguien quien desde su juventud convivieron juntos. Le había prometido que cuando se casarán le daría un tratamiento como la niña infantil y tonta que era. Pero él no estaba haciendo algo que era incorrecto, ella iba a ser una mala influencia para sus demás mujeres así que era correcto despojarle de su título y encerrarla en aquel lugar.
Ning Yingying fue la primera esposa pero fue rebajada a un tratamiento de un prisionero pero esta estaba recluida en un bello salón vigilada por sirvientas leales al emperador que nunca la dejaban sola y controlaban cada minúscula acción. Con ella fuera de su puesto puso a Liu Mingnyang en este lugar incluso si parecía que iba a objetar ya que solo acepto casarse con el emperador para tener su venganza, aún así bajo la cabeza aceptando el puesto pues al igual que todos en el palacio se dieron cuenta que desde aquella pelea entre la ex primera esposa y su lord algo había cambiado en este, algo malo.
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En un río helado una luz brillante envolvío por segundos una barca helada cambiando al bebé de piel azul y silencio sepulcral por uno más vivo que empezó a llorar fuerte cuando sintió aquel frío ambiente.Aquel brilló alertó a unos pescadores que extrañados se acercaron viendo a aquel niño abandonado en aquel barco de madera. No podían dejarlo sabiendo que el río Luo era uno helado que podría matar a un niño recién nacido. Así que con cuidado lo sacaron del barco y empezaron su camino de vuelta al muelle, allí verían que hacer con este infante.