Una pasión pérdida (Parte 1)

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Para alguien, quién ya poseía todo, cada instante se volvía más vacio. Cuánto más se incrementaba aquella sensación, aquella espada negra se extendería, como una plaga en el corazón endurecido de aquel emperador poderoso, pero débil al mismo tiempo.

El sexo ya era algo que le aburría. Sus esposas, sus trofeos, todo por lo que le glorificaban incluso si su comportamiento solo se podía comparar con el de un niño que codicia todo pero se aburre rápido, se convirtieron en un dolor de cabeza. Cada día las grandezas, por las que se sentía satisfecho, se volvían grandes extensiones de basura, que solo se acumulaba en su castillo.

Aquel agujero que creció desde que era solo un niño seguía presente incluso con todos sus años de vida y experiencias vividas. Era una sensación que lo hacía sentir pesado, y ya nada lo alejaba de aquello que experimentaba. Pensó que, vengarse de aquella escoria, ahora solo un pútrido cadáver, lograría calmarlo "como siempre", pero ni si quiera había rastros de aquel malvado, pero hermoso inmortal que atormentó la poca inocencia de su pasado. Sin nada que pudiera calmar sus deseos desconocidos, ni que lo logrará entretener, su ira se desató en un ataque contra los únicos seres que aún se atrevían a soportar aquellos berrinches. Sin embargo nadie de aquellos demonios estaban allí por sus deseos puros sino por la identidad de aquel híbrido de negras túnicas, y por el hecho que no podían hacerle frente a él sin perder la vida o ser considerados juguetes para la entidad más poderosa de todo el mundo.

En medio de cientos de cabezas de monstruos que en el pasado se contaban como inmortales, colgaban como simples adornos sobre el trono del rey mientras este hacía únicamente con su presencia ahogar a sus súbditos que, algunos, solo rogaban que aquel se calmará. Intentar detenerlo era imposible, si no terminarían como trofeos que el emperador botaba hacia sus hijos para que se entretuvieran. Ya no importaba si aquel nació de un humano y un demonio, los habitantes del mundo nada más sabían que aquel era alguien más vil y demoníaco que cualquier demonio en la historia pudo serlo.

Si el reino entero sabía sobre el terror de persona que era Luo Binghe ¿Por qué aquella anciana súcubo dijo, frente a la audiencia de su señor, que él no era el más poderoso del imperio?

Era tan ridículo que se le exigió una explicación, pero ella no deseaba otorgarla sabiendo que cualquier palabra que dijera la conduciría a su muerte. Así que, con un mísero gesto de su mano, todos en la corte estaban experimentando una presión increíble en sus cuerpos, pero en especial aquellos que conformaban el séquito de aquel demonio que no solo se especializaba en el deseo sexual, sino en predecir incluso el preguntar sobre cuestionamientos tan complejos de resolver. Nadie se atrevía a ver a la fuente de aquella aplastante energía, ya que si lo hacían se convertirían en los primeros que sufrirían como aquellos que aún eran residuos frescos en las paredes.

Ni demostrando su lealtad la demonio sexual logró ser perdonada. Pasó solo un instante para que un charco se formara bajo los pies mientras, aquel cuerpo semidesnudo colgada a unos centímetros del suelo gracias a la fuerza con la que el emperador la suejataba del cuello.

-Dama Meiyin ¿puede repetir su adivinación? Creo que todos quisiéramos oír sus sabias palabras nuevamente.

No había ningún indicio de posible piedad en la voz del soberano mientras aquel decía su sugerencia. La tensión solo fue incrementándose hasta el punto de los acompañantes de aquella bella anciana se levantaron para estar de rodillas suplicando la liberación de su maestra. Aquella alumna que estaba más cerca y que incluso se atrevió a alcanzar parte de la túnica del señor terminó con su cabeza en mil pedazos producto de la sobrecarga de aquella pesada energía. Los gritos no se hicieron esperar ante la gran salpicada de sangre, haciendo temblar a aquella que aún seguía sin poder bajar al suelo.

-Debería saber que mentir a su soberano es merecedor de un castigo tan grande como el de un traidor

El miedo recorrió los rostros de aquellos súbditos que dejaron de hacer ruido, incluso de moverse, ellos entendían lo que aquello significaba. No había más castigo que la tortura lenta que sería la muerte de su maestra, nadie podía soportarlo y los rumores llegaban hasta el punto de que las súplicas para terminar todo no esperaban a oírse. Ni usando su codiciado encanto femenino podría escapar si aquel decidía que ella era una traidora, incluso una escoria para pasar el momento, así que con la agonía de cada palabra repitió cada una de las palabras que anteriormente mencionó para alterar al soberano.

-Solo... digo lo que he visto...- otro cuerpo cayó muerto mientras la voz de la adivina dudaba- El emperador es fuerte, eso dice... - los sonidos de los huesos al romperse crujieron en sus oídos como si fueran los de ella y no de los de una de sus discípulas más joven- dice... El señor es el ser más fuerte...

-Entonces ¿Mentiste antes o no?- la última sobreviviente era utilizado como un juguete cerca de la dama rodeada por los cadáveres de aquellas acompañantes que la seguían mientras el brillo de los ojos de aquel que las mando a matar era más aterrador.

-No, no es mentira... Por favor mi señor... Es lo que dice... dice que hay dos seres más poderosos que usted...

La apariencia de la anciana decayó, su belleza fue opacada cuando la última voz de aquellos que la acompañaron fue callada a la fuerza. Lo que había comenzado como una pequeña celebración para demostrar la alianza que su especie tenía con el emperador se había esfumado, la buena alianza que tenían estaba pendiendo de un hilo. Aquel con una sola palabra podía hacer que ella fuera la única de su raza con vida, después de todo aquel ni siquiera había perdonado a los niños aprendices de la extinta secta Cang Qiong. Su crueldad se extendía tanto sin importar si entre sus filas tenían alguien quien interfiriera por los sobrevivientes como en el caso anterior, lo había demostrado su primera esposa.

La sala se volvió un sepulcral silencio mientras la anciana fue arrojada hacia los guardias para que la encerrarán en una de las celdas vacías debajo del lugar. Mientras eso sucedía y con rápidez se quedaba solo, aquel híbrido se agachó para recoger del suelo la flor con la que se había hecho la adivinación. La sonrisa en su rostro, tan fuera de lugar, apareció cuando aquella planta fue aplastada en su mano.

Para el emperador Luo tener que ser humillado de esa forma era lo peor, sin embargo también era una inmensa alegría. Si había alguien más poderoso que él significaba que podría saciar todos sus deseos destruyéndolos para proclamarse una vez más en la gloria que tanto lo alegraba. El destino que aquellas palabras mencionaron podría por sus manos ser reformulado.  Colgaría a aquellos que se proclamaban poderosos, los haría arrastrarse suplicando por su misericordia y se divertiría oyendo sus pedidos de misericordia mientras le enseñaba la única verdad que debía existir.

Su corazón latía ansioso o tal vez solo fue Xin Mo quien esperaba con emoción por enfrentarse y probar la sangre de alguien digno de rivalizar a su amo. Se sentía como en antaño, donde destruir le traía la alegría que hace tanto no había experimentado. Agarro su espada y se dirigió lentamente hacia la prisión de agua.

Tenía un interrogatorio que hacer.

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