Los mismos pastos verdes, las mismas sombras del bambú, todo fue lo mismo cuando la grieta causada por la espada le permitió regresar a ese mundo.
Todo era igual pero el bosque de bambú se hallaba silencioso. Cuánto tiempo había pasado en este mundo, no lo sabía pero tampoco lo dejaría pasar.
Caminó por el sendero de bambú buscando aquella casa que le atormentaba en sus sueños. La destrozaría, y arrancaría al causante de esta abrumadora obsesión, lo destruiría hasta el punto de ya no sentirlo. Se vengaría de ese yo tan torpe haciendole ver tal espectáculo.
Entonces abrió la puerta sonriendo cuando encontró a ese maestro acariciando la cabeza de un niño pequeño. Aquel mayor paro de hacer eso y escondió al menor detrás suyo.
"Interesante.. pero me sirve"
Siempre acertaba, pero esta vez por alguna razón no lo hizo. Pero tampoco era tan malo, él sentía que era el mismo mundo sino ¿por qué este Shen Qingqiu protegería una versión de él?
Aún podían sus planes realizarse, incluso sería muy divertido. Alguien pequeño sufriría peor su castigo cuando había solo confianza sin malentendidos en la escena.
-Shizun.. ¿No saludarás a tu díscipulo?
Dijo calmado solo mirando al hombre de verdes túnicas reaccionar ante eso recordandole aquella información profética que esa versión de su maestro lo era. Aún así odiaba que esa versión no fuera la que él consiguió en su niñez.
Envidiaba a ese tonto niño. Y aquel que le hacía sentir eso solo merecía con más ganas un castigo.
