¡Hola! Muy feliz de traer otro capitulo y de poder leer sus comentarios. Espero lo disfruten y me dejen saber sus opiniones. Besos.
Llevaba más de veinte minutos corriendo sin rumbo, entre los árboles y la tierra que parecía estar mojada. Recordaba que aquella noche hubo lluvia, o al menos eso había mencionado Beth durante el desayuno de aquel día.
Algo en mi se sentía aliviada, a pesar del lo pesado que era mi empapado vestido, de no escuchar o ver rastro de mis amigos y Willas buscándome, sabia no podían alcanzarme ahora. Pero por otro lado estaba angustiada al no saber qué sería de mi ahora; el Sol estaba por ponerse y yo no tenía idea de donde pasar la noche <¿Que voy hacer si llueve o hace frío? ¿Habrá animales peligrosos?> Mi mente no dejaba de torturarme, seguro era solamente un efecto colateral de mis instintos de supervivencia.
Agotada y a dolorida me detuve, estaba segura de que llevaba mucho camino de ventaja ya. Porque aunque no fuera la más veloz, yo me encontraba lejos cuando Willas había notado mi desaparición. Camine con torpeza entre los árboles, sentía que estaba buscando algo, pero no sabía que era.
Por suerte no tarde en encontrarlo; y aunque para mí solo se trataba de un inmenso árbol, me sentí a salvo.
Lo rodeé, dejando que aquella voz en mi cabeza, a demás de mis instintos, me guiaran a lo seguro.
Encontré un hueco en el tronco, el cual estaba cubierto por hojas. Las palpé para asegurarme de que no hubiera alguna desagradable sorpresa; y vaya que me asombre al descubrir que bajo el follaje, había un bolso de tela roja.
Me apresure a sacarlo para examinar su contenido, sabía que no era casualidad que yo la encontrara.
En su interior habían cosas bastante familiares para mí, tal como mi espejo de mano a juego con el cepillo, el chal que había usado aquel día en el que encontré un perro herido en el bosque, todo perteneciente a mi madre, a excepción de mi diario y un extraño brazalete de plata, que tenia incrustado una hermosa piedra incolora con brillo azul. Tras examinarla decidí ponerla en mi muñeca, antes de regresar todo al bolso rojo y acomodarme en el hueco del árbol.
Debía descansar un poco si quería seguir caminando y buscar comida.
Hasta ese momento no había sido consciente de lo destrozado que estaba mi vestido; toda la parte inferior estaba sucia y rota, llena de hierbas que me fue imposible quitar sin desgarrar más la tela.
Mechones de mi cabello despeinado caían por mi rostro y decidí soltarlo, estaba perdida, acababa de escapar, mi imagen era algo que no me importaba en ese momento.
Pensativa mire el cielo por unos segundos, antes de percatarme de que había humo, proveniente de alguna chimenea o pira, la verdad no me interesaba lo que fuera, con que hubiera personas avivando aquel fuego.
Dispuesta a encontrar aquel lugar antes de que el Sol se ocultara, me levante a toda prisa, colgué de mi hombro el bolso rojo y corrí en dirección del humo.
No supe cuanto tiempo paso antes de encontrarme con lo que parecía ser una pequeña aldea. No sabía que esto existiese en este bosque. Camine entre las casas de piedra y madera, dirigiéndome al centro donde se escuchaban voces de personas, hablando entre risas. Detecte el aroma a comida e inmediatamente mi estomago gruño, tenía hambre y sed, mucha sed. Inconsciente relamí mis labios, ansiosa de llegar al lugar.
Pero antes de que pudiera alcanzar a ver algo, alguien me detuvo por detrás, posando su mano en mi hombro para hacerme voltear con cierta brusquedad. En su mano libre llevaba un hacha de cobre.
-¿Quién eres? -Pregunto con voz gruesa y seria. Asustada lo examine rápidamente, era un hombre alto y moreno, de ojos grises y cabello amarrado en una coleta.

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Bajo la Luna
Werewolf"Viste mi dolor irse en la lluvia, viste la sangre correr de mis venas y aun así no viste ningún fallo, ningún problema en mi corazón" -J. Dany Westerton espera pasar una semana tranquila en compañía de sus amigos y prometido, en las mansiones de c...