Sueños

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Resopló aliviado al estar fuera del lugar y me miro después de alejarnos lo suficiente de la casa en ruinas.

-A veces es rara... Detesto que sea la única con respuestas... -A pesar de que me hablaba parecía que se excusaba consigo mismo- Debes disculparla Dany.

-Esta bien, al menos logro aclararme algunas cosas... Ahora entiendo lo que eres y es lo que importa.

Sonriendo tomo mi mano y continuamos caminando entre los árboles. Yo me dejaba guiar ya que no recordaba el camino, juraría que ese lugar era un bosque distinto ¿Acaso no regresaríamos a casa?

-Tranquila... Solo tome un atajo. Te llevare a un lugar especial.

Fruncí el ceño ante la sorpresa, había olvidado esa extraña actitud en él.

-¿Como sabes lo que pienso?

-Es fácil, a veces puedo leer tus pensamientos... -Una sutil risa se escapo de sus labios- Los tuyos son divertidos a veces.

-Eso es violación a mi privacidad -Me defendí avergonzada.

-Solo leo lo que la gente quiere -Explico estando a mi lado, mirando el cielo- Esas cosas que no quieres decir en voz alta las puedo escuchar... Es útil para comunicarse entre lobos... Aunque es un secreto nuestro esta habilidad -Me dedico una mirada tierna.

-Tu secreto esta a salvo conmigo... -Susurre mientras me abrace a su brazo- Ahora también entiendo tu gran destreza y habilidad para subir a las ventanas -Bromee causando el riera un poco.

Sonrió deteniéndose para acercarse y tocar mi mejilla, descendiendo la caricia hasta mi cuello.

-No se que haré cuando aquel estúpido prometido tuyo regrese...

-Yo tampoco... -Admití en un susurro con cierta melancolía.

Suspiro al notar mi repentino cambio de humor y me abrazo con fuerza, logrando reconfortarme gracias a su delicioso aroma y su tranquila respiración,

-Ya pensaremos en algo... -Murmuro mostrando una sonrisa- Ahora vamos, que falta poco para llegar al lugar especial.

Asentí con una sonrisita y tome su mano mientras comenzábamos a caminar nuevamente.

Minutos mas tarde llegamos a un hermosa cascada, no era muy grande, y el agua caía por distintas rocas de distintos tamaños. Estaba algo oculta por la gran cantidad de arboles que se formaban a su alrededor, y no solo arboles, si no también hierbas y algunas flores extrañas. Mire todo con gran asombro, era hermoso. El agua era de un hermoso color azul, que combinado con el gris de las rocas y el verde de las plantas, parecía un paraíso.

-Aquí solía venir a relajarme... Y a veces a tomar una baño -Comento divertido.

Gire para mirarlo y descubrí que se estaba desnudando, sonrojada como si jamás hubiera visto la piel que ocultaba bajo la ropa, lo admire.

-¿Que haces?

-Relajarme... ¿Deseas acompañarme? -Estiro su mano, buscando que yo le diera la mía.

Sonreí divertida y comencé a sacarme los zapatos y después el delicado vestido, quedando solamente con el camisón de seda. Tome su mano y juntos nos adentramos a las frías aguas.

Sentí mis labios temblar y mi piel erizarse. Joseph rio tiernamente y me abrazo.

-¿No sientes frio? -Pregunte tiritando de frio.

-Mi sangre es caliente... así me es mas fácil acostumbrarme a estas temperaturas -Murmuro con una sonrisa en labios.

Sonreí divertida y me abrace más a su cálido cuerpo, buscando contagiarme mas de su calor. Pero me parecía casi imposible al inicio, la seda estaba pegada a mi piel como un amante, la sentía moldear mis curvas y, aunque incomodo, parecía que buscaba entrar, sobre todo en mi parte trasera.

Sentí que nos movíamos y llegamos a la parte del agua donde los rayos del sol se reflejaban.

-Aquí estarás mejor... -Me guiño un ojo y beso mi frente antes de apartarse y nadar.

Lo mire con adoración por un par de minutos, parecía un niño. Jugaba y me gritaba para que lo mirara hacer algunos trucos, los cuales parecían que solo un hombre lobo podía hacer.

Risueña nada por donde la luz se reflejaba, sintiéndome mas a gusto con la temperatura del agua y con mi propia ropa interior.

Ya llevábamos una hora en aquel paraíso, había olvidado por completo lo que era la vida sin Joseph a un lado. Me moví para acomodarme sobre su pecho, sonriendo mientras acariciaba su piel con la yema de mis dedos.

Solo había silencio entre nosotros, no era incomodo, pero estaba nerviosa. Sabia que él no dejaba de pensar en que hacer con Willas, lo veía en sus ojos, y no lo culpaba. Yo tampoco lo sabia, no creía que fuera posible dejar a Willas sin que este explotara en un ataque de ira.

Lo conocía bien, lo había visto enojarse antes, era como un demonio. No tenia limites ni cabeza cuando algo lo enfadaba.

Se inclino para besar mis labios lentamente, rodeando mi cintura con uno de sus fuertes brazos mientras acariciaba mi nuca al igual que yo la suya con una de mis manos.

-Huye conmigo... A donde nadie nos conozca... Donde podamos estar juntos -Jadeaba entre susurros, aferrándose a mi cuerpo.

Mire sus ojos, no esperaba eso. Y aunque dudaba, lo bese nuevamente, sintiendo como pasaba sus manos por mis piernas para subirme sobre él.

-Si... huyamos juntos...

Sonrió contra mis labios, sentía la alegría apoderarse de su cuerpo, tanto que en un ágil movimiento término sobre mí, subiendo las manos por mis muslos hasta mi cintura, sacando mi camisón de seda. Cuando me dejo desnuda, acaricio mis senos y beso mi cuello, delineando mis curvas con sus agiles y delicados dedos. Cada caricia me estremecía, y mas cuando se coloco entre mis piernas y me invadió, volviendo nuestros cuerpos uno.

Sentía un abrumador calor que me recorría en cada acometida que Joseph realizaba, revelaba dentro de mi una y otra vez, a un ritmo lento, al igual que nuestros besos los cuales se mezclaban con cada gemido y jadeo emitido por ambos.

Con un gran gemido, sentí como él llegaba a la cumbre del placer, desbordando su cálido líquido dentro de mi. Gruñendo de placer, unió ambas frentes y siguió con movimientos que cada segundo se volvían mas pausados.

Al terminar jadeamos y nos abrazamos, besándonos con cierta pereza por el agotamiento de nuestros cuerpos.

-Te amo...

-Te amo Joseph...

Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora