Bajo la Luna

Revelaciones

El interior era húmedo y hacia tanto frio que sentía como se colaba por mis huesos, casi quería reclamar a Joseph por llevarme tan poco abrigada a un lugar como ese. No había nada de luz a pesar de las ventanas rotas que había visto afuera. Era como estar dentro de una cueva sin salida.

Escuche a Joseph soltar una suave risita antes de abrazarme y besar mi cabeza. Tal vez se burlaba del sonido que mis dientes hacían al chocar o de la forma en que mi cuerpo temblaba.

De repente una vela se encendió en el centro del lugar y con ella miles más. A los pocos segundos se ilumino una sala bastante limpia y amplia, podía ver un sofá elegante en una esquina detrás de una mesita de té, casi de tan buen gusto como la de la mansión de la familia de Beth. Sorprendida al descubrir aquella elegante habitación dentro de esa pequeña y fea casa de piedra mire a Joseph, no segura de que vendría después.

-¿Estamos en la misma casa?- Murmure impactada.

-Por supuesto, lo de afuera solo es una ilusión- Explico mientras caminábamos hasta el sillón, donde nos sentamos.

-¿Tu eres una ilusión?- Pregunte sin poder evitarlo, creyendo que así tal vez tuviera lógica su tan atractiva apariencia humana.

-Una ilusión no puede hacer algo así...- Susurro un poco mas animado antes de besar mis labios.

Respondí lentamente al beso antes de apartarme un poco para reír.

-Tienes razón... eso se sintió muy real.

-Solo espero no te alejes cuando sepas la verdad... -Acariciaba mi cabello como si buscara guardar en su memoria esos momentos.

-Una Luna jamás deja a su Lobo -Sonreí con seguridad.

-Pero si se pueden perder... -Se escapo de sus labios un largo y fuerte suspiro.

Relacione sus palabras con Willas. Claro, en el cuento de anoche el pueblo había apartado a la Dama de su Lobo. Hasta ahora parecía que aquello era nuestro destino también.

-Joseph... ¿La bruja que es?

-Solo un alma vieja que sabe los secretos del universo- Respondió un voz femenina, bastante serena y amable, pero a pesar de ello sentí mi piel erizarse y gire para encontrarme con una figura delgada y alta, una mujer de 30 años tal vez, con cabello rojo y largo.

-Marei- Saludo Joseph con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro. Se levanto llevándome a su lado mientras la saludaba con un educado movimiento de cabeza.

Aquella mujer no pudo evitarlo y abrazo con fuerza a mi lobo, creando en mí una horrible sensación de celos. No podía evitar mirar su tan marcada silueta bajo aquel ajustado vestido. Parecía apretar sus enormes pechos contra Joseph mientras yo maldecía en mi interior.

-Joseph, pensé que no te vería nunca mas- Murmuro- ¿Donde esta tu hermano? Supe que la manada intento tantas veces detener a esos monstruos... muchas vidas se per...- Antes de que pudiera terminar de hablar Joseph carraspeo la garganta.

-No lo menciones, que se bien lo que paso, estuve ahí Marei, lo vi todo- Respondió algo molesto, volviendo apretar mi mano, ahora con un poco mas de fuerza.

Yo no entendía nada ¿Joseph había estado en peligro? Por eso ese día que lo encontré se encontraba herido... ahora entendía eso, pero aquello solo causo que mas preguntas llegaran a mi mente.

-Pero bien, no he venido hablar de eso, Marei- La miro serio.

-Y supongo que esta bella damita es el motivo de tu vista- Me mostro una gran sonrisa, no del todo alegre al igual que el tono en su voz.