Joseph

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-Sera mejor que te vayas

-¿Qué pasara contigo?

-Estoy bien ¿Que no lo vez?

Observe con más atención su cuerpo y rostro y confirme que lo que decía era cierto, ya no había rastro de las heridas en su cuerpo. No entendía como aquello era posible. Su nivel de regeneración era demasiado alto.

-¿P-pero como...?

Frunció el ceño antes de incorporarse y utilizar mi chal como taparrabos.

-¡Dany!

-Ya vete. Estoy cansado de esto.

Murmuro antes de alejarse y desaparecer entre los arboles.

Sorprendida y asustada me levante, y sin decir nada mas, corrí hasta toparme con la orilla del rio. Rápidamente lo cruce y nuevamente corrí, ahora hasta encontrarme con Willas y mis amigos.

-Dany ¿Donde demonios estabas?

Willas lucia bastante enojado. Sus cejas se juntaban y formaban arrugas en su frente. La vena de su cuello estaba levemente exaltada y sus puños cerrados con fuerza.

-Perdonen, fui ayudar a un...una criatura.

-Nos tenías preocupados pequeña- dijo Jeremy, intentando que Willas se tranquilizara. Aunque quedo un poco sorprendido al ver mi aspecto sucio y mojado.

-Dany mira como ha quedado tu vestido, ya no eres una niña para que andes jugando.

-Lo siento Willas, es solo que...Yo, no pude evitarlo, necesitaba ayudarlo.

-Pues vaya que tu acción de hoy no nos fue de mucha ayuda- finalizo con un bufido antes de dar media vuelta y marcharse con Jeremy.

Beth se acerco con una manta, la cual me cubría del viento que comenzaba a soplar. "Te puedes resfriar" fueron sus palabras.

Pasaron unas horas mas antes de volver a nuestra casa. Desde lo sucedido en el río, Willas no me había dirigido la palabra. En lugar de eso paso lo que restaba de la tarde bebiendo con Jeremy en la sala privada del padre de Beth.

Mientras que mi amiga y yo estuvimos en su habitación platicando.

Detestaba que Willas intentara que yo fuera la novia perfecta. A veces pensaba que el hecho de que me llevara 7 años de edad le hacia creer que podía actuar como si mi padre fuese.

Subimos a nuestra habitación, la que se supone que compartiríamos alegremente. Pero ahora solo deseaba estar lejos de él. Entro por delante de mi y se alejo, ignorando mi presencia.

-Willas, no se porque te molestas tanto, aunque no lo quieras aun soy una niña.

-Dentro de unos días cumplirás 18 años, deberías comenzar a comportarte como una dama.

Por mas que odiara admitirlo, el tenia razón. En una semana seria mi cumpleaños, y en un mes seriamos oficialmente esposos. Tal vez era tiempo de olvidar todos mis cuentos y juegos absurdos. El necesitaba de una esposa refinada y no una niña tonta.

-Cariño lo siento- Se acerco y paso sus brazos por mi cintura-Es solo que me preocupe bastante por ti.

-Perdona.

-No, no amor, ahora debo arreglar esto- comenzó a besar mi cuello, dejándome impregnada con aquel olor alcohol - con la receta mágica del perdón.

Bajo lentamente una de mis mangas, dejando mi hombro desnudo, el cual no dudo en besar al instante en que sus manos acariciaban mi cintura. Una extraña sensación me inundo, provocándome un mal sabor de boca.

Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora