Luna

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No podía dejar de pensar en las palabras de Joseph...

"Los viejos dicen que vivir sin una Luna es vivir sin una parte de ti..."

Una Luna... Se que él no quería ser romántico. Se notaba que le costaba admitir que, según su historia, yo era esa otra mitad, aquella que lo complementaba.

"-¿Almas gemelas?- Pregunte sonrojada ante la idea.

-No nada de eso- Resoplo- Es algo más... Fuerte- Me miro con el ceño fruncido- No lo entenderías"

Seguía tan confundida... Y solo él podía aclarar mis dudas. El problema, es que era demasiado orgulloso y misterioso para hablar claro.

Y yo ¿Cómo me sentía de ser su "Luna"? Aun no lo sabía. No tenía ni la más mínima idea de lo que era.

Por unos segundos había sentido que era lo mejor que podía haberme pasado, significar algo para él. Pero su actitud, extraña y asustada me preocupaba... Y ¿Si ser una Luna era algo malo?

Aparte, no se que demonios ganaba yo con esto. Mi realidad era otra. En unas semanas estaría camino al altar, con Willas esperando al final del pasillo. No podía andar jugando a ser la "Luna" o la "otra mitad" de un tipo al que apenas conocía, por más guapo o irresistible que el extraño fuera.

-Dany...

Me volví ante su llamado y lo vi, entrando a la habitación de Willas, dirigiéndose hacia mí.

Minutos después de lo sucedido él se había quedado dormido. Necesitaba despejar mi mente y lo deje solo, viniéndome a la recamara principal, donde noches atrás mi prometido estuvo por poseerme.

-Joseph... ¿Estas mejor?

Se sentó junto a mi, cabizbajo.

-Si, creo que debo explicarte, es raro hasta para mí.

-No hay de que hablar- Trague saliva- Me voy a casar... Y tu bueno, lo has dicho, tal vez te equivocas y yo no soy tu "Luna"

-No- Negó con un movimiento de cabeza y me miro.

-Joseph, no entiendo nada...

-Cuando te vi lo supe... ¿No lo sentiste tu?

-Yo...- Como negar lo que era obvio- Si

-Cuando me tocaste, lo supe... Y temí que pudiera ser cierto- Suspiro- Mi padre... Él es el único hombre que conozco que encontró a su Luna...

Tome su mano, era momento de escucharlo.

-Después de que te deje en el bosque... Fue como- Una sonrisa se dibujo en su rostro mientras trataba de explicarse- Despertar y darme cuenta de que siempre viví con una sola parte de mi... -Parecía alegre al recordar esa sensación- Intente sacarte de mi cabeza... Pensé que me encontraría mejor solo.

Sonroje mientras él hablaba, sintiendo como se formaba una extraña y bella sensación en mi estomago. Nunca imagine que un hombre como él pudiera tener un lado tan sensible.

-Antes de encontrarte... Mi vida...- Suspiro mientras su mirada se encontraba encajada en nuestras manos.

Recordé la forma en la que lo encontré, herido e inconsciente. No pensaba agobiarlo con ese tema.

-¿Por eso volviste?

-Si... Y cuando ese idiota te puso las manos encima... Yo...

-¿Tú lo viste?

-Tus gritos se escuchaban alrededor de toda la casa... Quería matarlo- Escupió con cierta rabia.- Sigo sin entender porque te casaras con ese estúpido.

Intente responder, pero la verdad es que ya no había respuesta. ¿Por qué quería casarme con Willas? Hace unos días la pregunta hubiera sido fácil de responder.

-No tienes que responder- Dijo serio mientras se incorporaba, soltando mi mano, caminando hasta la puerta, con esa indiferencia tan suya.

-Jos...

-Esperaba que me dejaras dormir en la otra habitación- Me miro, como si nada hubiera pasado- Ya no estará tu esposo y la verdad necesito donde pasar la noche.

-Claro... Ya es tu habitación- Respondí algo confundida, sin ganas de discutir.

-Perfecto, buenas noches- Dijo sin mas antes de salir y cerrar la puerta.

Esa noche no pude dejar de pensar y darle vueltas al asunto. Su actitud no hacia más que dejarme con mil dudas. Pero, era cierto, era mi culpa. Ya que, aunque moría por saber más, entender que era lo que este chico veía en mí, el porqué de su comportamiento; yo no dejaba que hablara o se expresara, no en esa forma tan romántica... No podía permitírmelo.

Intente conciliar el sueño, cerré los ojos y luche por dejar mi mente en blanco. Pero lo único que logre fue imaginar lo perfecto que seria la vida estando a su lado.

Al despertar, a la mañana siguiente, lo primero que vi fue aquel pequeño collar que Willas me había regalado antes de marcharse. Estaba en la mesita de noche, donde lo había dejado. Era tan bello y frágil... me recordaba a mi madre.

Ella había sido una de las mujeres más hermosas que jamás hubiera existido. Al menos eso era lo que sabía por mi padre y algunas viejas pinturas y dibujos que había encontrado.

Había fallecido días después de mi nacimiento, dicen siempre fue muy delicada, y el embarazo fue mucho para ella.

Tome un respiro y salí de la cama. Necesitaba una ducha. Mas tarde bajaría a preparar algo para desayunar, el pobre Joseph debía esta hambriento.

Minutos mas tarde, salía de mi relajante baño. No pensé que podría acostumbrarme tan rápido a no tener a Willas cerca. Inmediatamente volvía a dudar ¿Por qué no reconocía de una vez que estar sin él y tener a Joseph en su lugar me agradaba mucho mas?

Tome mi bata de seda, luchando contra mi misma al ser tan cobarde y no admitir que yo también sentía una conexión con Joseph, no podía dejar de pensarlo.

Suspirando regrese a la habitación y grande fue mi sorpresa al encontrar a Joseph, sentado en una de las sillas del pequeño comedor redondo que se encontraba en los aposentos. Bostezaba, aun sin notarme y pude ver que había llevado el desayuno hasta ahí, pues la mesa se encontraba servida. Una tetera, jugo de naranja, dos platos con panqueques y fruta, además de unas tiernas flores silvestres en el centro, dentro de una jarra con agua.

-Joseph...-Intente llamar su atención, sonrojada.

Dejo de frotarse los ojos y torpemente se levanto. No pude evitar sonreír ante su comportamiento.

-¡Dany! -Se sobre salto y agacho la mirada- Disculpa.

-Esta bien- Tartamudeé y me acerque hasta mi cama, donde había dejado mi vestido- Volveré enseguida- Avise mientras mostraba mi vestido, aun sonrojada, dispuesta a volver al baño.

-No tengo ningún inconveniente al verte así- Dijo con una pequeña sonrisa de lado, evitando el contacto visual.

Suspire, extrañamente reconfortada y amarre mi bata antes de acercarme y sentarme a su lado.

-Espero te guste, suelo cocinar solo para mi- Comento mientras serbia té en mi taza.

-No me suelen consentir- Admití sonriente- Así que ya me ha encantado el desayuno.

Lo mire de reojo y pude admirar una bella sonrisa que trataba de ocultar, era incluso mas guapo.

Comimos en silencio, acompañados de miradas y sonrisas inocentes. Podía sentirse, en la atmosfera, esa atracción, esos sentimientos creciendo entre nosotros. Algo satisfactorio que me hizo encontrar el significado de sus palabras, ya que ahora era yo quien sentía que había vivido mi vida sin una parte de mí.

Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora