Capitulo VIII

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Nos levantamos casi a las doce, honestamente no tenía ganas de hablar con Mila sobre la video llamada con nuestras familias y amigos... simplemente no tenía ganas de eso, ya quería llegar con Normani y olvidarme de todo, aun que era casi imposible. Me la pase ignorando a mi mejor amiga todo el día, hasta decidí dar un gran paseo por toda la ciudad, despejando mi mente un rato con un café mientras veía a los perros pasear por todo Central Park.

Hola, Mani -la salude al entrar a su mansión, con una leve sonrisa extendió una mano hacia mi, ver a Mani me hacia recordar que les estaba mintiendo a todos, que estaba haciendo algo mal... pero era por ellos. Tome su mano y la seguí hasta su habitación.

Cuéntame, ¿como estas? -abrió las puertas dejándome pasar primero, no dejaba de verme atenta, parecía que trataba de leerme- te noto algo tensa -y no me estaba equivocando...- ¿Que paso algo en tu familia? -se acercó a mi, ¿ella sabia todo con solo mirarme acaso? Capaz y vio Lie To Me o algo.

Algo así, estoy triste por que mas que nada, los extraño... -susurre encogiéndome de hombros- sobre a mis hermanos, extraño molestarlos y verlos crecer.

¿tienes hermanos? -me pregunto abriendo una puerta que daba a un pequeño closet, de el saco una bolsa con gancho, esas que utilizan para cuidar los vestidos del polvo y lo dejo en la cama, por mi parte yo me senté en la silla de su tocador, asintiendo con la cabeza y murmurando un "si" mientras veía atenta todo su maquillaje- ¿Cuantos son?

Bueno... somos siete -tome uno de sus lápices labiales y lo revise, ella se acercó a mi jalándome.

Vaya, si que son una familia grande -me llevo a un espejo en su clóset y puso un vestido rojo enfrente de mi- ¿Qué te parece? -el vestido era un rojo llamativo, largo y lleno de joyas en el cuello. Sonreí asintiendo y sujete el vestido.

Esta hermoso -susurre sin saber que hacer- yo... ¿Es el que voy a usar? -mordí ligeramente mi labio y note que ella asintió con la cabeza. vaya que la vida de los millonarios es maravillosa, tienen un closet lleno de ropa que seguramente usan una vez en su vida, pues por mi parte, hasta ahora, no había visto a Normani utilizar alguna ropa dos veces, ni siquiera de zapatos, y eso que su closet se veía mucho más pequeño que muchos otros artistas.

Claro, lo compre para tí -me sonrío salíendo ella camino hacía su tocador, sentándose y viendo su maquillaje atenta, como si supiera su color a pesar de estar tapados.

Gracias, no debíste -susurre quitandome la ropa, quedando solo en sujetador y en bragas. Salí a buscarla y ella me había dejado. Suspiré sentandome en la esquinade su cama y decidí ponerme de una buena vez el vestido, así que entre nuevamente a su closet a cambiarme, me quede un rato en el espejo, viendo que mi cabello era un completo desastre, aparecían ya las ojeras y mi sonrisa no era lo mejor del mundo... de ahí llegaron los nervios, sabía que no les iba a llamar la atención. me senté en el suelo con cuidado, abrazandome de mis piernas, o más bien aferrandome de ellas, me recarge en la pared y cuando iba a soltar un sollozo, llegó.

¿Dinah? -preguntó saliendo de su baño con una caja blanca en las manos, y como si fuera colegio, levante una mano susurrando un "aquí", Normani camino hacía mi con una sonrisa, hasta que noto que una lágrima bajaba por una de mis mejillas y dejó la caja sobre su cama- ¿Qué paso? -me pregunto incandose enfrente de mi, yo negué con la cabeza y sonreí de lado, no quería exponerme de tal manera ante ella, nunca eh sido de esas personas que demuestran sus debilidades ante las personas, por que mientras yo crecía, ví como maltrataban a Camila por eso; por ser "sensible" y prometi no hacerlo para protegerla, era una armadura para mí... pero Normani era una espada que podía atravesar hasta mi mas gruesa armadura... se que esto suena muy poético, pero es una forma de compararlo, tengo miedo, miedo de que algo suceda por esto, miedo por que estoy mintiendo y a la vez creo que me estoy enamorando, estoy sintiendo mariposas por alguien que no debería sentir absolutamente nada, y aquí estaba yo, sentada enfrente de ella enseñando una de mis más grandes debilidades, haciendo algo que yo misma me había prometido no hacer, ni siquiera con mi futuro marido ni el chico más guapo de toda la ciudad. Aquí estaba yo, sentada llorando en los brazos de Normani, una chica que solo estará unos días conmigo teniendo relaciones sexuales hasta que me vuelva famosa, y ya no la volveré a ver... y ella tendrá a otra.

Esclava de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora