CAPITULO XI

2K 134 8
                                    

Todos miramos con la misma cara de sorpresa a Normani mientras ella estaba como si nada, trague saliva y la señora volteo a verme con odio, decidí en levantarme y tomar el brazo de mi prometida la cual no sabia que ese compromiso existía, Mani beso mi mejilla y sonrío mirando a su madre.

¿Y donde esta el anillo? -preguntó su madre alzando una ceja.

Es por que todavía no me lo ha dado, me lo acaba de pedir y... -apreté el brazo de mi morena buscando ayuda.

Y tengo que ir oficialmente con su familia a pedirle la mano, por que eso es lo que un Hamilton hace, ¿o me equivoco? -tomo mi mano entrelazando sus dedos con los míos y sus hermanos asintieron con la cabeza.

Entonces yo quiero ir a esa propuesta -dijo su madre con una sonrisa haciendo que mi corazón se acelerará.

Claro, ¡yo también! -su hermano gemelo se unió a su madre, podía sentir los apretones que Mani me pasaba con su mano.

Y nosotros -hablaron los otros dos, lo que nos faltaba.

Pero ellos no son de aquí, son de California -susurre mirándolos- no queremos molestarlos -Mani asintió de acuerdo con mi comentario.

Claro que no es ninguna molestia cariño, podemos ir a donde queramos y cuando queramos -la viejita ya empezaba a desesperarme, se que le dio la vida a Normani, pero vaya que era realmente una ricachona creída.

El problema es su familia, no quiero que los molesten ustedes a ellos -me soltó de la mano mientras veía fijo a su madre- no quiero que me dejes mal, sobre todo tu -alzo una ceja mirando a su progenitora... ahora entiendo por que dicen los hombres que las suegras dan miedo.

Pero Normani, tu quedaste muy mal siendo una lesbiana -la señora Hamilton estaba pasándose de la raya, sus hermanos también empezaban a ofenderse y Mani solo abrió la boca sin saber que decir.

No señora, ella no quedaría mal por eso -me puse lo mas seria posible y jale a Mani hacia mi, sin soltarla- supongo que Normani no quiere que su frialdad llegue a un lugar en donde a ella si le dan amor, en donde mi propia madre la va a adorar como si fuera su hija, cosa que usted no hace -sus hermanos me sonrieron, dándome todo el apoyo en ese gesto.

Vaya que vas a tener una buena esposa, cariño -la señora miraba a Normani, ignorándome por completo- lastima que tenga aspecto de sirvienta, te va a arruinar la vida social esta muchachita.

Ella es perfecta para mi hermana, déjalas en paz -Nicholai hablo esta vez con enojo- y supongo que deberías irte, después de todo ni en el testamento estas incluida.

Oh pero vaya, ¿les doy la vida y así me tratan? -la señora se puso sus gafas oscuras.

Yo siempre te trate como una madre -Mani estaba al borde del llanto- a pesar de que me odiaste desde la primera vez que te dije que era lesbiana -susurro intentando soltarme, pero le apreté mas la mano evitando que se fuera- todavía que llegaste aquí, tenía un poco de respeto hacia ti, y cuando te escuche ofendiendo a mi futura esposa, se fue el poquito de amor y respeto que me quedaban hacia ti -las lagrimas ya salían de sus mejillas- hermanos, ¿podrían llevarse a esta señora? -les pregunto a sus hermanos mientras la veían atenta- por que en este funeral solo pueden entrar conocidos o familia -los hermanos mayores asintieron escoltando a la señora que veía todo con incredulidad, Nicholai miro con preocupación a Normani, ella estaba llorando un río de lágrimas ya. La abrace y escuche nuevamente sus balbuceos en mi oído, la lleve en el sillón mientras se acomodaba en mi pecho, seguía sollozando y solo sentía las miradas de algunas personas, pero sus hermanos nos defendían alzando una ceja. Los sollozos pararon, Normani se había quedado dormida. No me quedo de otra que acariciar su cabello.

Esclava de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora