CAPITULO IV

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Fruncí el ceño mirándola, ella había devuelto toda su atención a su desayuno. -Esta bien- conteste finalmente y empece finalmente a desayunar. Todo el momento fue sin hablar, solo se escuchaba el ruido de los platos con los tenedores y de nuestras bocas comiendo, podía sentir aveces su mirada en mi, pero la desviaba rápidamente, no me sentía tan segura con su presencia, pero tampoco desprotegida, me sentía normal.
Después de desayunar me levante y ella me ignoro completamente, me subí a la habitación para buscar mi ropa, -¿donde carajo la deje?- pregunte rascándome la cabeza y sentí la presencia de mi ama
-en el baño- voltee a verla y la vi recargada en el marco de la puerta mirándome atentamente, yo asentí y fui por ella, pero volvió a hablar cuando cruce la puerta -pero cámbiate enfrente mío- se acercó sentándose en una esquina del gran sillón y tomando la mochila con un suspiro grande, camine hacía ella
-esta bien- susurre bajando los tirantes de mi sostén enfrente de ella, ella me llamo con su dedo índice y luego dio unas pequeñas palmaditas en sus piernas, pidiendo que me sentara en su regazo
-ven aquí, te ayudaré- sonrío de lado y yo asentí sentándome en ella dandole la espalda, y con sus tibias manos ágilmente se deshizo del broche de mi sostén transparente el cual desapareció rápidamente cayendo al suelo, y sus manos se posaron en mis pechos, haciendo que mordiera mi labio cuando sentí unos ligeros apretones en estos, con las yemas de sus dedos, bajo en línea recta por mi abdomen hasta la orilla de mi braga -levántate- susurro detrás de mi oreja provocando que cerrara los ojos -pero un poco y con cuidado- volvió a susurrar
-si ama- susurre soltando mi labio un rato, y con cuatro dedos, dos en cada mano, jalo el resorte de mis bragas hasta mis rodillas y paso su nariz en mi espalda provocándome un escalofrío y que me arqueara un poco, me quise mover de ahí pero como si ella me leyese la mente, me tomo de la cintura jalándome nuevamente en su regazo
-Creo que hoy mejor no te suelto, eres perfecta para mis necesidades- volvió a susurrar acariciando mis muslos con sus manos y con su cabeza busco mi cuello, yo lo hice para atrás dándole libertad de besarlo, hasta sentí su sonrisa triunfante en mi garganta. con sus manos me abría de piernas lentamente y se acomodaba en el sillón, mientras se acomodaba acariciaba mi entrepierna y lamia mi cuello, derrepente, sus besos cesaron y me soltó las piernas -quiero tenerte encima, pero bésame para no oír tus gemidos- sentenció mirándome con frialdad, por lo tanto yo solo asentí con la cabeza y ella se recostó en el gran sofá -ven, pon tus piernas acá- al ponerme encima de ella, movió mis piernas poniéndolas a sus costados, y puse mis manos a los lados de su cabeza, sonrio pícaramente poniendo sus manos a mis costados apretándolos un poco, me mordí mi labio y ella me jalo a ella haciendo que nuestros rostros se pegaran y nuestros labios se unieran. mientras nuestros labios se juntaban, sus manos jugueteaban por todo mi cuerpo, siempre pequeñas bofetadas caían a mi trasero haciendo que ella sonriera de satisfacción al soltar algunos quejidos en su boca. no se en que momento mordió mi labio y me introdujo dos dedos pegándome a ella y pellizcándome el trasero con la otra mano -vamos, ¡muévete!- gritó al soltar mi labio y empece a mover mi cadera hacía ella, cerré los ojos fuerte y también volví a morder mi labio con sus embestidas y cuando agregó un tercer dedo en mi intimidad, mi cadera ya se movía inconscientemente y mis gemidos querían salir disparados, creo que ella lo noto porque volvió a juntar nuestras bocas y ahí los ahogaba, se levantó un poco y me tuve que sostener de sus hombros haciendo mi cabeza para atrás - apúrate Dinah, o no saldrás de aquí- sonrío y mordió mi cuello agregando un cuarto dedo lo cual me hizo gritar un poco
-Lo... lo si-siento- musité entre gemidos al ya no poder aguantar y volvió a darme una nalgada haciendo que me moviera más rápido, y en un abrir y cerrar de ojos, había llegado a mi limite y me había corrido en sus dedos. Estuve un rato tratando de recuperarme y ella retiró sus dedos, dejándome salir de ella
-bueno, Hansen, el fin de semana te castigare por no callarte, mas sin embargo lo hiciste bien para ser tu primer día, puedes irte- sentenció haciendo como si nada hubiese pasado y camino a su pequeña mesa donde estaba su vaso lleno de alcohol
-esta bien ama- dije y rápidamente me vestí -¿vendré el fin de semana?- pregunte al ya tener todo listo y también su atención en mi
-hmm, ven mañana, hablare con Jauregui para ver que días las tendremos aquí, por que yo quiero que tu seas mi esclava, Dinah- se acercó a mi y tomándome del mentón me dio un ultimo beso -ahora largo de mi vista, hasta mañana- se dio la vuelta y yo salí de esa habitación rápidamente, no sabia ni que pensar de mi ama, ¿será buena gente? Dios santo, ¡Como puede ser buena gente! Si, si pone a gente en contra de su voluntad a ser esclavas sexuales, no sabia ni como sentirme, pero me sentía vendida, como una prostituta, y no se ni por que no me defendí, no se ni por que le hablo como si fuéramos conocidas, tampoco no se porque no llego a tener miedo cuando estoy con ella, no se porque...

Esclava de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora