La temporada de alegría, con su ritual de cenas, bailes, fiestas y tés, dio comienzo en marzo. Había actos para todos los estratos sociales. Los más notables de todos, las insufriblemente aburridas reuniones de personajes de sangre azul, deseosos de emparejar maridos convenientes con apropiadas esposas para garantizar la continuidad de sus linajes. Sin embargo, cualquiera con sentido común procuraba evitar las reuniones de la aristocracia, pues en ellas la conversación era lenta y basada en la autocomplacencia, y lo más probable era que uno se viese atrapado en compañía de personas pomposas e imbéciles.
Más apetecibles eran las invitaciones a los eventos de lo que podía considerarse la clase media alta, gente sin linaje pero con una considerable celebridad o riqueza. En dicho grupo se incluían políticos, ricos barones con tierras, hombres de negocios, médicos, dueños de periódicos, artistas e incluso unos cuantos comerciantes bien situados.
Desde que se trasladó a vivir allí, Jimin había sido bien recibido en cenas y bailes, conciertos privados y veladas de teatro, pero últimamente había rechazado todas las invitaciones.
Aunque en el pasado se había divertido en semejantes menesteres, ahora no parecía encontrarle interés alguno al hecho de acudir a ninguna parte. Nunca había entendido la frase «tener el corazón encogido», hasta ahora. Habían transcurrido cuatro semanas desde que vio a JungKook por última vez, y le acuciaba la sensación de tener el corazón aplastado por una losa de plomo que ejerciese también una dolorosa presión sobre sus pulmones y sus costillas. Había ocasiones en las que incluso respirar le costaba un gran esfuerzo. Se despreciaba a sí mismo por estar tan enganchado a un hombre, odiaba aquel inútil melodrama y, no obstante, le resultaba imposible no hacerlo. Estaba seguro de que el tiempo lograría aplacar su angustia, pero le deprimía profundamente la perspectiva de pasar meses y años sin tener a JungKook.
El hecho de que Jung Hoseok fuese a su casa para recoger las últimas revisiones de su novela por entregas, supuso una fuente de abundante información acerca de su jefe. JungKook se había vuelto insaciable en sus esfuerzos por alcanzar cuotas de éxito cada vez más altas. Había adquirido un distinguido periódico que presumía de contar con una tirada que alcanzaba la mareante cifra de ciento cincuenta mil ejemplares. También había abierto dos tiendas nuevas y acababa de adquirir otra revista. Se rumoreaba que disponía de más dinero en efectivo que casi ningún otro hombre de Corea, y que el flujo de fondos de Jeon's se acercaba al millón.
—Es como un cometa —le confió Hoseok, ajustándose las gafas con su habitual ademán—, va más deprisa que nadie ni nada de lo que le rodea. No recuerdo cuándo fue la última vez que lo vi comer en condiciones. Y estoy seguro de que no duerme nunca. Se queda en la oficina hasta mucho tiempo después de que se haya ido todo el mundo, y está allí por la mañana antes que nadie.
—¿Por qué está tan acelerado? —inquirió Jimin—. Pensaba que JungKook querría relajarse y disfrutar de lo que ha conseguido.
—Eso es lo que cabría esperar —repuso Hoseok con gesto grave—.Pero lo más probable es que él mismo se vaya a la tumba de forma prematura.
Jimin no pudo evitar preguntarse si JungKook lo echaría de menos. A lo mejor estaba intentando mantenerse tan ocupado para que le quedase poco tiempo para recapacitar sobre el final de la relación entre ambos.
—Señor Jung —dijo con una incómoda sonrisa—, ¿ha mencionado JungKook mi nombre en alguna ocasión? Es decir... ¿hay algún mensaje que desee que usted me transmita?
El gerente mantuvo el semblante prudentemente inexpresivo. Era imposible discernir si JungKook le habría confiado algo acerca de su relación con el, o si le habría revelado alguna pista respecto a sus sentimientos.
-Parece estar bastante complacido por las ventas de la primera entrega de un caballero inacabado —dijo con un entusiasmo a todas luces excesivo.
—Ya. Gracias. —Jimin disimuló su desilusión y su angustia con una tensa sonrisa.
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𝙄𝙍𝙍𝙀𝙎𝙄𝙎𝙏𝙄𝘽𝙇𝙀; 𝙆𝙊𝙊𝙆𝙈𝙄𝙉
FanfictionSoltero y todavía virgen, el novelista Park Jimin no está dispuesto a recibir su trigésimo cumpleaños sin haber hecho el amor. Cuando Jeon JungKook llama a su puerta, cree que se trata del regalo que se ha hecho a sí mismo: un hombre contratado para...