PROLOGO

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Seúl, Corea del Sur, 1875...

— ¿Qué estilo prefiere, señorito Park? ¿Le gustaría un hombre rubio o moreno? ¿Alto o de mediana estatura? ¿Tal vez extranjero? —El hombre usaba un tono de lo más práctico, como si estuvieran hablando de un plato que había de servirse en una cena, en lugar de tratarse de una persona de alquiler para aquella noche.

Sus preguntas hicieron que Jimin se encogiese. Notó que se le inflamaban las mejillas hasta sentirlas arder, y se preguntó si era eso lo que les ocurría a los demás cuando visitaban por primera vez un burdel.

Por suerte, aquel burdel era mucho más discreto y estaba amueblado con mucho mejor gusto de lo que había imaginado. De sus paredes no colgaban pinturas chocantes ni grabados vulgares, ni tampoco había a la vista clientes ni prostitutas. El establecimiento del señor Kim resultaba bastante atractivo, forradas de damasco color verde musgo las paredes, y la salita de recepción privada amueblada al estilo Victoriano. Había una mesita de mármol colocada con muy buen gusto junto a un sofá adornado con escamas de delfín doradas.

Kim SeokJin tomó un pequeño lápiz dorado y un diminuto cuaderno que estaba sujeto del borde de la mesa, y lo miró expectante.

—No tengo un estilo preferido —contestó Jimin, mortificado aunque decidido—Me fío de su criterio. Simplemente envíeme a alguien la noche de mi cumpleaños, dentro de una semana a partir de hoy.

Por alguna razón, aquello pareció divertir al señor Kim.

—¿Cómo un regalo para sí mismo...? Qué idea tan deliciosa. — Observó a Jimin con una sonrisa que, poco a poco, fue iluminando su rostro perfilado. Era hermoso, muy bonito, poseía un cutis terso y una cabellera de un castaño profundo; aparte de un cuerpo delgado y perfecto.—Señorito Park, me permite la indiscreción de preguntarle si es usted virgen?

—¿Por qué desea saberlo?.- replicó Jimin, cauteloso.

SeokJin enarcó una de sus cejas perfectamente depiladas.—Si de verdad está dispuesto a fiarse de mi criterio, señorito Park, debo conocer los detalles de su situación. No es habitual que una persona como usted acuda a mi establecimiento.

—Muy bien.—Jimin respiró hondo y habló a toda prisa, impulso por algo similar a la desesperación, lugar del buen juicio del que siempre se había enorgullecido.—Soy soltero, señor Kim. Dentro de una semana cumpliré treinta años. Y sí, aún soy virgen... —Tropezó con aquella palabra, ajustó un poco sus gafas para proseguir en tono resuelto—: Pero eso no quiere decir que tenga que seguir siéndolo. He acudido a usted porque de todos es sabido que es capaz de proporcionar cualquier cosa que solicite un cliente. Ya sé que debe resultar sorprendente que venga aquí un chico como yo...

—Querido—.Lo interrumpió el señor Kim con una suave sonrisa.—Hace mucho que me pasó la época en la que yo era capaz de sorprenderme por algo. Verá, creo que entiendo muy bien su dilema, y desde luego procuraré darle una solución que sea de su agrado. Dígame, ¿tiene alguna preferencia en cuanto a la edad y el aspecto físico? ¿Algo que le guste o le disguste en particular?.

—Preferiría un hombre joven, pero no más que yo; que no fuera demasiado viejo. No es necesario que sea guapo, aunque no quisiera que resultase desagradable a la vista. Y limpio—agregó al ocurrírsele la idea—. Insisto en la limpieza.

El lápiz garabateaba a toda prisa sobre el cuaderno.—No creo que eso resulte un problema—repuso el castaño con una centelleante chispa en sus bonitos ojos castaños, sospechosamente parecida a la risa.

—También debo insistir en la discreción —dijo Jimin en tono tajante—. Si llega a descubrirse lo que he hecho...

—Querido—dijo SeokJin adoptando una postura más cómoda en el sofá—, ¿qué cree usted que sería de mi negocio si consintiera que se violase la intimidad de mis clientes? Debe saber que mis empleados atienden a algunos de los miembros más destacados de esta ciudad, por no mencionar a los caballeros y damas más acaudalados de la alta sociedad. Su secreto estará a salvo, señorito Park.

—Gracias —respondió Jimin, invadido a partes iguales por el alivio y el terror; y también por la terrible sospecha de que estaba cometiendo el error más grave de toda su vida.

𝙄𝙍𝙍𝙀𝙎𝙄𝙎𝙏𝙄𝘽𝙇𝙀; 𝙆𝙊𝙊𝙆𝙈𝙄𝙉 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora