Capítulo 30

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Mi plan era ir a ver a ensayar a Tastes, pero este fracasó porque mi padre llegó a llevarme con él y ahora estoy sentada frente a él, en su oficina, en su empresa, lejos de casa y de la información inédita de la banda, ni siquiera sé quién es la nueva persona que llamaron, o que va a hacer, o si se va a acoplar con ellos, tampoco sé cómo está Kyle y todo ello es culpa de mi padre.

No puedo evitar sentir cierta incomodidad en mi mano, la paso una y otra vez por mi pantalón, es la misma mano con la cual toque a Kyle, no es que me sienta sucia, pero un hormigueo me recuerda constantemente que toque a alguien.

—¿Has hablado con Leslie?— papá mira unos papeles mientras habla.

—No, ¿pasa algo?— incline mi cuerpo y tome una goma que estaba ubicada en el cuenco sobre su escritorio.

—Leslie quiere hablar contigo— alza la vista un momento, me sonríe y vuelvo a mirar los papeles en sus manos.

—¿Debo preocuparme?— pregunto mientras tomo todo el cuenco de gomitas, he decidido que me lo comeré sola.

—Si tienes la respuesta, no debes preocuparte— la gente y sus juegos de adivinanzas ¿era tan difícil ser directo y decir las cosas sin dar vueltas?

—¿Cuál es la pregunta?— meto una gomita en forma de oso en mi boca.

—Ella te la hará en persona— no dice nada más y continúa en su trabajo.

—¿Y por qué estoy aquí?— una goma más.

—Para ver a Leslie— revisa algo en su computador.

—¿Y dónde está Leslie?— frunzo el ceño y tomo mi celular para ver la hora, son casi las tres de la tarde y yo estoy aquí, mirando a mi padre trabajar.

—Está en una reunión— los dedos del señor White se movieron sobre el teclado sin mirarme.

—¿Y por qué estoy aquí sin ella?— yo quería ver lo que pasa con Tastes, pero ahora no es posible.

—¿Y es tan malo pasar tiempo con tu padre?— finalmente pausa su trabajo para ponerme atención.

—Sí, porque solo te estoy mirando, y no es por nada, papá, pero no eres el tipo que quisiera observar todo el tiempo, hay actores y cantantes más lindos para que yo haga eso— un gomita más y le ofrezco a mi papá una, aunque él es el dueño de las gomitas.

—Soy más atractivo que muchos de esos seres humanos, y además yo tengo más cerebro que ellos, solo digo— toma una de las gomas.

Sonrío, no suelo pasar mucho tiempo con papá, no es porque él no quisiera, sino porque después de mi secuestro tuve miedo de estar con alguien por mucho tiempo, incluso con mi familia. La gente me asustaba, por ello llegué a Christian West, la única persona que supo cómo tratarme y devolver un poco de normalidad a mi vida.

—Yo diría que tienes buen instinto, pero mi mamá es el cerebro de la relación, admitelo, sin ella solo serías un rostro decente— digo mientras le ofrezco otra goma, la comida suavizará lo duras que suenan mis palabras.

—Lo tomo aunque me ofende mucho, la verdad— toma un oso rojo —Luces igual a tu mamá cuando la conocí— me sonríe —Me da nostalgia verte.

—Entonces no me veas.

—Y tienes el mismo genio que cuando la conocí— mi papá bufa —Ni que ella se hubiera copiado y pegado para que saliera alguien igual a ella en la última tanda de hijos que tuvimos, siempre supe que dos embarazos eran suficiente— niega con la cabeza —Al menos podemos decir que tu madre sabe copiar la genética a la perfección

CitrusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora