Capítulo 11

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Inhala, exhala, inhala, exhala. Le repito lo mismo a mi cerebro una y otra vez, justo lo que el psicólogo me había dicho que debo hacer en una situación como esta, pero no está funcionando.

El sudor frío desciende por mi espalda, mis músculos están rígidos, mis huesos se sienten adoloridos e incapaces de sostener mi peso un segundo más, las lagrimas caen por mis mejillas sin tregua mientras mi cuerpo se precipita al suelo y yo no tengo ninguna oportunidad de detener el impacto.

El culpable de mi crisis no se da cuenta de nada, está atrapado en la euforia de la experiencia que solo hace cinco minutos estaba viviendo. El frío persiste incluso cuando él es apartado de mi por un furioso y preocupado Kyle.

El simple toque de los dedos de Kyle sobre mi piel me sobresalta, el roce hace doler las zonas donde hay contacto, mi visión está completamente borrosa, el aire ya no está llegando a mis pulmones y mi boca se niega a abrirse.

—Respira Ellie— las palmas de sus manos están sobre mis mejillas, su contacto se siente caliente, está quemando mi piel como si fuera ácido, intento dar un paso atrás, estoy a punto de caerme, mis piernas están débiles, no sé si pueda soportarlo, mi peso parece el doble, mis rodillas se doblan y solo puedo evitar el contacto con el duro suelo, debido a que un brazo rodea mi cintura y me sostiene contra su pecho, toman mi cabeza y soy recostada contra el hombro del ser humano detrás de mi.

—Respira Ellie— la voz de Peter suena en mi oído, pero aun siento molestia, incluso él me molesta con su contacto —¡Bien hecho niño bonito! Le conseguiste un ataque, eso era todo lo que ella necesitaba y quería— ruge y me alejo de su boca, mi oído queda completamente aturdido.

Mi peso es movido, Peter me está alejando de Kyle. Parpadeo varias veces para lograr ver algo. Kyle está justo detrás de nosotros mirándome con preocupación. No quiero causarle ningún sentimiento negativo a él, así que intento alzar mi mano, pero no me responde, tengo que alcanzarlo, tengo que asegurarle que todo está bien y no es su culpa.

—Piensa en el lugar en el que siempre te sientes segura.

—Los brazos de mamá.

—Cierra los ojos y visualiza a tu mamá parada frente a ti, con una sonrisa y un saludo de bienvenida porque has regresado a salvo a casa, sus brazos se estiran y te invita a entrar en ellos, das un par de pasos más y ella te está rodeando mientras te arropa con una manta, estás a salvo, Elleri.

Cierro los ojos y repito una y otra vez la escena que el señor West me ayudo a introyectar en una de nuestras terapias, buscar la seguridad aunque en el momento me sintiera fuera de mi. Estoy a salvo, los brazos de mi mamá no se van a apartar de mi y todo está bien, siempre están ahí para mi.

—Suéltame— abro los ojos lo más que puedo y observo a Peter, sé que mi voz es baja, pero la resonancia que tiene en mi pecho es suficiente para que el sujeto que me sostiene me mire —Suéltame— digo un poco más alto, él entrecierra los ojos y me mira —Suéltame— repito, mi respiración está acelerada, pero es por una causa diferente, ya no es miedo, es rabia, odio que él se crea con algún derecho sobre mi, detestaba en general que alguien crea que tiene la autoridad para mandar sobre mis decisiones, simplemente me saca de quicio.

—Ellie, no estás en tus cávales, te llevare  a casa— niego y comienzo a retorcerme, su brazo derecho me sostiene con fuerza, no me importa conseguir una herida con tal de alejarlo de mi, salvarme no le da poder, ser un maldito agente no me hace temblar del miedo.

—Suéltame— entierro mi uñas en su brazo, hace una pequeña mueca, pero él siempre ha sido bueno escondido cualquier expresión de dolor que su rostro pudiera reflejar.

CitrusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora