Jean

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Levi nunca había dormido tan bien en su vida.

¿Esto era lo que se había estado perdiendo desde que se conocieron?

Ojos perezosos se abren lentamente por el paso de rayos de luz a través de la ventana.

Un calor latente a su lado lo devuelve a la realidad.

El rubio está a su lado, aún durmiendo.

Una botella de vino medio vacía en la mesilla de noche. 

Levi sonríe para si mismo cuando Armin lo busca entre sueños, cumpliendo su capricho, lo acerca más a él.

No sabe cuánto tiempo pasa ensimismado en su trabajo con el cabello del hombre hasta que esté comienza a removerse.

Armin le da una radiante sonrisa de buenos días.

Y el también le regala una, antes de lanzarse a sus labios.

...

Armin no quería pensar en la experiencia del hombre que lo besaba justo en ese momento.

Y es que por los muros.

Los besos suaves se estaban volviendo más intensos a medida que pasaban los minutos, cada uno apoyado en uno de sus brazos, de costado, con las piernas enredadas, con las manos en la espalda del otro, tocando terrenos desconocidos.

Ahí iba su parte favorita del momento.

Las manos de Levi.

Oh, manos aún toscas por tantos años de peleas, lo acaban de tomar de las caderas bajo las sábanas, para acercarlo más, mucho más y de una forma tan posesiva.

Qué Armin no pudo evitar jadear por sentir que lo necesitaban tanto.

El también tenía experiencia, pero nunca lo habían sostenido de esa forma, nunca con la idea de quererlo retener para siempre en esa cama.

Y los ojos grises de Levi lo invitaban a eso.

Permitió que Levi lo llevará más cerca de sus caderas y entre medio de los besos el ambiente de la habitación se volvía sofocante.

Y ambos que debían parar.

- Eres... - Levi le suspiro en los labios, mientras bajaban la intensidad de los besos - condenadamente lindo.

Armin sintió calidez en su interior.

No pudo evitar sonreír otra vez.

- ¿Has dormido bien? - consultó, la observar muy poco color oscuro bajo los ojos grises.

- Mucho mejor que años - Levi le explicó - y todo gracias a ti.

Las manos de Levi aún lo sostenían de las caderas y un solo apretón en ellas le dio un sonrojo otra vez.

La sonrisa de Levi al notar tal reacción ante tan pequeño contacto era depredadora.

Y Armin se lanzó a los labios del hombre otra vez.

Llegaron mordidas, más besos y sus manos curiosas cruzaron la cicatriz en el pecho de Levi, guardo en su memoria lo sensible de esa parte de la piel, cuando escucho el gruñido del mayor.

Y Armin estaba en otro mundo.

Levi estaba en otro mundo.

Y no sintieron la puerta de la entrada abriéndose, no cuando Levi se permitió que le quitará la camisa de dormir, no cuando los besos cada vez se hacían tan necesarios.

Tampoco sintieron los pares de pasos, buscando, no cuando Levi estaba apunto de recostar a Armin y subirse encima.

Eso hasta que escucharon caer un par de llaves y exclamaciones ahogadas.

Más allá de esos ojos azules "Rivarmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora