Hanma (primera parte)

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Crecí en un cuartel del ejército.  A la edad de 5 años fui encontrada en territorio abandonado con signos de desnutrición y deshidratación agudos.

El hombre que me encontró fue el teniente coronel Kenji Hanma, haciéndose cargo de mí desde ese momento

no se quienes son mis padres, no tengo recuerdos de ellos, de igual manera les agradezco que me abandonaran, ¡no me pudo encontrar una mejor familia!.

Kenji es el padre que conozco y Shuji ahora es mi hermano 2 años mayor.

El teniente era viudo y jamás volvió a casarse, era un hombre tan jodidamente inteligente, que despertaba en mi toda la curiosidad por aprender todo lo que pudiera

fue así como comencé a absorber toda la información que me brindaban, ya sea en medicina, combate o estrategia, papá se encargó de formarnos tanto académica como físicamente para cualquier escenario.

-¡ustedes son mi más grande orgullo, mis mejores soldados y los mejores hijos que pude tener!-

Esas solían ser las palabras que papá nos repetía diariamente, el elogiaba todos y cada uno de nuestros logros y ahora que él no está

estar en este lugar se siente tan vacío, sin sentido, triste.

¡No quiero seguir haciendo lo mismo, me duele!

Shuji es tal como papá, inteligente, fuerte con apariencia intimidante pero muy noble.

Tenía 19 años cuando nos dieron la noticia que habían perdido a papá en combate.
Y que por cuestión del acontecimiento sus restos no eran reconocibles.

De alguna manera estábamos preparados para qué tal vez un día no regresará.

Le gustaba tomar riesgos, siempre cuidando a su equipo, ahora se fue dejando una dolorosa herida clavada en nuestros corazones.

Shuji dio un cambio repentino de personalidad, volviéndose un tanto inestable y violento.

Al principio pensé que podía tranquilizarlo, sabía por lo que él estaba pasando o eso pensaba. Sin embargo su actitud me decía que no.

El no era mi verdadero padre y tal vez no tenía derecho de pensar de esa manera.

Aún así, después del servicio funerario de papa, no pude conciliar el sueño, me despertaba aterrada, con un vacío tan doloroso en el pecho que sentía que iba morir.

Tal vez no poder reconocer su rostro en ese féretro sellado no me dio el cierre que necesitaba.

Ahora despertar gritando fue parte de mi rutina durante todo el año siguiente.

Al menos hasta un día que el miedo me carcomió de tal manera que no quise dormir sola y salí en busca de compañía.

Descalza envuelta en una manta, un pequeño pijama gris y la lámpara de mi móvil, caminé lo suficiente como para llegar ala entrada de su campamento...

-¡¿shu?!, ¿estás despierto?- entre sin preguntar más.

Uno de los privilegios de ser hijos del teniente era que nos daban campamentos un poco más grandes e individuales, así que sabía que no molestaría a nadie más.

Cuando entre y lo vi tan pacíficamente dormido lo envidié

—shuji- susurré en su oído al tiempo que lo movía un poco para despertarlo, él abrió de golpe los ojos y en menos de un parpadeo me tenía boca abajo contra el frío piso

—"¡shu!", ¡soy yo, soy yo Minako!- inmediatamente me soltó dejándome reincorporar,  me miró algo extrañado como empezando a procesar si era una alucinación, un sueño o realidad.

One Shots Tokyo Revengers  +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora