§ DISFRACES §

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POV Narradora

—... Después de eso, un chico con las mismas características que me dijeron, me pidió unos vendajes, alcohol, curitas, una pomada y un celular desechable.— a cada producto que mencionaba, el señor con bigote alzaba uno de sus dedos, enumerando cada producto.

—¿El chico era parecido a este?— después de la pregunta, la peliblanca le enseñó una foto de Fred, a lo que el dueño de la pequeña tienda asintió rápidamente.

—Sí, justamente él.
—¿Venía acompañado de alguno de estos dos adolescentes?— fue el turno de Gold de sacar las dos fotos de ambos chicos, a lo que el señor entrecerró los ojos en lo que analizaba lentamente las dos fotografías para finalmente hacer una mueca y negar.

—No, ninguno se me hace familiar. El chico venía solo.— dijo el vendedor encogiéndose de hombros.

—Si llega a volver a ver a este chico, llámeme inmediatamente.— en cuanto esas palabras salieron de la boca de Gold le entregó una tarjeta blanca con su nombre y teléfono, a lo que el vendedor se quedó con la boca entreabierta y asintió.— Pero por lo que más quiera: No lo confronte solo. Este chico es increíblemente peligroso, le sugiero que tenga cuidado y ponga mucha atención.— el hombre asintió nuevamente y Meg se dio cuenta de cómo el sudor se acumulaba en su frente y pasaba saliva de manera nerviosa.

Momentos después, ambos ya se encontraban fuera de la tienda, pegando un póster (con permiso del dueño) de "Se busca", en donde salía Fred con una sonrisa bastante encantadora, y también pegaron otros dos posters, pero estos eran diferentes. Eran de Freddy y Golden que decían "Desaparecidos".

—Si tu plan era hacer que todos con los que hablamos se caguen en los pantalones, lo estas logrando.— dijo la peliblanca con una mueca en el rostro, a lo que Gold dio un último golpe en el póster de su primo para dejarlo bien pegado.

—Estoy advirtiéndoles.— se excusó el de cabello grisáceo.— Solamente estoy dándoles un aviso sobre un potencial asesino, creo que está bien que se caguen un poco.— Meg soltó un bufido, de cierta manera sabía que tenía razón, sólo que no quería estarlo recordando. No quería recordar que si no se daban prisa probablemente dos jóvenes morirían... Y tal vez perderían sus empleos, pero de eso se preocuparían después.

—Bueno, hay que seguir adelante, el dichoso hotel que dijo la anciana no aparece y comienza a hacerse más tarde.— dijo después de un tiempo de silencio Meg, a lo que Gold suspiró y asintió.

—Sí, tienes razón.
—Tenemos que apresurarnos, hay que ir más rápido.

Ambos oficiales comenzaron a caminar hacia su patrulla con decisión. Una vez que se metieron dentro del vehículo, ambos se hundieron en sus asientos, estaban cansados. Hacía un calor sofocante que los hacía sudar de manera notoria, pero no se quejaban de eso, estaban abrumados por la situación, pero el más afectado era Gold.

Cerró unos momentos los ojos mientras tallaba su rostro en frustración.

"—Señora de Golden.
—Gold, querido, que gusto que nos visitas, ¿qué te trae por aquí?— sonrió aquella rubia mujer, haciendo que se les notaran unas pequeñas marcas de expresión.— Ay, ya sabes que no es necesario ser tan formal aquí.

Gold pasó saliva nervioso.

—Tía... Yo... Nosotros...— la mujer arqueó una ceja para después sonreír de manera tranquila y levantarse de su lugar. Gold simplemente trataba de explicar la situación después de agitar las manos sin sentido al aire. Meg estaba detrás suyo con una expresión de total seriedad.

—Estas muy estresado, cariño. ¿Es por el trabajo? Vengan, les serviré un poco de té, justo estaba por llamar a tu tío para...
—Tía, no estoy aquí por cuestiones familiares.— hizo una pequeña pausa, dejando que el ambiente comenzara a convertirse en uno tenso.

INSANEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora