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POV Narradora

El azabache se encontraba sentado en una silla enfrente de una pequeña mesa con sus codos apoyados en esta y sus dedos entrelazados moviendo un pie impaciente por que su invitado llegara, comenzaba a creer que no vendría, y si no venía su plan se vería arruinado y...

Toc, toc, toc...

Unos ligeros toques en su puerta le llamaron la atención y lo sacaron de sus pensamientos.

¿Sería el?

Se levantó de su lugar haciendo que la silla rechinara un poco contra el suelo. Se acercó a la puerta, esperó un momento, inhaló ondo, abrió la puerta y...

—¡Oh, Freddy! ¡Viniste!— dijo alegre el azabache mientras abrazaba fuertemente al de ojos azules, el cual sonreía algo nervioso.

—Claro que vendría, ¿por quién me tomas?— dijo este una vez Fred lo soltó de aquel abrazo.

—Pensé, enserio pensé, que no vendrías— rascaba este su nuca algo nervioso.

—Pues pensaste mal, vecino.— dijo entre risas el castaño al más alto de estatura contagiándole sus risas al contrario.

—Bueno, me alegro que hayas llegado tan a tiempo, la comida está recién hecha.— dijo este señalando el interior de su casa y apartándose un poco para que el castaño entrara, lo cual hizo.

Ya no había vuelta atrás...

—¡Genial! Me alegra haber llegado a buen tiempo.— el castaño avanzó dejando al azabache detrás de él para que cerrara la puerta.

—Si créeme que a mí también me alegra.— comentó este, más para sí mismo que para Freddy, mientras hacía una sonrisa totalmente enfermiza y retorcida. Cualquiera diría que parecía un psicópata apunto de matar a su próxima víctima.

—Me gusta la decoración de tu casa.— comentó de repente el castaño, inspeccionando cada parte de la casa del de ojos rojizos.

—Oh, ¿de verdad? Pues gracias.
—Sí, me gusta la combinación de colores que usaste...— dijo este ahora mirando las paredes de la sala, cocina y comedor.

—Vaya, parece que alguien sabe mucho de decoración.
—¿Ah? Oh, no.— soltó una pequeña risa negando con la cabeza.— La que sabe de decoración es mi novia, Joy... Aveces la voy a visitar a su trabajo y ella me comenta de la combinación de colores, tipo de muebles y todo eso...— finalizó este encogiendo los hombros como si no fuera algo tan importante.

—¿Novia?— preguntó el azabache avanzando hacia la cocina para comenzar a poner los platos y vasos en la mesa.

—Sí, mi novia...— recalcó Freddy suspirando recordando lo linda y amable que fue con él el primer día de clase, cuando lo ayudaba con tarea que él no lograba comprender, lo comprensiva que fue cuando le comentó sobre los problemas que llegó a tener con su madre, recordó que ella fue su pilar de apoyo cuando ya no podía más, cuando lo molestaban por ser asmático y cuando algunas veces tartamudeaba...

Su sonrisa angelical, su voz tan suave y reconfortante, sus mejillas sonrojadas cuando él le decía lo linda que se veía, sus hebras rubias cual oro puro, sus ojos azules como dos zafiros llenos de alegría, energía y amor, su nariz: pequeña y respingada, sus labios: ni tan finos, ni tan gruesos... Ella era la perfección humanizada a los ojos de Freddy.

El azabache se encontraba sacando del cajón los cubiertos que se usarían para la comida. Se quedó rígido al escuchar como Freddy suspiraba enamorado, de seguro recordando a la chica esa llamada Joy.

—Que chica tan afortunada.— comentó el azabache de espaldas al castaño mientras apretaba más fuerte el cuchillo que tenía en mano.— ¡Bueno!— se volteó para sonreírle amablemente al castaño a pesar de estar muriendo de celos en el interior. Se acercó a la mesa para poner el cuchillo en su lugar.— Me supongo que ya has de tener hambre, ¿no?— dijo este al escuchar como la panza del menor rugía.

—Estoy muriendo de hambre.— concordó el castaño.

—Entonces comamos.— dijo este sirviendo en cada plato una considerable cantidad de comida para ambos.

[...]

—Dios, estuvo delicioso, ¿quién te enseñó a cocinar?— preguntó fascinado el castaño mientras se pasaba su último bocado.

—Mi madre era muy buena cocinera, y bueno, me enseñó algunas recetas.— dijo este con simpleza mientras servía vino tinto en dos copas, de espaldas al castaño.

—Me encantaría conocer a tu madre, se escucha que es buena persona.

Fred se mantuvo rígido y tenso por un momento.

—Ella falleció...— dijo tratando de sonar afligido, y si que lo logró ya que el castaño preocupado se acercó a él y lo tomó de un brazo para que lo mirara, el azabache sostenía ambas copas en sus manos.

—Lo lamentó... Yo no...
—Descuida, está bien, no es tu culpa.— interrumpió el de ojos rojos al de menor estatura regalándole una pequeña sonrisa ladina.

—Pues brindemos por tu madre.— dijo este tratando de animar el ambiente mientras sostenía su copa con su mano derecha.— Y también por que esta amistad dure por mucho tiempo.— dijo chocando su copa con la del azabache mientras bebía un largo trago.

El azabache sonrió para sus adentras mientras pronunciaba un lento y bajo:

—Salud...— se acercó su copa a sus labios para sorber un poco de aquel líquido.

Unos cuantos segundos después, Freddy hizo una mueca al saborear el extraño sabor que tenía el vino.

—Oye... S-Soy yo o... Este vino está m-muy fuerte porque... Siento que... Siento que estoy muy mareado... Muy, muy... Mareado.— y así, el castaño cayó inconsciente al piso haciendo que la copa se rompiera y se derramara el líquido que esta contenía.

Mientras tanto el azabache sólo rió cínicamente mientras se tomaba su vino de un solo trago.

—Ahora eres solo mío...

INSANEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora