POV Meg
Mi respiración no puede ser modulada de ninguna manera, estoy en shock. Las lágrimas rebeldes buscan como bajar por mis mejillas, pero no permito... Sin embargo al ver a mi compañero arrodillado en el suelo, admirando el interior de aquel auto, hace que algo dentro de mi se destruya poco a poco.
Trato de articular alguna palabra pero simplemente nada logra salir de mi garganta. Las sirenas de los autos de mis otros compañeros policías acercándose se escuchan a la lejanía.
Finalmente logro moverme y comienzo a acercarme a paso lento hacia Gold. Su cara es igual a la mía: completo shock. Puedo percibir como toda fuerza se ha ido de su cuerpo.
Dejo a Gold atrás y me acerco a la escena del crimen, inspeccionando todo para darle algunos detalles a mis compañeros. Hay dos cuerpos dentro del auto y uno afuera. Un suspiro de pesadez y decepción sale de mis labios en cuanto veo las heridas de los cuerpos en el auto.
Estoy a punto de irme cuando...
—¡Ah!— una fría mano me toma de la muñeca. Mis ojos se abren en sorpresa y comienzo a tartamudear sin poder articular ni una sola palabra nuevamente. Su rostro está lleno de sangre y miedo. Desesperación gritando a flor de piel.
—¿Meg?— escucho los firmes y rápidos pasos de Gold que se acercan a mi. Yo solo sigo balbuceando y siento mi mano temblar.
—A... yu... da...— dice esa persona en un hilo de voz al mismo tiempo que de su boca sale sangre.
Esa simple palabra me hizo reaccionar.
—¡NECESITAMOS UNA AMBULANCIA! ¡TENEMOS UN SOBREVIVIENTE!— grité dirigiendo mi mirada a Gold a lo que él sonrió y tomó rápidamente su walkie-talkie.
Estoy emocionada por el hecho de que estaba vivo... Pero aterrada por el otro lado de que estaba gravemente herido, y ni siquiera estaba segura si podría llegar al hospital... O al menos no sabía si llegaría vivo...
[Actualmente...]
POV Narradora
—¿Qué habitación nos terminó dando?
—La 30.
—Mhm...— murmuró Gold mientras caminaba lentamente sosteniendo de la cintura a su esposa falsa, podían sentir ambos la mirada de la recepcionista. Caminaron y caminaron hasta que finalmente pudieron ver en la puerta el número de habitación asignado. La noche ya había llegado, dejando a la mayoría del hotel sin luz ya que ninguna de las habitaciones estaba siendo ocupada.Abrieron la puerta con cuidado, de esta salió un chirrido horrible de que le hacía falta mantenimiento, no les sorprendía el porqué era un hotel 2 estrellas. El olor a humedad invadió sus fosas nasales al mismo tiempo que el polvo se colaba y los hacía toser un poco. La cama parecía estar toda empolvada y grasosa, ni siquiera quisieron darle un vistazo al baño.
—Es un asco este lugar .— dijo Meg, leyéndole los pensamientos a su compañero. Gold asintió estando de acuerdo con su amiga, preferirían sentarse en el suelo antes que en esa cama. Se quedaron en el mismo lugar, simplemente mirando el horrendo cuarto con el ceño fruncido.
—Vamos, hay que cambiarnos y esperar a que esos chicos salgan. Tenemos que confirmar que sí son ellos, nuestras víctimas y secuestrador.— Megan asintió y se despojó del vestido, dejando al descubierto su brassier, calzoncillos y abdomen marcado.— No tienes vergüenza, ¿no?
—Como si te fueras a propasar conmigo.— aseguró esta bufando y rodando sus ojos. Gold la miró con una ceja alzada.— Ni de coña voy a entrar a ese baño, ¿tú quieres que me dé SIDA?— Gold suspiró y simplemente se giró mirando hacia la puerta de la entrada.