§ E I G H T §

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POV Narradora

Todo pasaba en cámara lenta.

"No, esto no puede estar pasando..." — se dijo en su cabeza el castaño una y otra vez. Comenzó a abrir los ojos, encontrándose con un escenario cubierto de sangre.

Lágrimas salían de sus azulados ojos y la cinta callaba sus sollozos.

Fred quitó su bate de la destrozada cabeza de la rubia con asco. Volteó a ver a ambos chicos dejando ver su cara con salpicaduras de sangre mientras sonreía.

—Fue demasiado sencillo... ¿No creen?— se escuchaba solo las respiraciones frenéticas de ambos chicos mientras miraban con terror al azabache.— Muy bien, ¿qué sigue? ¡OH YA RECORDÉ!— dijo este lanzando el bate lejos haciendo que se escuchara un golpe al impactar contra el suelo.

El azabache caminaba lentamente hasta llegar al armario donde anteriormente había encerrado al rubio ojigris. Sacó de este varias cosas pero les resultó imposible ver por la poca luz que había.

Fred comenzó a silbar mientras se acercaba nuevamente a ambos y se ponía de cunclillas frente a estos.

—¿Quieren jugar otro juego?— no los dejó siquiera responder cuando rápidamente se acercó a Golden y le retiró la cinta alrededor de sus manos, hizo lo mismo con Freddy dejándole la boca cubierta de cinta.— Este juego de llama "El que haga ruido pierde" ¿les apetece jugar?— preguntó este.

Freddy miró de reojo a Golden, estuvo a punto de quitarse la cinta de la boca hasta que sintió la mano del azabache cubrirsela.

—No, no, no, Corderito, no querrás perder y hacerme enojar ¿cierto?— dijo este acariciando su mejilla con la otra mano con dulzura. Freddy sólo negó con la cabeza mientras algunas lágrimas se formaban en sus ojos.— Qué buen chico...— contestó el azabache al ver la reacción del castaño dándole un beso en su frente.

Se acercó a Golden y le agarró la cara entre sus manos.

—Hummmm, ¿quién será el elegido?— dijo mirando directamente a los ojos grises de Golden como si los analizara para después mirar a Freddy.

—Un reloj... Hace tic... Y hace toc... ¿Cuantas veces este reloj hará tic-toc?— se levantó y ambos adolescentes lo miraban con atención.

—Tic, toc, tic, toc, tic, toc...— señaló al castaño.—Mi bello cordero, has sido elegido para mi juego...— dijo con entusiasmo mientras lo tomaba con delicadeza de un brazo para pararlo y ponerlo frente a la pared.

—De pie, Goldie.— ordenó este entre dientes. Golden obediente se levantó y fue hacia Fred con la cabeza baja. Sintió como los fríos dedos de Fred lo tomaban por las mejillas hasta que en un movimiento rápido le quitó la cinta de la boca haciéndolo soltar un quejido.— Azótalo.— dijo este entregándole un látigo lleno de varias cadenas finas de hierro que terminaban en pequeñas garras.

—Y-Yo... N-No... E-Ehm...— no se atrevía a desobedecerlo pero tampoco iba a azotar a ese pobre chico.

—Hazlo...— dijo este acercándose al castaño y tomar la camiseta que llevaba y romperla dejando su espalda morena al descubierto. Al ver como Golden no tenía intenciones de acerlo se acercó a él gruñendo.— Si no lo haces tú, lo haré yo.— declaró con el ceño fruncido. Golden abrió y cerró la boca, no podía decir nada. Fred lanzó un suspiro irritado.— Bien, lo haré y-
—¡No!— gritó Golden tomando fuerte el mango del látigo aferrándolo a él. Fred sonrío.

—Así me gusta... Freddy, tesoro.— llamó este al castaño.— ¿Recuerdas cómo se llama el juego? No hagas ruido o te irá peor...— dijo este haciendo parecer que su voz era más grave de lo normal.

—¿C-C-Cuántos-
—Su edad...— interrumpió este mirando la espalda del castaño. Se veía cómo está subía y bajaba por su frenética respiración.

"Es tan... Adorable."— Pensó el azabache.

—¿C-Cuál-
—23 años de edad.— volvió a interrumpir sonriendo.

Golden no quería hacerlo, pero debía...

"Perdóname, Freddy."

—¡Uno!— gritó el azabache haciendo que Golden cerrará los ojos y diera el primer latigazo en la morena espalda del de ojos azules haciendo a este retorcerse y gritar, pero no se escuchaban sus gritos por la cinta y por la risas del azabache.

—¡Dos!— otro más.— ¡Tres!— otro.

—¡Cuatro!— el castaño se hincó en el suelo al sentir como su piel era levantada por el látigo.

"Perdóname"

—¡Cinco!— el castaño siguió retorciéndose.

"Te juro que yo no quiero hacer esto"

—¡Seis!— esta vez se quedó clavada una garra suficientemente profunda como para que se trabara. —¿Qué esperas? ¡TIRA!— y así lo hizo, tiró de esta haciendo que la sangre del castaño salpicara en el rostro del rubio.

—¡Siete!— la piel del castaño estaba levantada haciendo que la sangre brotara.

—¡Ocho!— para este latigazo el castaño rasguñaba la pared en busca de otro dolor físico para distraerse del infierno que estaba pasando.

"Pater noster, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen... Ayúdame, señor... ¡AYUDAME!"— Comenzó a orar el castaño sintiendo como su espalda ardía, su boca se secaba, sus lágrimas corrían por sus mejillas y su vista poco a poco se tornaba negra.

Pero no se pudo desmayar ya que el siguiente latigazo lo hizo volver a arquearse y retorcerse.

—¡Nueve! ¡Diez! ¡Once!— el rubio solo obedecía hasta que la mano del azabache le hizo una señal de "Alto".

El castaño estaba de rodillas en el suelo con la espalda lastimada y temblando notoriamente.

El azabache se quedó admirándolo un buen rato.

Golden sólo pensaba al igual que el castaño.

"Dios mío, recapacitó... Ya no más tortura"

Se comenzó a escuchar unas risitas provenientes del azabache mientras se acercaba al castaño.

Le susurro al oído.

—Bien hecho mi amor, pasaste el primer nivel... Pero...— le quitó la cinta de la boca y volteó su cuerpo para que lo viera cara a cara.— Esta vez no va a ser tan fácil.— aseguró dándole un beso en su mejilla, después de esa acción se alejó y se posó alado del rubio.

—¡Doce!— gritó nuevamente. Pero no pasó nada.—Goldie, dije "Doce".

"Ayúdame, Golden... Ayúdame..."— dijo el castaño sin palabras, tan sólo con mirar al rubio a los ojos fue suficiente para que este soltara el látigo al igual que lágrimas.

—N-No puedo...— susurró este hincándose y tapándose la cara con ambas manos y comenzando a sollozar.— Ya no puedo hacer esto...— confesó recibiendo un bufido por parte del azabache.

—Bien, entonces compartirás el nivel dos con este-
—No me importa...— contestó alzando su rostro con lágrimas bajando por sus mejillas.

—¿Qué has dicho?— dijo atónito el azabache.

—¡Dije que no me importa!

Freddy y Fred sólo pensaron: "¿Qué?"

INSANEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora