Les recomiendo leer desde § LO SABE § para más contexto de cómo llegamos aquí. Así es: Fin del hiatus, gracias por su paciencia <3 los extrañé... Ahora sí... Que comience el capítulo 🖤
POV Narradora
—No...— murmuró la oficial, mirando como el auto en el que se encontraban aquellas dos personas que tanto estuvieron buscando y tratando de salvar, estaba destrozado de toda la parte de delante. El corazón de ambos oficiales está a mil por hora, sentían que en cualquier momento este se les escaparía del pecho.
Gold estaba blanco como el papel, sentía que un escalofrío lo recorría de pies a cabeza y el sudor se iba acumulando en sus manos y frente. — Mierda... — murmuró con suavidad mientras aparcaba el carro unos metros atrás del accidente.
El humo salía del auto ajeno, el sonido del motor seguía escuchándose pero eso no inmutó a ambos adultos, ya que el shock seguía en su rostro. Ninguno dijo nada, ninguno hizo nada... solo se quedaron admirando el carro...
—¡MIERDA!— Gold saltó un poco por la sorpresa y volteó rápidamente a ver a su compañera, la cual se encontraba jalando su cabello con fuerza y apretando la mandíbula.— ¡Estuvimos tan cerca de salvarlos! ¡PUDIMOS HABER HECHO MÁS!— gritó está sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas, lanzando una patada al aire para después gruñir, sintiéndose frustrada.
Gold no decía nada, sólo se dedicaba a observar la escena de crimen.
La respiración de la oficial Williams no puede ser modulada de ninguna manera, estaba en shock. Las lágrimas rebeldes buscaban como bajar por sus mejillas, pero no lo permitió, las sostuvo en sus ojos...
Después de un breve silencio, escuchando solamente un chiflido extraño proveniente del auto chocado, Gold comenzó a acercarse a este.
Meg se dedicó a quedarse en su mismo lugar, mientras que su compañero se arrodilló en el suelo a una distancia bastante corta, admirando el interior de aquel auto.
—Lo perdí... Yo dejé que esto ocurriera...— se dijo a sí mismo Gold en un pequeño susurro.
La mujer trató de articular alguna palabra pero simplemente nada logró salir de su garganta, ya que no tenía nada que decir. Fracasaron, fracasaron enormemente y ese peso de culpa no iba a desaparecer jamás. Las sirenas de los autos de sus otros compañeros policías en turno empezaron a hacerse presentes, ya que comenzaban a escucharse a la lejanía.
—Golden...— murmuró Gold al ver cómo del motor del auto se empezó a formar fuego. Eso prende una alarma en Meg, por lo que finalmente logró moverse y comenzar a acercarse a paso lento hacia él, para así tratar de hacerlo levantarse y alejarse lo más posible de la escena. Eso ya no le pertenecía a ellos, ahora esa escena era de los forenses.
"Pero no me puedo ir... no sin antes verlos una última vez..."— se dijo Meg internamente, pero por fuera solo frunció su ceño. Se siente pesada, sin fuerzas y sin ganas; pero ella sentía la necesidad de que debía de ir a verlos, se sentía obligada.
A paso lento, comienza a acercarse a la escena de crimen, dejando atrás a su compañero arrodillado. Meg aprieta los labios y comienza a inspeccionar todo lo que puede para así poder darle datos detallados a sus otros compañeros y a los forenses.
Por el momento su nota mental era: "Hay dos cuerpos dentro del auto y uno afuera. Todos sin vida. No hay más que agregar."— pensó al mismo tiempo que un suspiro de pesadez y decepción salía de sus labios. Sus ojos ahora fueron a los cuerpos que se hallaban en el auto: el de ambas víctimas. El cuerpo de ambos jóvenes estaba en un estado muy malo de desnutrición, ya que eran notables las costillas de los dos; sus ojos detonaban cansancio al ver las enormes ojeras violetas, casi negras, que tenían debajo de ellos; además de que estaban desnudos, tenían moretones: marcas moradas, azules, amarillentas y en algunos casos verdes, señal de que los golpes ya tenían tiempo... un cuerpo llamó la atención de la oficial, y al verlo, sintió su corazón estrujarse: el cuerpo de Golden, el primo de Gold, tenía un agujero de bala en su abdomen, el cual sangraba al igual que la boca de este.
Fue demasiado, se había torturado suficiente. Williams cerró sus ojos con fuerza y apretó sus puños, encajando sus uñas en las palmas. Se dio media vuelta, estando dispuesta a irse y así tratar de olvidar todo lo que había pasado. Pero...
—¡Ah!— una fría mano la tomó de la muñeca. Sus ojos se abrieron con sorpresa y comenzó a tartamudear sin poder articular ni una sola palabra nuevamente, tratando de pedirle ayuda a su compañero.
Los ojos de la peli blanca viajan al rostro ajeno, está lleno de sangre y miedo. Desesperación gritando a flor de piel.
—¿Meg?— escuchó los firmes y rápidos pasos de Gold que se acercan a ella. La de ojos amarillentos continúa balbuceando y sintiendo su mano temblar, la estaban agarrando con fuerza, por lo que se intentó zafar del agarre... Pero en eso se dio cuenta de quién era el que la estaba sosteniendo.
—A... yu... da...— dice esa persona en un hilo de voz al mismo tiempo que de su boca sale sangre.
Esa simple palabra la hizo reaccionar.
—¡NECESITAMOS UNA AMBULANCIA! ¡TENEMOS UN SOBREVIVIENTE!— gritó dirigiendo su mirada a Gold a lo que él sonrió y tomó rápidamente su walkie-talkie.
La mujer sintió cómo la fuerza en el agarre a su muñeca iba disminuyendo. — No, no, no... ¡No, hey, tranquilo! ¡No te duermas, la ayuda viene en camino!— los ojos del contrario comenzar a cerrarse y unos incomprensibles sonidos salían de su boca. — ¡Estamos aquí, vamos a llevarlos a casa!— dijo ella con una sonrisa que rápidamente fue sustituida por una mueca de desesperación. — ¡Diles que se apuren, maldita sea!— le dijo a Gold. —Quédate despierto. — rogó sintiendo sus ojos aguarse nuevamente.
Megan se sintió emocionada por el hecho de que tuvieran un sobreviviente, fue una sensación de alivio la que comenzó a inundar su pecho... Pero a la vez estaba aterrada por el hecho de que estaba gravemente herido.
Ambos oficiales pensaron lo mismo: no estaban seguros si lograría llegar al hospital... O al menos no sabían si llegaría vivo...