Let's Talk About Sex

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Nueva York

Jack

Con velocidad apresurada me dirigí entre los enormes rascacielos en dirección a uno en específico, al llegar aterricé con éxito en el balcón del apartamento y sin esperar permiso, abrí la puerta de cristal para entrar al interior del hogar de Jamie y Pippa. Miré la hora en el reloj que colgaba en la pared de la cocina y me di cuenta de que al ser medio día de un domingo, posiblemente haya alguien en casa.

–¿Hola?– esperé por una respuesta.

–¡Jack, en seguida voy!– me alivié al escuchar la voz de mi amigo proveniente desde la recamara.

Me senté en la silla esperando pacientemente a que mi amigo apareciera.

–¿Qué te trae por aquí?– me preguntó apareciendo por el pasillo en pijama.

–Vine por mi paquete– respondí con tranquilidad fingida, solo quería ir lo más pronto posible a Arendelle.

–¿Te refieres al regalo que le darás a Elsa por su aniversario?– cuestionó y yo respondí con una asentimiento.

–Lo tengo por aquí– dijo dirigiéndose a una puerta que resultó ser un armario lleno de misceláneos –Oh, aquí esta– dijo tomando de la repisa más alta la pequeña bolsa de regalos.

–Fantástico– me puse de pie para recibir el objeto.

–¿Y que le regalarás?– preguntó mi amigo quien se acababa de mudar a esta ciudad después de terminar la universidad y estaba próximo a casarse con su novia.

–Oh, no es la gran cosa para nosotros, pero seguro que en Arendelle les encantará– dije con seguridad –Es uno de esos ventiladores portátiles, lo conseguí cuando estuve por Tokio. Es tierno, incluso tiene orejitas de conejo– le mostré a Jamie la caja sacándola de la bolsa de regalo.

Mi amigo pareció confundido –Es lindo, ¿pero porque un ventilador?, no creo que la Reina de las Nieves necesite algo como eso– opinó.

Entendía a lo que se refería –Lo sé, yo también pensaba lo mismo, solo basta con un movimiento de su mano y puede causar una nevada, pero la ultima vez que estuvimos juntos ella no dejaba de decir "Hace mucha calor", incluso se le ponía roja la cara–

Jamie arqueó una ceja –¿Qué estaban haciendo cuando ella decía esas cosas?–

Lo pensé detenidamente y me encogí de hombros –Solo estábamos juntos–

El castaño soltó una sonora carcajada que hizo retemblar el apartamento.

–Uhhh, ¿dije algo?– pregunté al no comprender su reacción tan exagerada.

–Jack, amigo, no creo que ella...– hizo una pausa para volver a reír –Ella no se refería eso, estoy seguro–

–¿Entonces a que?– cuestioné al no pensar en otra explicación.

Él me lanzó una mirada de obviedad –¿Alguna vez ustedes dos han tenido sexo?–

La pregunta cayó como una tonelada de ladrillos sobre mi, me tomó tan desprevenida que accidentalmente solté la bolsa de regalo, la cual no dudé mucho en recoger del suelo alfombrado.

–Eh, no– me aclaré la garganta con nerviosismo.

–Jack... ¿si sabes lo que es el sexo, verdad?– era como si su mirada de desconfianza pudiera leerme como un libro abierto.

–¡Por supuesto que lo sé!– me defendí de inmediato –Es solo que no lo había pensado, nuestra relación es especial y va más allá de lo físico– argumenté.

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