The Question

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Atohallan

Elsa

–Bebé, espera– Jack me siguió por todo el interior del glaciar –No tienes por qué sentirte culpable–

Me detuve para girarme y verlo a la cara con lagrimas en los ojos –Te estas muriendo por mi culpa–

Él solo se rio –No me voy a morir– me aseguró con toda la calma del mundo.

–No lo sabes– dije dándome media vuelta de nuevo.

–Elsa, espera– me detuve y solo giré la cabeza para mirarlo.

Él agachó la mirada y tomó una respiración profunda acercándose a mí, repentinamente la levantó mirándome de forma galante –Preferiría vivir solo un día a tu lado que mil sin jamás haberte conocido– me dio una media sonrisa que en otra ocasión me habría parecido adorable, pero en esta ocasión solo me hacía enojar.

Arrugué el gesto en desaprobación y volví a caminar para entrar a una de las galerías del glaciar y sellarla con una gruesa pared de hielo.

–¡Era broma, Els!– lo escuché gritar tras el grueso hielo.

–¡Necesito un momento a solas, solo eso, por favor!– le supliqué.

Él pareció comprenderlo porque ya no insistió más –Okey, estaré aquí cuando estes lista para hablar– fue lo ultimo que escuché de él junto sus pasos alejándose.

Creé una cama de nieve y me tumbé sobre esta cerrando los ojos para reflexionar hasta quedarme profundamente dormida sin darme cuenta.

Horas después volví a abrirlos, me levanté de golpe sin saber cuanto tiempo había estado así, deshice la pared de hielo y me dediqué a llamar a Jack.

–¿Jack?– lo llamé una y otra vez buscándolo en cada recondijo del glaciar.

Finalmente llegué a una de las galerías que se me hacía familiar, ¿Cómo podría olvidarme de esta?, era aquí donde armé todo para nuestra cita fallida. Pero algo extraño sucedía, porque podía ver las paredes de hielo brillar con la luz purpura, entré encontrándome con el casi mismo escenario que yo había armado hace unos días.

–¿Cómo es esto posible?– me pregunté a mí misma.

–Ambos somos románticos empedernidos– la voz susurrante de Jack me sorprendió al sentir su aliento en mi oído –Aunque lamentablemente no pude conseguir el chocolate, solo encontré esto– detrás de su espalda sacó la botella de vino que había escondido por ahí–

Mis labios se volvieron una línea delgada –¿Y las copas?– pregunté.

–No pude encontrarlas tampoco– me respondió suspirando.

–Está bien, podremos arreglárnoslas– me acerqué a él tomando la botella y él me sonrió.

Ambos nos sentamos entre los cojines tomando vino directamente de la botella, pudimos haber creado dos copas de hielo con facilidad, pero ninguno de los dos se sentía con ánimos de hacer magia, nos sentíamos cansados; teoricé que esto era debido al hechizo al que nos habíamos sometido hace rato.

–¿Cómo te sientes ahora?– me preguntó Jack después de darle un sorbo a la botella.

–Mejor, necesitaba ese tiempo a solas– sonreí con vergüenza.

–Lo entiendo– asintió siendo tan comprensivo como siempre.

–¿Y que hay de ti, como te sientes?– cuestioné.

Él miró hacia arriba procesando la pregunta –Creo que... un poco mareado– rio dejando la botella a un lado, pude darme cuenta de que ya habíamos consumido al menos la mitad.

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