No podía dejar de verme en el espejo, llegada la noche. ¿Mi cabello estaba lo suficientemente limpio?, ¿la ropa me hacía ver mal?, ¿me veía muy arreglada? Mi cabello pelirrojo resaltaba sobre mi camisa blanca. Mis ojos cristalinos reflejaban todo lo que sentían, y mi cuerpo temblaba no solo por el fresco de septiembre. Estaba nerviosa. Me gustaba la sensación nueva, el problema era que no sabría controlarla enfrente de él. Su tono resonó del teléfono.
«¿sigue en pie lo de esta noche?»
Ahora se encontraba sentado en la ventana, esperando que sus padres pasaran por la puerta de su casa, en camino a su noche de ver estrellas.
«Claro, no perdería la oportunidad de darme cáncer»
Posado sobre el borde de la ventana, se rio inmediatamente tras leer mi mensaje.
«Extraña, el tabaco da cáncer, no la hierba»
Me encogí de hombros tapándome la boca, evitando reír por la ignorancia y evidente falta de conocimiento.
«Como lo iba a saber, soy una persona ejemplar, sin vida social, me siento orgullosa de no saber que causa la droga»
«No lo sientas como una droga, sino como el pasaje a una nueva vida, extrasensorial, en donde tu capacidad de pensamiento es superior al resto»«Dios mío ¿ya estás drogado verdad?»
Me volteo a ver a través de su ventana, moviendo su cabeza de arriba abajo en una manera muy relajada, imitando una persona que estaba en las nubes. Le sonreí. Noté que de la puerta de su casa provenían los padres de Noah, oí su auto arrancar, salir de su estacionamiento, y alejarse de mi vista.
«¿Lista para sentir el prodigio que causa la hierba?»
Asentí con certeza, intentando contemplar sus ojos tapados por la oscuridad que se aproximaba.
∞
Deje la ventana cerrada, baje lo ms rápido que pude, dejando atrás mi habitación con paredes lilas, lista para recorrer una nueva aventura. Al ver la altura del pasto de mi patio, su desigual crecimiento, comprendí que era hora de contratar a un jardinero. Ya no podía sentir el suelo por todo el pasto que lo cubría. Uno nunca sabe lo que puede brotar de aquellos lugares.El patio de los Walker era muy diferente, cortado perfectamente. Cuando su jardinero llegaba a cortar el pasto, se quitaba la camisa, provocando que babeara. Era un placer ver a Noah sudar y quitarse la camisa, mientras su cuerpo vibrado por el temblor que provocaba la podadora. Debería darle el puesto de mi jardinero personalSubí la media escalera que conformaba parte de la entrada de los Walkers, decidida a tocar el timbre, cuando Noah abrió la puerta posando su brazo hacia arriba a un lado de la puertaBienvenue au lieu de sérénité— dijo como anfitrión, extendiendo el brazo, invitándome a pasar—cuanto tiempo practicaste eso? — mencioné esbozando media sonrisaMirando hacia abajo, apretando los labios, declaró con vergüenza—una semana—quizá deba darte algunas clases—le expresé empujándolo con el hombro, bromeando por su acento exóticoSu casa ya no contenía las cajas de cartón, todo estaba limpio y acomodado, me sentía incluso sucia, aunque me había bañado dos veces en ese día. La sala parecía estar en paz, los cojines perfectamente acomodados rectos, sin ninguna arruga, pero en ningún lado encontraba aquella foto que sobresalía de una de las cajas de mudanza la cocina, que se encontraba al fondo, tenía un olor a cloro y limón muy agradable.—quieres algo de tomar? — me pregunto abriendo la puerta de su gran refrigerador sacando una cerveza Heineken—no gracias, no tomo— con el mismo movimiento devolvió la lata a su lugar, limpiando sus manos exageradamente en un trapo de cocina—que bien, es un asco—no tomas?, pregunte un tanto extrañada, este tipo realmente no es lo que esperaba, su atractivo no le abrió las puertas de la adolescencia. ¿será virgen?
El pensarlo me da dolor de cabeza, no puedo imaginármelo con nadie, y no quiero hacerlo. Lloraría por suponer en que compartió su sentimiento, su cuerpo, en el mayor acto de cercanía que dos personas pueden lograr.
No quiero que comparta eso con nadie que no sea yo.
—no me gusta, la sensación, el sabor, es desagradable— me pareció algo divertida la idea, éramos tan distintos a nuestros padres, que parecía que no fuéramos sus hijos—tú y yo, somos una desgracia para nuestros padres— expresé riendo, mientras él se servía un vaso de agua. Al oírme escupió el agua que había tomado en el vaso, provocando que tosería—te lo creo, al menos por mi parte, pero dudo mucho que tú seas una desgracia para tus padres, quizá solo por la falta de amigos— dijo riéndose por esa última parte—bueno, mis padres son sexólogos, no les gusta la idea de una hija como yoUn tanto intrigado, ladeo la cabeza preguntando—una hija como tú? —una hija virgen, sin vida social. Si buscas desgracia adolescente en el diccionario, aparece mi foto.
∞Su habitación no era lo que esperaba, imaginaba una copia exacta de una habitación de revista, esos que leen las mujeres sofisticadas, todo blanco y dorado, espaciosa, cortinas estilosas y varias alfombras decorativas sin motivo alguno.En cambio, era su propio pedazo de mundo, las paredes eran oscuras, el edredón de su cama tendida era negra, el piso era de alfombra, y su escritorio cargaba montones de libros que no eran escolares. Por oscura que fuera, era perfecta, no había error alguno, estaba inmaculada. El vidrio de la ventana no tenía mancha alguna y brillaba aún en la noche, la puerta de madera estaba resplandeciente, solo había lo necesario, ninguna tontería decorativa, parecía vacía. Justo antes de pasar la línea de la puerta, se quitó los zapatos, agarrando unas calcetas negras que se encontraban colgadas en la pared interior de su cuarto.—no permito que nada de suciedad entre a la habitación, mis padres tienen prohibido entrar, toma— extendió su brazo, ofreciéndome unas calcetas negras.Su cuarto olía a él. Su olor característico, uno que jamás había sentido. Por un instante me sentí en la gloria, inhalando ese olor, llenando mis pulmones de él, intentando llevarme una parte de él, adentro de mí. No quería que dejara mi cuerpo. Me hacía tan feliz que me dejara formar parte de su pedazo de mundo, que no notaba que me hablaba.—Camille! — de golpe salte, disculpándome, un tanto divertida por el salto olímpico que había dado—perdona, no había oído— rodó los ojos, y después de un instante camino hacia la ventana, que parecía de agua por su claridad—cada espacio tiene su propósito, este, por ejemplo, para fumar hierba— explico soltando su risa que tanto me encantaba, remarcando sus líneas de expresión—y también para verte
∞El olor a hierba pronto cubrió su olor, lo cual me entristeció un poco. Pero, por muy triste que estuviera no podía dejar de reír.—dios, ¿estás bien? Normalmente toma unas cuantas bocanadas— me pregunto a carcajadas golpeando su rodilla—esto es tan raro— dije riendo bajando la cabeza hasta mis rodillasMis sentidos estaban tan afectados que veía borroso. Tenía una tranquilidad intacta, sintiéndome en el cielo, justo como si patinara sobre nubes esponjosas. Contemplaba a Noah, enfocándome mis ojos solo en él. Su cuerpo formado, sus brazos fuertes, su mandíbula marcada, sus ojos que en ese momento conectaba al maple, el cabello negro de Noah y uno que otro rizo que caía en su cara; sus labios suaves que fueron creados para besar, su cuello que fue creado para ser besado. Me ofreció de nuevo el rollo de hierba, recargando su espalda en la pared suspirando fuertemente. Mientras inhalaba la ya no extraña sustancia, de repente pregunto:—en realidad eres virgen?El humo y su pregunta provoco que tosiera fuertemente, alzando la mirada, comprobando si lo preguntaba en serio—ni siquiera he besado a alguien— el aire cargado de humo, se volvió más difícil de respirar, se tensó el ambiente, sin dejar de mirarnos a los ojos. Esperaba una respuesta. Al no obtenerla, le pregunté con mucha inquietud—tu eres virgen? — abrió la boca y se lamió los labios, soltó un bufido con su media sonrisa que tanto conocía.—sí, pero si he besado a alguien— se retorció conscientemente, imitando su desagradable recuerdoDe nuevo reí sin ninguna razón, junto a él, muy complacida por su respuesta.
Prometí en ese instante, que haría todo lo posible por hacerlo reír, solo para sentir la maravilla de su efecto.
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Nuestra dulce tortura.
RomanceCamilie y Noah, quienes recientemente se habían conocido, forjaron una amistad igual de fuerte que un diamante. Pasarían todo su tiempo juntos, olvidándose de todo lo demás y de todas sus sombras. Pronto, su amistad se iría transformando, del amor h...