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El pay ya estaba listo, al retirarlo del horno, todo el aroma retenido broto hacia nuestras narices. El olor a manzana, canela y mantequilla. Era tan exquisito como la sensación de olerlo. Las risas continuaron por un tiempo. Hasta que tomamos asiento en el comedor de madera.

Marie y su esposo hablaban entre ellos, como Noah y yo hacíamos. Se oían las múltiples voces hablando.

¿Por qué tuve que escuchar?

—mi hermana me llamo esta mañana

—¿Hicieron la paces?—

Empecé a poner la mitad de mi atención a la conversación de Marie, aun poniendo mis ojos hacia Noah

—no— soltó un bufido, como burlándose de la idea— solo me ha dicho que su hija aún se encontraba en el pueblo

—te refieres que durante estos meses, ella ha estado sola?—

—lo sé!, pensé que había acompañado a sus padres—

—pobre niña, ¿sabes en donde vive?, debemos ver si está bien

Aun masticando, la señora Walker expresó una de las cosas más crueles y espantosas que puede haber oído en la vida. La que cambio todo.

—no, después de decir eso, me colgó— cogió un pedazo de pay muy indignada —pues debemos preguntar si conocen a alguna Angelina

El rostro de Nohi.

Nuestra dulce tortura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora