∞8∞

1 0 0
                                    

Noah

Una chica vendría a mi casa. Los dos solos. Una chica entraría a mi habitación por primera vez. Mi nerviosismo me consumía, haciéndome limpiar todo mi cuarto casi vacío, libre de toda de suciedad. Pero mi mente me hacía ver sus defectos y cualquier partícula de polvo. Nadie entraba a mi cuarto, ni siquiera mis padres. Únicamente había dejado a una persona entrar a ella, sin embargo parecía ser un recuerdo muy lejano. Pronto, después de limpiar por décima vez mi cuarto en esa semana, fui directamente al cuarto de baño para darme una tibia ducha, lavándome la cabeza rápidamente, como si no faltaran horas para que Camile pisara mi casa.

El tiempo pasó volando, justo como mis pensamientos. Nunca había fumado hierba con alguien más, y menos con una chica. Siempre lo había considerado algo tan íntimo, que jamás me hice la idea de compartirla con alguien. 

Pero Camile, no era solo "alguien", era... Camile.

Me carcajeaba de repente, al recordar el incidente de "me drogué por culpa del barbero, quien contamino el aire con su droga", justo cuando de reojo, logre ver la silueta delgada de mi vecina extraña, caminando hacia su ventana. Cogí mi teléfono del escritorio negro que me habían comprado mis padres al ingresar al colegio, y rápidamente saque parte de mi cuerpo por la ventana, sosteniéndome en su cómodo sillón, contando los segundos para admirar los ojos de Camile.

Nuestra dulce tortura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora