Somos eternos ... somos estrellas

Rebekah Rose Lestrange

Este mundo es más complicado de lo que aparenta, desde pequeño debemos aprender a mostrar una falsa sonrisa, debes saber modales de la alta sociedad, pobre de ti si no te sientas con la espalda recta y en silencio, no muestres ninguna emoción porque es debilitar al nombre de tu familia, en especial para las familias de los sagrados 28 como se hacen llamar, puristas, elitistas de mentes cerradas como una bóveda de Gringotts, ser mujer en este mundo y en una familia de los sagrados 28 es probablemente lo peor que te puede pasar, cuando apenas tienes la edad suficiente te ponen a la venta como si de un animal se tratara para volverte un simple ornamento de la sociedad, porque claro solo puedes casarte con un sangre pura de lo contrario serás inmediatamente un traidor a la sangre, además de volverte en la decepción familiar.

Nos encontrábamos camino a la mansión Black ya que fue seleccionada cómo la casa elegida para la tan esperada cena de los 28 sagrados, estaba con mi padre, mis hermano y la esposa de Rodolphus, siendo la familia Lestrange no había forma o manera en la que pudiera huir de tal cena, incluyendo el hecho de que conocería a la persona que tomaría mi mano en matrimonio que por una odiosa tradición no tenia derecho a preguntar de quien se trataba, por dentro los nervios me comían viva pero sabia manejar la situación y que los de mi alrededor no lo notaran, como era costumbre todos íbamos con vestimentas elegantes y de color negro, al entrar a la mansión Black sentía que el aire abandonaba mis pulmones y en el corazón sentía una daga en el corazón que a medida que caminaba se clavaba con más fuerza, al llegar nos recibieron los señores Black junto con su hijo menor a su lado, el y yo éramos amigos desde la infancia al igual que Narcissa, Lucius y Severus, ya que esas eran las amistades que teníamos permitidas, Siruis ya no estaba, había pasado 1 año desde su partida a la casa de los Potter, era una pena ya que siempre fuimos muy unidos, de no ser porque se escapó pensaría que el seria mi prometido. Poco a poco nos fuimos adentrando al salón de baile, lo cual no me desagradaba del todo, baile durante una hora, hasta que llego Cissy a sacarme de mis pensamientos.

- ¡Rebekah! Cuanto tiempo, cómo has estado? - dijo mientras me alejaba de la pista de baile.

- He estado bastante bien, ya sabes con todo lo de Bella y Rodolphus- dije mientras sonreía, ella era una verdadera amiga del montón de interesados y puristas.

- Ya veo, ¿es cierto que hoy anunciaran tu compromiso?

- Si, aunque creí que tu sabrías con quien estoy comprometida

- No cariño, aunque sospecho que Lucius lo sabe- dijo mientras buscaba con la mirada a su prometido.

- Cissy! Que gusto, te he buscado por todas partes- dijo Bella caminado hacia nosotras, a pesar de su extraña forma de ser llegamos a llevarnos mejor de lo que creí, tanto que se volvió una amiga para mí. - No estarás pensando en robarme a Rebekah, porque no lo lograras- dijo mientras tomaba una copa de whiskey de fuego.

- Claro que no, yo podre ser su mejor amiga pero ella siempre será tu hermana por ley- dijo mientras abrazaba a su hermana.

Seguimos conversando alegremente, hasta que fuimos interrumpidas por mi padre y el señor Black los cuales me escoltaron junto con mis hermanos a una habitación en la que se encontraba la señora Black y a su lado el primogénito de los Black, el cual portaba una caja de terciopelo verde en las manos, mientras empezaba a posesionarse en una rodilla y en ese momento lo supe.

-Rebekah Rose Lestrange, ¿me harías el honor de tomarme como tu esposo?

Y respondí con la única palabra con la que podría asegurar mi futuro

-Si, Regulus Arcturus Black, acepto ser tu esposa.

Después de eso se alzo colocando la sortija de la familia Black en mi dedo anular, que a mi parecer era una sortija bastante pesada, mi padre y Regulus estrecharon su mano como si de cerrar un trato de venta se tratase, la señora Black se aproximó a mi rodeándome con sus brazos formando un abrazo lo cual en su persona era algo bastante raro para finalmente decir: