Que la guerra comience

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Dicen que las mejores cosas y personas llegan cuando uno deja de buscar, y simplemente llegan, cambiando toda la vida que antes conocíamos pintando con nuevos colores nuestras vidas, dándonos alegrías, sacándonos sonrisas y haciendo nuestros dolores más llevadores, arreglando cosas que ellos ni siquiera rompieron, así fue como Lily Evans y Remus Lupin entraron a la vida de la entonces Rebekah Lestrange.

La pequeña Lestrange se encontraba sola en un compartimento del expreso de Hogwarts por petición de ella, intentando así olvidar el maltrato que su padre le había dado antes de partir a la estación de trenes que la llevaría al lugar donde podría olvidarse unos. Le había dejado las manos sangrando después de golpearle las manos repetidas veces tras haber tirado la taza de chocolate que llevaba en sus manos cuando el señor Lestrange le alzo la voz.

-Padre no, por favor, lo lamento mucho, lo arreglare- dijo la pequeña con desesperación mientras tomaba los trozos de la taza entre sus manos.

- ¡Nix! ¡la fusta! -exclamo haciendo que las lágrimas comenzaran a rodar por el rostro de la pequeña Rebekah.

- No, padre, por favor, solo con un Reparo estará todo en su lugar otra vez- dijo intentando hacerlo cambiar de parecer, pero era muy tarde la elfina ya le había llevado uno de los tantos objetos que utilizaba el señor Lestrange para maltratar a sus hijos.

- ¿Cómo va a estar todo en su lugar si tu no conoces el tuyo? -dijo tomándola de su cabello para alzarla del piso, mientras la pequeña Rebekah soltaba quejidos de dolor- solo de esta manera entienden los malagradecidos de tus hermanos y tú...pon las manos Rose- pidió con molestia el hombre, pero solo logró que Bekah llorase aún más- ¡que pongas las malditas manos! -esto hizo sobresaltar a la pequeña Lestrange, pero aun así consiguió extenderlas solo esperando el impacto de la fusta sobre sus delicadas manos- pobre de ti si intentas curarlas, solo podrás cubrirlas porque si me entero de lo contrario te sacare de Hogwarts solo para azotarte con más fuerza.

Fue así como la pequeña Rebekah colocó vendas en sus manos y sobre ellas unos guantes de encaje negros, lo suficientemente discretos para que nadie notase el incidente.

El sonido de la puerta siendo abierta la sacó de su ensoñación dejando ver una chica un año mayor que ella, portadora de una escandalosa cabellera roja y pálida piel con pecas en su rostro y ojos verdes como esmeraldas

- ¡Oh! Lo siento, creímos que estaba vacío- comento la Gryffindor, siendo seguida por un miembro de su casa y amigo, Severus Snape- soy Lily Evans- dijo extendiendo su mano a la pequeña azabache, pero no fue recibida.

- Se quién eres- dijo secamente apartando la mirada, pues sabía que la chica era repudiada casi por todos los miembros de su casa al ser toda una sabelotodo- y tu Severus no deberías de estar en compañía de esta gente- dijo haciendo énfasis en las dos últimas palabras.

- Bekah- advirtió Snape.

- Déjala Severus- respondió la pelirroja restándole importancia a la forma en la que la Slytherin la trataba- tus guantes son muy lindos- Bekah no respondió nada, porque creyó que de ese modo la pelirroja desistiría- ¿dónde los compraste? – Bekah rodo los ojos, pero aun así contestó

- Los mandan a hacer para mi- respondió esperando que Severus la llevase lejos de ahí.

- Que lindo, seguramente tus padres solo quieren que tengas lo mejor de lo mejor- esa fue la gota que derramo el vaso incluso Severus lo supo.

- ¡¿Cuál es tu maldito problema?! ¡¿no tienes alguien más a quien fastidiar Evans?! ¡¿eh?! -esto alerto a un grupo que iba por el pasillo del tren.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2023 ⏰

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