Somos eternos ... somos estrellas

Bajo las estrellas

El amor cosa tan impredecible como complicada, este puede traerte la mayor de las dichas o la mayor de las desgracias, pues todos somos ciegos en el amor y no podemos saber si las intenciones de la otra persona son buenas o malas. Ambos tanto Rebekah como Regulus sabían que en el momento en que contrajeran matrimonio no encontrarían amor, ya que por la imagen que sus padres les habían dado del matrimonio lo único que veían era todo menos amor, sin embargo, habían prometido llevar esa unión de la mejor manera para no acabar como sus progenitores, pero que equivocados estaban, nunca pensaron que se llegarían a enamorar y ambos debían de admitir que fue lo mejor que les pudo haber pasado, encontrar el amor en el lugar menos esperado, perderse una y otra vez en los ojos del otro para volver a su realidad y darse cuenta de lo afortunados que eran. Esa mañana fue la primera que ambos tuvieron en paz, sin tener que traer a sus familias siguiéndolos por todas partes para terminar los últimos detalles de la boda, pero ese día, un día antes de la boda finalmente habían logrado estar completamente solos, pues todos habían salido por una reunión en el Ministerio. Los dos azabaches se encontraban recostados en la cama de la joven Riddle, aun con sus camisones puestos mientras disfrutaban de la obscuridad de la habitación, Bekah tenía la cabeza recargada en el pecho de su amado mientras el peinaba con delicadeza su corta cabellera, ambos tenían la mirada fija en el techo de la azabache, pues en el podían contemplar las constelaciones del cielo nocturno sin la necesidad de que fuera de noche.

-          Rebekah- pronuncio en susurro el heredero de los Black llamando la atención de la mencionada para que así girara su vista al dueño de esos hermosos ojos grises- disfruto mucho estos momentos contigo, pero debemos bajar.

-          ¿Tenemos algún compromiso con nuestras familias? - dijo recargando ambas manos en el pecho de Regulus.

-          No que yo recuerde- dijo alzando levemente la mirada con diversión.

-          Entonces no debemos bajar- sentencio la Slytherin.

-          Si debemos Bekah-dijo con una sonora risa- o dime tu ¿entonces que comeremos?

-          Simple-dijo acercando su rostro al del menor de los Black para dejar un beso en sus labios para que este le correspondiera enseguida y tomara la mejilla de su amada para profundizar el beso, pero antes de que pudiera continuar la joven se separó con una sonrisa en el rostro dejando confundido al azabache- le diré a Nix que suba el desayuno- dijo mientras tomaba su bata para así salir al pasillo y llamara a su elfina, al volver Bekah pudo ver como su prometido la veía de pies a cabeza desde su cama- ¿por qué me ves así?- cuestiono con diversión mientras se acercaba lentamente hacia él.

-          Solo te admiro- dijo mientras una sonrisa se formaba en sus labios.

-          ¿Ah sí? -dijo subiendo nuevamente a la cama, pero esta vez sentándose sobre el regazo de Reg- ¿y dime qué ves?

-          A la perfección misma- dijo para atrapar esos labios rosas que tanto adoraba probar, mientras colocaba sus manos en la delicada cintura de su amada.

-          Ama Rebekah el desa... ¡oh! lo lamento-dijo la pequeña elfina apartando su mirada de la escena.

-          No te disculpes Nix- dijo bajando nuevamente para recibir la bandeja de comida- gracias- dijo para que así la elfina saliera con una tierna sonrisa en su rostro, en ese momento escucho un bufido por parte de Regulus quien se dejo caer en el colchón exageradamente- no hagas eso- reprocho la joven Riddle mientras llevaba la bandeja a su cama- tu fuiste el que dijo que quería comer, así que come- dijo extendiéndole una tostada con miel untada sobre ella, la cual recibió gustosamente.

Pasaron el resto del desayuno viendo las estrellas del techo mientras Regulus le relataba cada una de sus historias.

-          Esa es la constelación de Orión ¿lo ves? Con su famoso cinturón y escudo mientras enfrenta a Taurus- dijo señalando ambas constelaciones- fue hijo de Poseidón y de Euryale, se enamoró de las Pléyades, hijas de Atlas y Pleione, según dicen aun las persigue en las noches.