Nuestro hogar

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Ambos azabaches se encontraban frente  al fuego de la chimenea de su habitación, mientras mantas de seda cubrían sus cuerpos, había pasado casi un mes desde la boda y en todo ese tiempo estaban uno alado del otro, nunca habían sentido tanta felicidad en toda sus vidas, finalmente ya no había reglas, horarios, códigos de vestimenta, tareas diarias para mantener satisfechos a sus padres o tontos eventos sociales a los cuales asistir, eran solo Rebekah y Regulus y en esos momentos no podían pedir por algo más que eso. Regulus delineaba con su dedo los muslos de su amada, alzando así la tela de su camisón, mientras que ella solo podía observarlo con ternura.

-          ¿Qué ves? - cuestiono divertido después de sentir la mirada de Bekah sobre él.

-           A ti...solo a ti- respondió con una sonrisa plasmada en su rostro, haciendo que Regulus imitara su gesto y se aproximara a ella para cautivar sus labios y probar su sabor, ese sabor que tanto le encantaba, la ahora Black se sentó a horcadas sobre el regazo de Regulus sin terminar aquel beso, mientras el pasaba amabas manos sobre sus muslos descubriendo así esa parte del cuerpo de la azabache, ella comenzó a pasear sus manos por el dorso del menor de los Black para así desabotonar su camisa y retirarla, Regulus comenzó a recostar a Bekah en el piso con delicadeza y así sus pijamas comenzaron a sobrar y nuevamente se entregaron el uno al otro en su hogar.

A la mañana siguiente los rayos del sol comenzaron a intensificarse haciendo que la azabache abriera sus ojos con pesadez, al inspeccionar el lugar pudo darse cuenta de que ya no estaban más en el piso, sino que ahora estaban en su cama, por lo que dedujo que Regulus debió haberla cargado para así descansar mejor, al voltear su cuerpo hacia la derecha se encontró con el rostro relajado de Regulus, tenia el cabello algo alborotado lo cual a su parecer lo hacia ver aun más tierno, sus ojos cerrados permitían ver sus largas pestañas caídas, sus pálidos labios formaban una pequeña sonrisa, un pequeño sonrojo brotaba de sus mejillas dado al calor de la habitación, Rebekah no pudo contenerse más y comenzó a dejar pequeños besos por su rostro, el menor de los Black despertó y comenzó a buscar los labios de Bekah haciendo que ella se uniera a sus risas, aquel beso era lento, reconfortante y cálido, cómo el hogar, después de un rato se separaron para así conectar sus ojos con los del otro.

-          Si así despertare todas las mañanas, me alegro de que serán a tu lado-dijo mientras colocaba sus brazos en la cintura de la azabache.

-          Puede que no todas- dijo haciendo que aquella sonrisa se esfumara de los labios de su esposo- ¿qué acaso olvidas que en una semana volvemos a Hogwarts? - dijo haciendo que una sonora risa saliera de los labios de Regulus para después unir sus labios en un casto beso.

-          Eso tiene remedio- dijo estrechándola más hacia su cuerpo.

-          ¿No me digas que le sacaras provecho a tu título como premio anual? - cuestiono divertida.

-          Tal vez lo haga- dijo haciendo que ambos comenzaran a reír.

Después de un rato ambos comenzaron a arreglarse pues la mitad de sus pertenencias se encontraban ahí, mientras que la otra mitad se encontraban en Grimmauld Place para así no levantar sospechas sobre su ausencia en Londres y si llegaban a recibir visitas Kreacher los llevaba, ya que ahora más que nunca querían permanecer en su hogar, pues todo el lugar había sido amueblado y decorado al estilo victoriano pero menos ornamentado que de costumbre por decisión de ambos, el comedor que era el lugar donde se encontraban en ese momento tomando el desayuno había sido decorado con una alfombra color perla, con patrones bordados en azul grisáceo, del techo elevado colgaba un candelabro de oro blanco que por el momento estaba apagado, las cortinas de las grandes ventanas con vista al jardín trasero iban a juego con la alfombra para así resaltar la madera obscura de la mesa, paredes y pisos del salón y en la pared del lado izquierdo colgaba un hermoso cuadro de un pequeño pueblo en Crema, Italia, con edificios medianos de color amarillo y tonos de rosa, con calles de piedra y algunas bicicletas en la acera, en ese momento la Black escucho unas pequeñas risas provenientes de la cocina.

Somos eternos ... somos estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora