𝟐𝟑 - 𝐋𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐞𝐳𝐚

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Shen parpadeó y abrió los ojos. Los rayos del sol brillaban a través de las cortinas de su habitación, su mirada vagó fuera de sí, pero nadie estaba en la cama excepto él.

Gimiendo, se volvió de espaldas. Sintió un tirón incómodo en el costado del estómago, debe haberse movido demasiado ayer. Aún así, no pudo soportarlo más en la cama y se levantó con dificultad. Se dirigió lentamente hacia la puerta y, con cuidado, bajó las escaleras. No había nadie en las habitaciones inferiores, los demás ya habían desayunado.

Sin pensarlo mucho, se arrastró hasta la puerta principal. Tan pronto como la abrió, gimió y sostuvo sus alas frente a sus ojos cuando el sol del mediodía lo deslumbró. Después de acostumbrarse a la luz, miró a su alrededor. Para su alivio, solo Yin-Yu estaba de pie en el césped junto a la casa y miraba a lo lejos, ayer no había sido un sueño.

Dio unos pasos hacia ella. Ella no lo notó, la pava parecía estar sumida en sus pensamientos. Cuando estuvo justo detrás de ella, levantó las alas y con cuidado la rodeó por los hombros.

Ella se sobresaltó del susto. Solo cuando vio sus alas blancas, se calmó de nuevo.

-Oh, ¿estás despierto? - Ella se volvió hacia él - Pero no deberías ponerte de pie ...

Sostuvo un par de dedos de plumas frente a su pico, no quería escuchar una advertencia de ella. Ella cerró la boca obedientemente, lo que provocó una sonrisa en Shen. Ella nunca fue provocativa o imperiosa, lo que él apreciaba de ella. Pero luego su expresión se volvió seria de nuevo. Dejó que sus alas se deslizaran sobre sus alas y la miró directamente a los ojos.

-¿Estás realmente bien? - quería saber.

Ella bajó la mirada brevemente - Si, estoy bién...

-Te ves tan agotado - dijo.

Pero Yin-Yu negó con la cabeza - Es solo por eso que sucedieron tantas cosas ayer.

Los ojos de Shen se entrecerraron - ¿Ha pasado algo más? ¿Por qué no me despertaste?

Ella le sonrió - No, todo ha permanecido tranquilo hasta ahora y además, deberías dormir hasta tarde.

Ella le acarició la cara, pero para su sorpresa, él evitó su toque.

-¿Dónde está Shenmi?

-Está jugando con un par de muñecos de algodón que le regalaron.

Yin-Yu asintió detrás de Shen. De hecho, la niña del pavo real blanco estaba agachada en la hierba en el patio frente a la casa, también había hecho algunas figuras de origami entre las muchas muñecas.

Shen sonrió al verlo - ¿Ella comió algo?

-Muy poco - respondió la pava, pero antes de que Shen pudiera llamar la atención de su hija, ella lo detuvo con una pregunta.

-¿Por qué la llevaste contigo?

Shen hizo una pausa, luego la miró directamente a la cara - No le pregunté, ella simplemente se metió de contrabando debajo del equipaje. No pude hacer nada al respecto.

Yin-Yu miró hacia abajo - No habrían faltado muchas cosas y habría sucedido algo más.

Shen la agarró por los hombros con sus dedos como plumas - Cariño, te prometo que esto nunca sucederá.

Se miraron el uno al otro, pero las palabras de Shen no pudieron animar a Yin-Yu - Yo tampoco sé qué me pasa - continuó desesperada - Tengo una sensación extraña, he estado tan nerviosa desde esta mañana ...

El pavo real blanco la consoló en sus brazos - Esa es la ansiedad - la tranquilizó - Sabes cómo reaccionar bajo estrés.

Le acarició la espalda, Yin-Yu respiró hondo - Quizás tengas razón.

𝐄𝐥 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐡𝐨𝐧𝐨𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora