Vaya vida de mierda.
Es sábado, seis de la tarde y me encuentro entrando a la lujosa zona residencial de Los Ángeles dónde viven mis tíos replanteandome si debería darme la vuelta o no.
Las casas, o mejor dicho mansiones, que van de estilos coloniales hasta extra modernos están separadas por grandes jardines que les dan un aire de privacidad muy marcado a cada estructura, reduzco la velocidad al ver a varios niños en las calles y alguno que otro residente del lugar corriendo o caminando con sus mascotas y pocos minutos después estacionó frente a la entrada de la gran casa.
Apagó el motor, pero no bajo y la persona a mi lado tampoco parece tener intenciones de hacerlo.
—No creo que esto sea buena idea primis —murmura con la cabeza gacha mientras juega con sus dedos de manera nerviosa.
—Le dije lo mismo a Patrick, pero aún así insistió.
Al parecer a Laura se le olvido el tema de que golpee a Nelson brutalmente y la conmoción que sufrió al ver el violento acto en las redes así como el hecho de que no le quise explicar el porque, lo que no olvida y claramente no ha superado es lo que pasó en la fiesta.
No lo dice, pero es obvio que está muy, demasiado afectada.
En la semana que va casi no ha comido, duerme poco, no ha ido al instituto y literalmente es una chica completamente diferente a la que era el viernes pasado en la tarde, ayer ni siquiera salió de su habitación y hoy solo lo hizo cuando la fui a buscar para venir aquí.
Ni siquiera sabe que Dereck está en la casa y ese es otro que está en un estado que me preocupa, desde que llegamos a casa ayer en la noche solo se encerró en la habitación que le asigne y no salió de ahí desde entonces.
Ambos me tienen en extremo preocupada, pero en este momento debo admitir que Laura tiene más prioridad. Ella es energética, alegre y bondadosa, luz en general, pero ahora está retraída, apagada y desmotivada por completo.
—Lau, se que has ignorado el tema por completo, pero…
—Ali, no quiero hablar de eso —levanta la cara mirándome y en sus ojos veo desesperación.
—Lo único que quiero es que aceptes hablar con alguien.
—No es necesario.
—Necesitas un profesional.
—Lo aceptaré cuando tú aceptes volver a tus terapias —muevo mi vista al frente y asiento sin aceptar en realidad lo que dice.
Hace meses no veo a mi psiquiatra, debo hacerlo, de hecho he perdido el control tantas veces en estos meses que debía hacerlo hace rato y lo del lunes es un claro indicio de eso, pero no quiero.
He pasado desde medicamentos a terapias para controlar mis crisis, pero prefiero hacerlo por mi misma aunque muchas veces falle.
—Es diferente Lau.
—Lo es, pero es igual de grabé.
—Yo puedo controlar mis crisis… —me mira con reproche—. La mayoría del tiempo, pero tú ahora no eres la misma, quiero a mi prima de vuelta, quiero a mi hermana y para eso debes buscar ayuda —sus ojos se empañan y asiente.
—Lo voy a considerar.
—Bien…
Nos quedamos en silencio durante un largo rato mirando la casa, las luces de adentro están encendidas, pero las del jardín aún se mantienen apagadas debido a que el sol no se ha ocultado.
—No quiero ver a Kathia.
—Créeme que yo tampoco.
—¿Por qué mi hermana me odia tanto?
—Tengo la teoría de que es porque eres más bonita que ella —se empieza a reír y es la primera vez que lo hace en una semana, pero aún así yo me mantengo sería.
—Eso es ridículo.
—No lo es Lau, no hablo en un sentido superficial, al menos no por completo sino en uno más interno, eres una persona demasiado bonita y Kathia es el tipo de ser que no soporta que alguien sea mejor que ella en ningún sentido, pero en vez de mejorar destruye lo que considera superior a ella, o por lo menos lo intenta.
—¿De verdad crees que soy bonita persona? —hace puchero y no puedo evitar sonreírle.
—Eres la jodida persona más bonita que conozco, eres una hermosa luz Laura y no debes dejar que nada ni nadie te apague —una lágrima se le escapa y se lanza encima de mi abrazándome.
—Eres la mejor del mundo Alissa —susurra en mi oído y no puedo evitar sonreír aunque se que no es cierto.
—Si quieres podemos irnos, el abuelo lo entenderá —se separa de mi y limpia rápidamente un par de lágrimas que bajaron por sus mejillas.
—No, se pondría triste y es su cumpleaños, hay que complacerlo en esto —asiento no muy convencida y bajo del auto tomando mi cartera y el obsequio que le compré a mi abuelo.
Ella baja y la alcanzó para empezar a caminar juntas hacia la puerta, subimos las escaleras hasta la entrada y a los pocos segundos de tocar el timbre una muchacha de servicio nos abre la puerta.
—Señoritas, que bueno verlas… —nos saluda con alegría y es algo que no compartimos, pero aún así le sonreímos saludando con toda la amabilidad que nos permite el ánimo que nos cargamos.
Entramos y a los pocos segundos mi tío baja por las escaleras con una pulcritud increíble envuelto en un traje ocre.
Nos mira de arriba abajo y hago un recuento de nuestro aspecto.
Laura lleva un pantalón de tela suelta junto con una camiseta estilo francesa con mangas de volantes, zapatillas y una trenza suelta, yo por mi parte llevo un vestido de mangas a mitad del muslo, zapatillas deportivas y un abrigo de jean camuflado mientras mi cabello está recogido en una perfecta cola de caballo alisada.
Ninguna de las dos tiene maquillaje y e de admitir que nuestros rostros demuestran lo cansadas que estamos, pero ninguna tenía ánimos para banalidades o para tratar de cubrir nuestras miserias.
Finalmente su atención se queda en Laura y mi prima se acojona con la mirada que le da.
—Sabes perfectamente que no me gusta que pierdas clases y no fuiste en toda la semana al instituto —su tono es severo aunque no grita y me jode que ni siquiera pregunte primero como está.
Es decir, es obvio que no está bien, está más delgada, no mucho, pero lo está, se ve ojerosa, cansada y su ánimo obviamente está por el piso.
¿Tanto le cuesta notarlo?
—Lo siento papá, yo no…
—Sin excusas, espero que tus notas no bajen —ella solo baja la cabeza y asiente mientras yo por mi parte trato de respirar el doble para evitar soltarle sus mierdas a la cara—. Pasen, ya todos están en la sala —pasa por nuestro lado y me da la ignorada del siglo.
Me da gracia porque está molesto al verse envuelto en el escándalo de lo de Nelson al ser mi tío, pero la rabia que le tengo en este momento es mucho más que la que el pueda sentir hacia mí.
Tomo a Laura de la mano y con ella camino hacia la sala, al entrar un panorama bastante grotesco a mi parecer nos recibe.
Kathia, Gabriela y Caroline están en el sofá grande hablando sobre no se que mierda y mi abuelo está cerca de la chimenea con un vaso de coñac en las manos y una clara expresión de desagrado en el rostro.
Para alguien de afuera le parecería una escena normal, pero para mí que conozco muchos de los secretos de esta familia y toda la mierda que son es una escena horrible o grotesca como ya lo dije.
Nuestra entrada roba la atención de los presentes y es el abuelo el único que sonríe abiertamente caminando en nuestra dirección como si fuéramos su salvación.
—Mis pequeñas —llega a nosotras en menos de dos segundos y nos abraza a ambas al mismo tiempo envolviéndonos en un abrazo que no sabía que necesitaba, pero que siento me quita un peso enorme de encima.
El perfume masculino inunda mis fosas nasales mientras nos envuelve de manera firme y aunque es un poco fuerte me da un sentimiento de paz incomparable, pero también hace que mis ojos se empañen al recordar algo que no quiero.
«Era el que usaba mi papá»
Me aferró a él, pero toda mi atención es robada cuando siento las leves sacudidas de Laura a mi lado y los ligeros sollozos que suelta haciendo que el abuelo se separa y nos mire con preocupación a ambas, pero más a ella, mis ojos están aguados, pero ella llora a moco suelto sin poder contenerse.
—¿Qué les pasa mis niñas? —mira entre ambas al momento en que una lágrima rebelde abandona mi ojo derecho y la limpio con rabia—. Háblenme chicas, ¿Qué tienen? ¿Están bien? Laura… —centra su atención a ella y al obtener como única respuesta más sollozos me mira a mi—. Ali…
Quiero hablar, quiero gritar a los cuatro vientos todo, quiero decirle que Laura está destrozada por culpa de una maldita envidiosa, quiero decirle que ya no aguanto mi vida de mierda y que el peso del mundo se está volviendo demasiado para mí, que llevamos días sin dormir, sin comer bien, que lo necesitamos, pero lo único que hago es negar y sonreírle.
—Nada abuelo, solo te extrañamos mucho.
—Ya déjalas Edward, solo están exagerando porque son unas malcriadas —mi abuelo mira mal Caroline y su atención regresa a nosotras rápidamente tomando una mano de cada una.
—¿Están seguras de que todo está bien? Las veo cansadas y desanimadas —nos habla con ternura, pero la preocupación es aún más notoria.
Los ojos se me quieren volver a empañar, pero lo controlo y miro a Laura que suelta otro par de lágrimas, pero se las limpia con su mano libre y le sonríe como si nada pasara.
—Es que nos emocionamos al verte porque teníamos mucho tiempo sin hacerlo y te extrañábamos, eso es todo —habla en un hilo de voz.
Nos mira escéptico, obviamente no nos cree y me da un calorcito de esperanza en el pecho que no lo haga, pero no le quiero arruinar su día.
—¡Feliz cumpleaños! —exploto con falsa emoción sin exagerar y le muestro la caja de regalo rectangular con envoltura de color azul rey que guarda el regalo que le compré.
Laura parece notar lo que hago y toma la misma actitud que yo fingiendo una gran sonrisa.
—¡Oh sí, los regalos! El mío lo tengo en mi habitación, ya regreso —se va antes de que podamos decir algo más y al abuelo no le queda de otra más que suspirar y tomar el regalo que le tiendo.
—Gracias mi pequeña Rocky —me atrae hacia el y me da un gran abrazo y un beso el la cabeza a los cuales no soy capaz de negarme.
—Ábrelo, se que te va a gustar —le pido con una pequeña sonrisa cuando nos separamos.
Camina hacia uno de los sillones individuales con el regalo y yo me quedo cerca de la entrada con los brazos cruzados. Empieza a desenvolver el papel y al abrir la caja de cartón se observa una caja de madera ligeramente más pequeña con el sello de los habanos más famosos y caros de Cuba.
—No puede ser —abre los ojos muy sorprendido y su sonrisa se ensancha cuando abre la tapa y ve el contenido.
—Traídos directamente de la Habana —no puedo evitar sonreír con superioridad—. Son una de las cosechas más antiguas de tabaco y en verdad son muy fuertes así que ten cuidado cuando los vallas a encender.
—No se te pudo ocurrir algo más… No sé, con clase —la voz de Kathia es como el zumbido de una molesta abeja.
La volteo a ver sin ocultar mi odio hacia ella ni el aire despectivo en la sonrisa que le lanzó. Lleva un vestido champagne de mangas y escote recatado con unos tacones beige y el cabello lo lleva suelto, a eso sumándole varios kilos de maquillaje.
Quiere dárselas de señorita cuando es más zorra que una prostituta, sin intención de ofender a las prostitutas porque ellas al menos cobran por sus servicios.
—Fue más original que tú Kathia, me regalaste una corbata —la mira con burla y después regresa su atención a mi—. Buena elección Ali, es un muy buen regalo.
Antes de que pueda contestar Laura vuelve aparecer con un gran libro entre sus manos.
Llega hasta el abuelo y se lo tiende con una sonrisa.
Es un álbum de recortes.
Lo toma y lo abre empezando a ojearlo mientras mi prima se mueve nerviosa a mi lado, mi abuelo va pasando las hojas y sonríe al mismo tiempo que derrama un par de lágrimas. Cuando llega a la última hoja tarda un poco más en ella y sonríe abiertamente levantando la cabeza en nuestra dirección.
Contiene las lágrimas y se levanta, camina hacia nosotras y le da un gran abrazo a Laura, incluso más largo que el que me dio a mi.
—Es el mejor regalo que me han hecho en la vida —dice y es obvio que está emocionado.
—Solo es una tontería —Laura le resta importancia.
No, no es una tontería, lleva mucho tiempo trabajando en eso, busco mucha información y fotos para ponerlas ahí.
Es una especie de biografía con imágenes de la vida del abuelo y en ella incluye muchos mensajes de amigos, su historia, sus logros, fotografías nuevas, viejas y según lo que tengo entendido hay una página que es un homenaje a mis padres.
—Lo siento mi pequeña Rocky, pero este supera tu regalo.
—Lo se, me decepcionaría si no lo consideraras así ya que lleva meses haciéndolo —le confieso y Laura se pone roja a lo que el la vuelve abrazar.
—Feliz cumpleaños abuelo.
—Gracias mis pequeñas, me alegraron el día inmensamente —comenta con una sonrisa triste.
Me alegra que lo diga, pero a la vez me da rabia y tristeza porque era obvio que no lo estaba pasando bien antes de que llegáramos.
—Bueno, creo que ya es suficiente de cursilerías baratas —y tenía que salir Caroline para arruinar el momento.
El abuelo la ignora y nos invita a sentarnos con el en los sofás, quisiera negarme, pero no me atrevo al verle la ilusión y por mucho que no soporte a la mayoría en esta habitación Laura, pero sobre todo el abuelo merecen mi esfuerzo.
Nos empieza a preguntar cosas mientras le respondemos lo que podemos evitando ciertos temas, nos cuenta de que ha hecho y de lo bien que le va, habla sobre su empresa y yo le cuento que pronto podré empezar a inmiscuirme más en la de mi padre porque cumpliré la mayoría de edad, se emociona, pero yo no puedo hacerlo al recordar la fecha que viene después de eso.
Caroline, Gabriela y Kathia no dejan de hacer comentarios desagradables y despectivos mientras nos dedicamos a ignorarlas y yo trato de guardar todo mi veneno lo mejor posible.
Patrick desaparece a no se dónde mientras seguimos hablando y llega un punto donde el ambiente se vuelve tan pesado con las tres brujas que mi autocontrol flaquea, pero antes de que pueda decir algo el ama de llaves nos avisa que la cena está lista.
Lastimosamente ya estoy lo suficientemente harta, tanto que solo una provocación más puede ocasionar la tercera guerra mundial en esta casa.
Pasamos todos al comedor y el abuelo queda a la cabeza de la mesa como el homenajeado, Laura queda a su derecha y yo a su lado mientras junto a mi lastimosamente queda Kathia.
Tantos jodidos lugares en la mesa y tuvo que sentarse justo a mi lado.
La cena empieza con un muy incómodo silencio y juro que me cortaría las venas ahora mismo si no tuviera tantos asuntos pendientes. La comida es la favorita del abuelo y todos prefieren fijar la atención en sus platos, incluso Laura y yo que a pesar de no probar casi nada jugamos con la comida.
En un descuido un guisante que estaba moviendo con mi tenedor vuela del plato y ese es el inicio del caos.
—¿Puedes dejar de ser tan animal y comportarte? —la voz de Caroline se asemeja a una pizarra de tiza siendo arañada en mis oídos y el que Kathia la siga solo empeora todo.
—Eso es mucho pedir abuela, lo animal lo tiene en la sangre ya que es una cerda.
—Dijeron la bruja insoportable y la cucaracha sin gracia —comento con desdén y un poco de pereza siendo consiente de que ya mi lengua tiene vida propia.
Al abuelo se le escapa una risa que trata de disimular, Laura se encoge en su puesto negando y los demás me quieren matar con los ojos.
—Respeta a tu abuela y a tu prima Alissa.
—Um… Respeto —digo la palabra como si la saboreara y lo miro con burla—. Que buena palabra Patrick, deberías ponerla en práctica con acciones.
Y si, ya empecé con las indirectas.
Me mira mal, pero esa mirada oculta miedo al entender la clara referencia.
—Eres una vergüenza para esta familia, estamos en boca de todos por la atrocidad que hiciste con el amigo de Kathia. No entiendo cómo no estás en la cárcel por hacerle eso al hijo del alcalde —esta vez es Gabriela quien intercede.
—Se le llama tráfico de influencias y vergüenza da el que tu hija tenga amistades tan asquerosas Gabriela, pensé que eras más selectiva —la sonrisa de medio lado que le doy la pone roja de cólera y trata de hablar de nuevo, pero Patrick intercede.
—¿Podríamos cenar tranquilos por una maldita vez?, No arruinemos el cumpleaños de papá. Los problemas con Alissa se pueden resolver en otro momento —todos asienten y yo solo ruedo los ojos con fastidio.
Todos tienen un maldito problema conmigo porque yo siempre soy la del problema.
—Tienes razón hijo, no malgastemos nuestro tiempo en cosas tan insignificantes —la mirada que me da es una aclaratoria que lo insignificante para ella soy yo y su atención se va a Kathia a quien mira con adoración—. Mejor dinos mi Kathi, ¿Por qué tú encantador novio no vino a cenar con nosotros? —Kathia se tensa y yo estallo en carcajadas.
Dereck no sería tan “encantador” para ella si se entera que su familia está quebrada y que ahora el leoncito dejo la manada.
Por otro lado:
—Querida prima ¿Acaso no les has dicho nada? —la burla en mi voz es tan grande que se entendería hasta en Pekín mientras ella trata de decirme que me calle sin pronunciarlo—. Dereck le termino por zorra insoportable.
—¡Cállate maldita! —truena golpeando la mesa.
—Lo siento Kathi, no cayó verdades —me mofo más de ella—. Dereck te termino porque ya no te soportaba, palabras de el no mías… —hago una ligera pausa y luego le lanzo mi mejor sonrisa malévola—. Y porque te acostabas con Nelson —los ojos de todos se expanden y no sé si fue por la tranquilidad con la que solté el comentario o porque en realidad no sabían.
Creo que fue por las dos.
—¡Maldita mentirosa! —brama Gabriela.
—¿Qué? ¿No sabías que tu hija es una promiscua de primera Gabriela? Algo tuvo que sacarte.
—¡Cállate!
—Tranquila prima, mira que no dije que también estuviste con medio equipo de fútbol o que se la chupaste al profesor de álgebra para que no te aplazara la materia.
Todo explota.
Kathia se levanta de la silla tirando su plato lo que obliga a todos a levantarse también mientras se me abalanza encima.
Caemos juntas al piso y en una maniobra logro levantarme de nuevo en cuestión de segundos, pero ella también lo hace mirándome con el odio brotando de sus poros mientras los demás retroceden.
—¿Qué? ¿A la niña no le gusta que le digan las verdades o no quería que le quitaran la careta? —se me vuelve a venir encima, pero la tomo del cuello y la obligó a voltearse dejando su espalda contra mi pecho y no sé como un cuchillo termina en mi mano derecha mientras que con la izquierda la sostengo.
Es un cuchillo con filo el cual pegó contra su garganta, pero no la corto.
Todos se horrorizan y la siento temblar contra mi dándome un nivel de satisfacción descomunal.
—¡Patrick, has algo, va a matar a nuestra hija!
—¡Alissa, baja eso! —Patrick levanta las manos tratando de calmarme, pero lo ignoro.
—No tienes idea de cuánto quiero hacer esto —susurro en su oído y niega asustada.
—¡Alissa, Alissa por favor! —miro a Laura frente a mi solo que a unos pasos de distancia.
Luce asustada.
—Mírala bien Kathia —la obligó a mirar a su hermana—. Ella es la única razón por la que ahora no estás tres metros bajo tierra —le susurro antes de empujarla hacia adelante y soltar el cuchillo—. Por dios ¿De verdad creyeron que lo iba hacer? No podría lastimar a mi querida prima —suelto una ligera risa y todos me miran asustados.
—¡Eres una maldita!
—Busca un insulto nuevo, ese carece de originalidad.
—¡Muérete de una vez!
—A ver, mátame tu.
—Te vas a arrepentir de todo lo que me has hecho.
—¿Qué te hice boba? Deja de llorar que hay personas en el mundo pasando por cosas peores —al ver qué le devuelvo cada insulto con desinterés e inteligencia se desespera y de repente estalla peor a como lo había hecho ya.
—¡Maldigo la hora en que llegaste a esta familia Alissa, eres una bastarda, una basura que mi tío recogió por lástima porque la zorra de tu madre se le metió por los ojos! —grita histérica y todo el mundo palidece, se quedan mudos, atónitos y sin saber que decir o como actuar mirándome en espera de una reacción.
Kathia fue clara, lo dijo, sus palabras no dan para malas interpretaciones ya que literalmente confesó que Cristopher Carter no era mi padre biológico.
Empiezo a reír, si, a reír… Primero es una leve risa que va tomando fuerza hasta convertirse en una carcajada cargada de un júbilo y una diversión que en realidad no siento.
—Vaya Kathia —limpio una lágrima imaginaria de mi ojo—. Ya te habías tardado demasiado en usar esa información, admiro tu autocontrol —mi comentario la descoloca al igual que a todos los demás menos Laura quien aún está realmente sorprendida.
Era la única que no lo sabía.
—Alissa… —empieza Patrick de manera cautelosa, pero lo interrumpo.
—¿Qué? —me cruzo de brazos mirándolos con diversión mientras recargo todo mi peso en un pie sacando la cadera— ¿De verdad creyeron que no lo sabía?
—¿Desde cuándo? —es el abuelo quien pregunta está vez y su aura denota tristeza.
—Um, poco más de dos años.
—¿Y porque no nos dijiste que sabías?
—No lo se, tal vez quería saber cuánto iba a tardar Kathia en restregármelo en la cara, pero adivina que perra, llegas tarde con la información y sinceramente así no lo hubiera sabido no me hubiera afectado porque créeme que agradezco no tener tu sangré, las únicas personas vivas que valen en esta familia son ustedes… —Miro al abuelo y a Laura.
A los dos se les escapan las lágrimas y sinceramente yo siento que tengo un peso menos encima, pero como que me voy a quitar un par más.
—Entonces que bueno que ya no tenemos que fingir —suelta Gabriela y la miro de la manera más demoniaca posible, pero devuelvo la atención a su hija mayor.
—Lo que no te permito Kathia es que manches el nombre de mi madre, pero está vez te lo dejo pasar y ya que estamos destapando verdades familiares pues bien, juguemos.
Levanto mi dedo índice señalándolos a todos y finalmente me detengo en Patrick.
—Tu, tienes una amante que por cierto está embarazada así que felicidades por el nuevo miembro de la familia —todos sueltan exclamaciones de sorpresa posando su atención en el y su cara me da risa de verdad así que no me contengo.
—¿Qué? —Kathia se pone blanca como un papel.
Caroline parece querer morirse, el abuelo lo mira decepcionado y Laura… Pobre, ella es la que más pena me da, pero ya no me voy a detener.
—¡Cómo diablos te atreves Patrick! —Gabriela se altera—. Llevamos 19 años casados, te he dado los mejores años de mi vida ¿Cómo pudiste hacerme esto?
«Y dicen que yo soy la cínica »
—Oh esperen, aún no termino y sigo contigo Gabriela. Tu llevas más de ocho años siéndole infiel a Patrick con cuánta polla se te pega enfrente así que no te hagas la santa que el papel de víctima no te queda —voltea a verme con un movimiento que la niña del exorcista envidiaría.
—Mentirosa.
—No, no miento. Durante el mes que viví aquí después de la muerte de mis padres vi al menos a tres hombres diferentes acostarse contigo, otra cosa es que tú no te dieras cuenta de que te vi, asqueroso por cierto, y también te atrapé cuando regrese y ya tenía catorce así que no puedes decir que son inventos de una niña traumada, pero no sé alteren que todavía hay secretos que revelar.
—Ya deja de meter cizaña bastarda de mierda —volteo a ver a Caroline con una sonrisa maquiavélica peor a la que ya había puesto y traga saliva.
Rememoro lo que le tengo guardado y vaya que voy a disfrutar soltarlo porque me lo guarde por meses.
—Querida Caroline, sabía que me odiabas, pero no creí que fueras tan extremista ¿Tanto de jodió que tú hijo me dejara su fortuna como para mandarme a matar? —palidece y si, ella me mandó a matar.
Resulta que la chica que intento asesinarme en la clínica era una sicaria contratada por ella, Jorge corroboró la información más de tres veces.
Todo su odio hacia mi es porque nunca aprobó a mi madre y menos que su hijo me diera su apellido.
—¿Eso es cierto mamá? —Patrick la enfrenta.
—Yo… Yo.
—Responde Caroline.
—¡No! No le pueden creer a esta desquiciada —me señala y empiezo a reír de nuevo.
—Tal vez este un poco desquiciada, pero mentiras no estoy diciendo, cuando estaba en la clínica hace unos meses con mi costilla fisurada una sicaria con uniforme de enfermera intento asesinarme, pero mi querida abuela no contó con que tengo guardaespaldas muy bien pagados —hago un falso puchero—. La próxima vez esfuérzate más y no mandes a un novato a hacer el trabajo de un profesional —le guiñó un ojo—. Allá ustedes si me quieren creer, la verdad no me importa ya que guarde lo mejor para el final.
Paseo la mirada por la habitación dándome cuenta de algo, acabo de romper a una familia, bueno, ya estaba rota, pero la acabo de quebrar completamente y lo que voy a soltar ahora será el golpe final.
Mi atención va a la menor de los Carter que tiene lágrimas contenidas en los ojos mirando a todos con recelo mientras es abrazada por el abuelo.
Le doy una sonrisa de verdad sincera y de disculpas antes de decir:
—Lo siento Lau, pero esto es algo que no me puedo guardar —abre los ojos al entender a qué me refiero y niega, pero es tarde porque ya empecé a hablar—. Y finalmente tenemos a Kathia —la mencionada palidece—, resulta que ni siquiera el intento de asesinato de Caroline fue tan bajo como lo que le hizo está perra desgraciada a su hermana —la miro con asco.
—Cállate —brama entre dientes porque no quiere quedar expuesta.
—Nada de lo que ustedes han hecho es tan bajo como lo que está hija de la gran puta intento llevar a cabo.
—Ali no lo digas.
—Perdón Laura, pero tengo que hacerlo.
—Cállate Alissa, ya dijiste suficiente… —tiene miedo, pero tiro la piedra y ya no puede esconder la mano.
—¡Habla ya Alissa! —Patrick se desespera.
—Kathia, hizo que 7 chicos del instituto intentarán violar a Laura —suelto la bomba y mierda que era algo que necesitaba.
Creo que ni Hiroshima era tan potente al momento en el que fue lanzada, Chernobyl se queda corta con la toxicidad que se respira en el aire y si todo lo anterior los dejo atónitos a todos esto los dejo muertos.
Caroline y Gabriela están pálidas en sus lugares, tanto que parecen estatuas, Patrick niega sin poder creerlo, el abuelo mira de Laura a Kathia a mi con miedo, Lau rompió a llorar y Kathia baja la cabeza acojonada.
—E-eso no es verdad Alissa —Patrick niega—. Cierto que no es verdad chicas —mira a sus hijas y ninguna levanta la cara o lo enfrenta.
—Resulta Patrick que tú estás tan metido en tu mundo y en las piernas de tu amante que no te das cuenta de que ¡Perdiste el maldito control de tu familia! —le grito y ya no hay nada de diversión en mi tono—. Te la pasas recriminándome, juzgándome, diciendo que debo actuar bien ¿Y que hay de ti? ¡Mírate en un maldito espejo y abre los ojos! ¡Mira a tu alrededor! ¡Mira a tu hija por Dios! Laura tiene una semana en mi casa, una semana que no la vez y cuando lo haces ¿Que le dices? La regañas por perder clases.
El odio en mi voz es tanto que siento como mi sistema se altera por completo y me mira con culpa en los ojos, pero no se atreve a decir nada al igual que los demás.
—Dime, ¿Tanto te cuesta ver a tu hija menor y darte cuenta de que no está bien? —la señaló histérica y el la mira—.Tenias razón abuelo, no está bien, Laura no está bien, desde hace una semana casi no come, no duerme bien, tiene pesadillas y ¿Sabes porque Patrick? ¡Porque a tu hija la drogaron e intentaron violarla, pero tú te preocupas más por unas malditas notas! ¡¿Qué clase de padre eres?! ¡¿Dónde tienes los malditos cojones?!
Debo verme como una loca con la respiración agitada y la cara roja por la irá, pero suelto una sonrisa incrédula al ver su rostro de vergüenza.
—Yo no te tengo nada de respeto Patrick, ese te lo perdí cuando me di cuenta de lo imbécil que eres, pero por una vez en tu vida dale algo de atención a tu familia. Yo no golpee a Nelson solo porque no me lo trago, lo hice porque al maldito no solo le basto con intentar violarla sino que también subió un video donde la golpeaban, tocaban y besaban sin su consentimiento —me mira con los ojos muy abiertos.
—¿Qué video? —suelto una fuerte exhalación antes de tomar mi cartera que había quedado en el piso y sacar mi teléfono.
Lo desbloqueo y busco el vídeo en cuestión.
—Lo mandé a borrar cuando lo subieron y dado a qué literalmente apalee a Nelson frente a un montón de personas las cuales lo grabaron este video paso a segundo plano —se lo tiendo y lo toma con manos temblorosas.
—¿Me grabaron? —me pregunta Laura con dificultad y yo asiento de manera lenta.
—Por eso no había querido decirte porque golpee a Nelson, ya tenías demasiado con… —me veo interrumpida cuando Patrick reproduce vídeo y dado al volumen que tenía mi teléfono todos escuchamos lo mismo.
El estado de mi prima empeora a mi tío y al abuelo se les salen las lágrimas abrazándola, Gabriela y Caroline no saben dónde meterse y yo me renuevo incómoda y muy molesta en mi lugar.
El abuelo estrecha a Laura contra si aún más y agradezco que le de ese apoyo. El vídeo se termina y Patrick tiene una cara de impotencia descomunal.
Me pasa el teléfono y finalmente su atención se va a la culpable de todo esto.
—¿Qué carajos tienes que ver tu en todo esto? —murmura cada palabra de manera lenta mientras camina hacia Kathia.
Se queda frente a ella y la maldita tiembla presa del pánico sin poder subir la cabeza.
—Papá, yo no… —antes de que pueda terminar la toma de la barbilla con fuerza y la obliga a mirarlo.
—¡No te atrevas a mentirme Kathia, porque te juro que no respondo! —puedo ver a Patrick como un pelele, pero cuando se pone en ese plan da cierto miedo y el que Kathia lo mire asustada lo demuestra—. ¡Habla de una maldita vez! —brama furioso.
Kathia empieza a llorar y yo ruedo los ojos empezando a contar cómo pasó todo.
—El viernes pasado invitaron a Laura a la fiesta que siempre se hace después de los partidos, fiesta a la cual nunca la habían invitado, yo fui con la única intención de acompañarla porque algo no me cuadraba, pero Laura se molestó conmigo porque se lo dije y se separó de mi. En algún momento de la noche Kathia se le acercó y le dio un trago que la drogo, si no hubiera sido por un chico que me avisa a Laura le hubieran destrozado la vida y no uno, siete ¿Qué tan enferma tienes que estar para hacerle algo así a tu hermana menor? —termino mirándola con asco y si Patrick antes la miraba mal ahora le da una mirada que ningún padre debería darle a su hija.
—¿Eso es cierto Laura? —le pregunta sin dejar de mirar a Kathia mientras la suelta de manera lenta.
—Si papá… —acepta entre lágrimas y es como si a mí tío le dieran una patada en las bolas.
—Papá yo… —Kathia empieza a hablar y Patrick hace algo que nos deja sorprendidos a todos.
En cuestión de segundos su mano está impactando en la mejilla de su hija mayor con tal fuerza que la tira al piso.
—¡Patrick!...
—¡Tu te callas! —le grita a Gabriela cuando intenta interceder— ¡Tu te callas porque esto es tu maldita culpa!
—¡¿Mía?! Tu eres el que se la pasa en la calle con su amante bajo la excusa de que estás trabajando.
—¡Tu eres quien la ha malcriado así!
—¡Claro, y para ti que no has estado es fácil decirlo! —empiezan un toma y dame que me hace maldecirlos.
¿Esto es en serio?
—Pero no te quejas cuando vez las cuentas llenas de dinero ¿Verdad?
—¡Es tu hija!
—¡Y no sabes cuánto me avergüenzo de eso! ¡Date cuenta de lo que hizo, mando a violar a su hermana maldita sea!
—¡Debe haber una explicación para eso, seguro Alissa y Laura están mintiendo o sacando todo de contexto! —por primera vez Gabriela logra sorprenderme, pero antes de que pueda abrir la boca alguien más lo hace.
—¡Ya cállense, cállense de una maldita vez! —Laura grita al borde del colapso mirándolos con odió—. Dejen el drama que a ustedes ni siquiera les importa lo que me pase.
—Hija, eso no es cier…
—¡Si lo es papá! Si lo es, sino mira a tu alrededor. Alissa tiene razón en todo lo que dijo, ni siquiera te diste cuenta de cómo estoy y llevo 16 años siendo tu hija, se supone que debes prestarme atención, que mamá debería defenderme, pero mírala, tratando de justificar a Kathia.
Una lágrima se me escapa al verla tan rota mientras le da rienda suelta a todo lo que se ha estado guardando por años.
—Llevo años tratando de llamar tu atención, siendo la hija perfecta, portándome bien, sacando buenas notas, cumpliendo todas tus reglas, pero nada te es suficiente y mucho menos a mamá, ninguno de los dos es capaz de ver por mi y las únicas malditas personas que de verdad me muestran interés y cariño son el abuelo y Alissa.
Es la primera vez que la escucho hablar con tanto odio y estoy segura por la cara de Patrick que le pega mucho lo que dice.
—Alissa ha sido la única que me ha cuidado desde que regresó de Rusia, ha hecho todo lo que se supone que hace una hermana conmigo ¡Y ni siquiera es de mi sangre!
—Laura… —esta vez es Gabriela quien intenta hablarle, pero no la deja.
—Y les juro, les juro por mi vida que ahora mismo la quiero más a ella que a ustedes tres juntos —eso es un golpe bajo para ellos, pero para mí es algo que hace que mi pecho se acelere.
Sinceramente tenía miedo de que cuando se enterará que no compartimos un vínculo sanguíneo se alejara, pero lo que dice me deja claro que no lo hará.
—Ustedes no me quieren, ni siquiera se quieren entre ustedes porque solo son capaces de amarse a ustedes mismos y yo ya no quiero eso, no me da la gana de tener eso en mi vida y por eso hoy mismo me voy de esta casa y de sus vidas.
—No puedes hacer eso hija… —Patrick habla en un hilo de voz.
—Claro que no puede hacerlo, ¿Cómo te piensas mantener niña tonta? —Caroline mete la cuchara, pero antes de que pueda mandarla al diablo Patrick lo hace.
—¡Ya cállate mamá!... Laura, piensa en lo que dices, aún eres menor de edad y ni siquiera tienes a dónde ir.
—Me voy con Alissa —murmura no muy segura y todos posan su atención en mi—. Solo si tu quieres primis, si no yo puedo…
—Me ofende que lo dudes, nada me haría más feliz —le doy una sonrisa muy sincera y ella me la devuelve.
—Ni de chiste, no te vas a llevar a mi hija desgraciada.
—Si lo hará.
—Tu no te metas en esto Edward, yo fui quien parió a esta mocosa.
—¡Claro que me meto! Ustedes le están desgraciando la vida a mi nieta y eso no se los voy a permitir, si no se va con Alissa se va conmigo.
—Es mi hija y…
—Laura se va con Alissa y nadie se va a oponer a eso —me sorprendo aún más con lo que sale de la boca de Patrick.
Fue el primero que pensé que se opondría.
—Pero Patrick…
—¿No escuchaste a tu hija Gabriela? Lo que dice es cierto, la hemos lastimado y no nos dimos cuenta —se acerca a ella y cuando intenta tocarla no se lo permite así que da un paso atrás sin quitarle su atención—, pero no es verdad que no te queremos hija, o que no nos importa lo que te pase. Yo te amo con mi vida Laura, eres una de las cosas más preciosas que tengo y no tienes una idea de lo mucho que lamento todo esto, no tengo justificación y por eso voy a tratar de enmendar el que te sientas así iniciando por permitirte estar en un lugar en el que estés cómoda y te sientas apoyada, pero por favor no te alejes de mi, hija… Te lo ruego.
La voz se le rompe y Laura duda, pero termina asintiendo.
Patrick se voltea y su actitud da un cambio de trescientos sesenta grados cuando se centra en Kathia a quien Gabriela ya levanto del piso, da un par de pasos hacia ella y la toma del brazo pegándola a su pecho con brusquedad mientras está sollozando.
—Espero que entiendas que acabas de perder todos tus privilegios —le habla de una manera tan severa que no necesita alzar la voz demasiado para demostrar lo molesto que está—, agradece que no te echo de la casa o te entrego a la policía solo porque eres mi hija, pero a partir de ahora no hay más salidas, dinero, coches, regalos o nada parecido, vas a renunciar a todas las actividades extracurriculares y…
—¡Papá no por…!
—¡Te callas y me escuchas! No hay más porristas, amigos o nada… De aquí solo sales conmigo, en los recreos te vas a mi oficina y al acabarse las clases te regresas conmigo. Sin réplicas, sin quejas y sin nada, ahora mismo me entregas tu teléfono, computadora, tablet, todo. Me jodiste Kathia, intentaste desgraciar a tu hermana de una de las peores maneras y espero que nunca pases por algo así o que nunca sientas tanta decepción como la que yo siento hacia ti en este momento.
La suelta con desprecio y mira a Gabriela quien parece querer matarlo.
—Tienes prohibido interferir en esto, ya estoy arto, es más, quiero el divorcio… —en menos de un segundo pasa de furiosa a asustada.
—Patrick, no puedes…
—Si puedo Gabriela, lo estoy haciendo.
—¡Te vas a quedar sin nada si lo haces, te voy a quitar todo! —valla, es más interesada de lo que pensé.
Estábamos hablando de sus hijas y ahora solo piensa en el dinero.
—Inténtalo, pero te recuerdo que cuando nos casamos firmamos capitulaciones y tú me fuiste infiel primero.
Dushe Patrick, dushe…
Le da una última mirada de odio y se voltea en mi dirección cambiando nuevamente de expresión a una de cansancio y resignación.
—Te debo una disculpa Alissa…
—Yo no…
—Solo escúchame, si te la debo. Aún hay cosas en las cuales no te apoyo, pero te he juzgado mal así como también he hecho cosas que me avergüenzan. Te agradezco el que apoyes a Laura, el que la cuides y el que la defiendas aún sabiendo que no es tu sangré, pero quiero que entiendas que eres mi sobrina y siempre lo serás porque mi hermano era y siempre será tu padre —asiento.
—Lo se y no tienes que agradecerme por eso, tu hija es una persona maravillosa.
—Lo se y lamento no haber podido aprovecharla lo suficiente, por ahora solo te pido que la sigas cuidando y que por favor me avisen las cosas cuando pasen porque esto debí saberlo desde el principio —asiento—. También te pido una disculpa por mi madre…
—Eso no te corresponde a ti.
—Pero aún así…
—Sigo sin tenerte respetó, eres un pelele —se le escapa una escueta sonrisa, pero yo me mantengo sería.
Me da unas palmaditas en el hombro antes de asentir y alejarse.
—Ve a recoger tus cosas hija, puedes llevarte lo que quieras —le dice a Laura y ella asiente yéndose de inmediato.
Cuando se va el lugar se suma en un ambiente muy incómodo, Kathia sigue llorando, Gabriela está que no sabe dónde meterse, el abuelo mira a todos con decepción y es Caroline quien habla jodiendo todo aún más.
—Espero estés contenta, acabas de destruir a esta familia.
—No Caroline, los expuse, pero esta familia estaba rota desde hace mucho tiempo.
—Desde que tú llegaste, mi hijo cometió un gran error al…
—Ya cierra la boca Caroline, tu menos que nadie tiene el derecho de opinar aquí, más bien agradece que tu nieta no te denunció por intentar asesinarla.
—No puedes creer eso Edward.
—Si lo creo, lastimosamente si lo creo… —la mira con decepción.
—Lamento haber arruinado tu cumpleaños abuelo, pero no me arrepiento de nada.
—Tranquila hija, esto se veía venir solo que no pensé que está familia estuviera tan mal, por favor cuida a tu prima.
—Lo haré con mi vida, lo prometo.
—En cuanto a lo de tu padre…
—Por ahora no quiero saber nada respecto a eso —asiente entendiéndome.
—Cuando lo quieras hacer búscame…
(…)
Aceleró el paso mientras mis piernas piden un descanso, mi respiración es un completo asco, una capa abundante de sudor cubre mi cuerpo y me arden los pulmones a medida que trato de no desfallecer en el intento de terminar con el plan que me puse hace un par de horas.
Cuando salimos de la casa de mi tío la tensión estaba a mil, en todo el camino Laura se mantuvo en silencio y cuando llegamos a la casa solo me dio un abrazo muy largo y luego subió a su habitación encerrándose en ella.
Fue muy incómodo explicarle a Nana todo, tuve que confesarle que fue lo que paso desde la fiesta hasta la cena de hoy. Obviamente le oculte varios detalles, pero eso no evito que terminara regañándome por lo de Nelson a pesar de que me dijo que estaba orgullosa de mi por defender a mi prima.
Se qué el tener a Laura aquí para ella es agridulce, le gusta tenerla, pero le desagrada el motivo por el cual tomo esa decisión.
Dereck es otro caso, sigue sin salir de su habitación, ni siquiera acepto la comida según Nana y no sé que espera o que cree, pero no me estoy arriesgando el pellejo para que muera por inanición o depresión. Tiene que aceptar lo que le toca, por lo menos hasta que encuentre como solucionarlo.
Doy mi máximo por unos segundos más y detengo la caminadora reduciendo el paso lentamente hasta que se detiene completamente.
Las piernas se me doblan sin poder controlarlas y tengo que sostenerme de los soportes para no caer hasta que puedo llegar abajo y sentarme apoyando la espalda en el aparato, trato de controlar mi respiración agradeciendo que el esfuerzo me distrajo la mente por un momento y que a pesar del cansancio estoy más relajada.
Al no poder dormir me vine al gimnasio de la casa, pensé en salir a correr por los terrenos de la propiedad, pero una lluvia inesperada azotó todo dejándome sin opciones, podría salir igual, pero un accidente por un resbalón o un resfriado no son una opción en este momento.
Una botella de agua es puesta frente a mis ojos y levanto la cabeza encontrándome con una cabellera rubia despeinada en medio de la semioscuridad.
La poca luz que hay me permite ver sus ojeras, lleva un pantalón de chándal y una camiseta viéndose cansado y descuidado, pero aún así eso no le quita el atractivo que se carga.
—Llevo casi una hora viéndote correr al máximo en esa caminadora, necesitas hidratarte —tomo lo que me ofrece ingiriéndola casi a la mitad mientras se sienta frente a mi con actitud perezosa.
—¿Qué haces despierto a las cuatro de la mañana un domingo?
—Te podría hacer la misma pregunta, pero en cambio te voy a felicitar porque nunca he conocido a nadie con esa resistencia y eso que me muevo entre deportistas.
—¿Ya comiste algo? —niega y yo me muerdo la lengua para no regañarlo.
No tengo la moral para hacerlo.
—¿Por qué estabas corriendo?
—Necesitaba agotar mi cuerpo para emparejarlo con mi mente, la diferencia es que mientras más cansada está mi mente más piensa y eso es una jodida mierda. Lo único que logra despejar mi mente es el esfuerzo físico y los trabajos que hago para la organización —se tensa y eso me saca una sonrisa.
—Aun no entiendo cómo puedes hablar de eso tan tranquila, como si fuera…
—¿Normal? Dereck, cualquier cosa con la que se lleva años conviviendo es normal, crecí con esto y me voy por dos caminos cuando de ello se trata, ocultarlo a las personas que no lo saben o hablarlo abiertamente con quién lo conoce y tú ya lo conoces.
—Perdón, pero no me es fácil aceptar o digerir que eres una… —no termina la oración y al dejar la última palabra en el aire me hace divagar entre cuál usaría.
—¿Qué? ¿Mafiosa? ¿Criminal? ¿Asesina?
—No te quiero juzgar Alissa, te juro que no quiero, pero me es imposible no hacerlo.
—Lo se y créeme que lo entiendo, tu creciste bajo unas leyes morales que te hicieron imposible ver algo así normal, pero para nosotros lo es, esto es lo cotidiano aunque no lo creas.
—Pero son personas Alissa.
—Yo no mató a nadie inocente, todas y cada una de las personas a la cuales le he quitado la vida debían algo, pero nadie en esta vida es completamente inocente Dereck solo que todos se ocultan con máscaras, no me justifico, pero tampoco me arrepiento de nada.
—¿Tienes algún límite siquiera?
—No asesino niños, nunca le quitó la vida a niños, eso es demasiado bajo y si algún día lo llegó a hacer voluntariamente habré perdido el último atisbo de un alma que me queda —aceptarlo no me cuesta, pero si me asusta.
—Serias capaz?
—No te podría decir que no, te estaría mintiendo.
—Esto asusta Alissa.
—Seria raro si no, el miedo te demuestra que eres humano, lo que haces con el es lo que te define. Puedes superarlo y convertirte en un valiente o dejar que te domine y ser un cobarde ¿Qué eliges tú leoncito?
—¿Tengo opciones?
—El suicidio —se empieza a reír, pero yo no puedo compartir eso ya que lo digo muy en serio y el al notarlo vuelve a la seriedad.
—Entiendo ¿Cuándo… A qué edad mataste a una persona por primera vez?
—Acababa de cumplir 15 —abre mucho los ojos ante mi declaración.
—No se porque pensé que me dirías que fue hace poco… ¿No sentiste nada?, es decir ¿Remordimiento? ¿Culpa?
—No.
—¿En serio?
Trato de recordar lo que sentí en ese momento antes de responderle.
—Claro que si sentí algo, pero fue muy pequeño, solo que no es ninguno de los sentimientos que esperas.
—Entonces ¿Qué?
—Paz, satisfacción o por lo menos algo entre esas dos cosas aunque solo fue por un leve momento, algunos segundos porque lo único que vino después fue un gran vacío. No sentía nada.
—Eso me cuesta creerlo ¿Tan dañada estás? —lo miro sin expresión parpadeando un par de veces y el parece notar que lo que dijo pudo herirme, pero no fue así—. Lo siento yo…
—Si, así de dañada estoy. El hombre al que mate fue uno de los que entraron a mi casa el día que mataron a mis padres.
—Alissa, perdóname. De verdad no quise…
—No me lastimaste leoncito —le dedico una leve sonrisa—. Dañada si estoy y las verdades no suelen lastimarme —me encojo de hombros terminándome de tomar la botella de agua.
—A veces pareces un robot sin sentimientos.
—Quisiera que fuera así, pero para desgracia del mundo y mía siento demasiado —me levanto aún sintiendo los estragos del ejercicio en mi cuerpo—. Voy a tratar de descansar, buenas noches…
Y con eso último salgo de la habitación dejándolo sentado en el piso y seguramente pensando en todo lo que dije.
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Fénix "INCENDIO 1" (Borrador En Edición)
Action¿Que pasa cuando algo o mejor dicho alguien destruye tu vida y tú futuro? ¿Que ocurre cuando te destruyen en mil pedazos y te dejan roto para que nunca te puedas reparar? Todos los días pasan cosas horribles a personas que no lo merecen, cosas que l...