Capitulo 52

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Todos tenemos caídas, algunas físicas, otras emocionales, algunas fáciles, de esas de las que te puedes levantar, sacudir y seguir como si nada hubiera pasado, pero otras son fuertes, esas que te dejan tendido en el suelo revolcándote en el lodo sin poder levantarte por mucho que quieras hacerlo.

Esas son las peores.

Son las que te dejan luchando con tus propios demonios sin ningún arma y en tu estado más vulnerable, te dejan sin estabilidad, sin fuerzas, sin reparos y sin esperanzas. No hay luz, no hay un camino claro o algo que te pueda ayudar a levantarte y te terminan dejando tan destrozado por dentro que el dolor emocional termina convirtiéndose en físico porque lo sientes en la piel, en los huesos y en el corazón.

Son esas caídas que acaban con tu moral, con tus sueños, con tu fe la cual de por si ya era escasa, son esas caídas en las que solo puedes acurrucarte contra el suelo y llorar porque no hay nada que te lleve a flote ya y aún así tratas de buscar una esperanza, un salvavidas o por lo menos un intento de eso para sentir que no estás del todo acabado.

Es lo que ahora yo estoy buscando, es lo que necesito para poder afrontar todo lo que llevo cargando por años y que se intensificó el triple el último mes dejándome tirada en la lona sin ganas de levantarme.

No solo necesito un respiro, necesito un apoyo, necesito no sentirme sola y no sentir que me ahogo con mis propios sentimientos porque eso solo va a terminar llevándome por un camino que he estado evitando a toda costa los últimos años.

Por eso camino con decisión por los pasillos del hospital donde me dijeron que estaba.

En este punto cualquier golpe que me den resultaría fatal para mí, por eso cuando me dijeron que habían atacado a Sofía solo pude regresar después de haberme alejado de todo durante más de un mes, afortunadamente ya está fuera de peligro, pero me enteré muy tarde y ahora estoy buscando con desesperación a Matt por los pasillos de este hospital.

El corazón lo tengo hecho añicos, mi mente está destrozada y mi alma ya no existe, pero ahora solo puedo pensar en esa mujer, en lo fuerte que ha sido y en como deben estar sus hijos después de casi haberla perdido.

Y necesito abrazar a Matt, necesito decirle que estoy con el y que sienta mi apoyo, pero también sentir que recoge mis piezas porque anhelo sentirme así sea la mitad de bien de lo que me sentí la última vez que lo vi.

Logro verlo a lo lejos en el pasillo hablando con un doctor y apresuró el paso, está de espaldas y no me ve llegar, pero las pulsaciones se me acelera anhelando un abrazo y cuando estoy a pocos pasos de el lo llamo.

—Matt —inmediatamente se voltea y la expresión dura que me da me hace detenerme abruptamente a un par de pasos de el.

No hay abrazos, no hay sonrisas, ni siquiera hay miradas tiernas, aliviadas o cansadas, me ve con… ¿Odio?

Está pálido, con ojeras y bastantes golpes notables en el rostro que apenas están sanando, también tiene un cabestrillo en el que reparo y antes de preguntar que paso el me da un golpe directo a lo poco que tengo en el pecho.

—¿Qué haces aquí? —el tono agresivo y de desprecio me baja la poca emoción con la que venía y el estómago se me revuelve empeorando las náuseas que ya venía sintiendo.

—Yo…

—Sabes que, mejor no respondas que no me interesa. Vete de aquí Alissa y mejor no te vuelvas a aparecer —muchas veces las palabras duelen más que los golpes, pero no solo son las palabras, es la manera en las que las dices y el está hablando como si yo fuera su peor enemiga.

—Niño bonito, yo no…

—¡No me digas así! —explota sobresaltándome y no sé si es lo que pase este tiempo y lo que descubrí o que me esté hablando así cuando lo único que esperaba era un abrazo, pero los ojos se me empañan y las ganas de llorar son casi incontrolables.

Fénix "INCENDIO 1" (Borrador En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora