Abro los ojos de manera apresurada, pero los cierro al percatarme que la luz en el lugar es demasiado brillante así que me toma un momento acostumbrarme y cuando por fin lo hago veo que la habitación en la que estoy es completamente gris con manchas de sangre seca y moho en el piso, a un lado hay una mesa en donde están mi chaqueta del instituto y mi bolso.
Estoy amarrada en una silla fría de metal con las manos hacia el frente y hago un sonidito con mi boca al reconocer dónde estoy realmente, es uno de los cuartos de tortura de la fábrica, que es como llamamos a la sede principal de la organización en este país. No me sorprende estar aquí, así como tampoco me sorprende la persona que entra por la puerta con una sonrisa de prepotencia que me da náuseas.
—Vaya Wesley, que original de tu parte montar todo este numerito ¿Un secuestro? ¿De verdad?... Dime ¿Tardaste mucho en elegirlo? Porque créeme que es lo más cliché que pudiste haber hecho para está mierda de castigarme o lo que quiera Viktor —me empiezo a reír a carcajadas y hace una mueca de desaprobación.
—Fénix, fénix, fénix ¿Ni siquiera en esta posición te vas a doblegar? De verdad tienes pantalones ¿Sabes que hiciste enojar mucho a Viktor? —toma una silla y se siente justo frente a mi.
—Si, lo se. Digamos que es una cualidad que tengo ya que tiendo a hacer enojar a las personas con mucha facilidad, pero oye, déjame adivinar que me quieres hacer, te apuesto un millón de dólares a que me vas a golpear hasta que te ruegue que pares, eso no va a ser fácil así que mejor esfuérzate —sonríe, pero sin gracia alguna demostrando que no lo está pasando tan bien como yo.
—Adivinaste, tienes talento para esto, pero tranquila, voy a ser considerado y no me voy a meter con tu hermosa carita de muñeca —pasa su dedo índice por mi mejilla y yo apartó mi cara con odio dándole una expresión de perfecto asco—. Y todo por petición de Viktor, aunque veo que alguien ya se me adelantó —toca la comisura de mi labio donde tengo el golpe que me dio Patrick y me vuelvo a apartar.
—Termina de una buena vez con este jueguito ¿Si? Tengo cosas más importantes que hacer —la verdad no tengo nada que hacer solo que esto me aburre.
—Tranquila, lo rápido depende de tu cooperación —se levanta de la silla y va hacia el armario que está en un rincón.
En el se guardan algunos de los instrumentos de tortura que suelen usarse en estos casos y termino bostezando.
Cualquiera en mi lugar estaría aterrado y más si sabe lo que Wesley es capaz de hacer y es consciente del dolor que puede causar como yo que lo conozco bien, pero con la preparación y las experiencias que he tenido a lo largo de estos años no es algo que me afecte.
—Entonces no solo me vas a golpear, también me vas a torturar, eso sí es una sorpresa. No creí que Viktor llegará a tanto simplemente por no haber venido a una reunión y no contestarle una llamada —Wesley se aleja del armario y se voltea hacia donde estoy.
Se que lo hizo para darme miedo, es una típica técnica de intimidación, pero no lo logro, siendo sincera pienso que esto es demasiado extremista para una falta tan pequeña, pero ya que.
—No, no te voy a torturar porque Viktor no me autorizo, dijo que era demasiado extremista, lastima, pero igual me puedo divertir contigo —llega hasta donde estoy, me levanta de la silla y me observa—. Siempre he dicho que te ves muy bien con ese uniforme, pero te verías mejor sin el.
—Y yo siempre he dicho que eres un idiota, pero lastimosamente eso no se te va a quitar —le sonrió abiertamente y el muy imbécil me da un golpe en el estómago.
Me doblo inmediatamente debido a la falta de aire que me invade, Wesley tiene mucha fuerza y puede pegar muy duro. Cuando me reincorporo tiene una sonrisa estúpida en el rostro.
—¿No aprendes verdad? —me toma de la barbilla con fuerza.
—¿Qué? ¿Herí tú orgullo de machito mojabragras? —me rio en su cara—. Por lo visto tú estás aprendiendo a golpear, pero créeme, te falta mucho —me suelta bruscamente y me toma del cabello para hacerme caminar hacía atrás.
Una vez en el centro de la habitación toma mis manos atadas y las engancha a una polea anclada en el techo.
—¿Crees que eres muy chistosa fénix? —me deja colgada y se aparta un poco—. Te ves muy bien así.
—No me hago la graciosa Wesley, solo digo la verdad y yo me veo bien siempre —sigo sonriendo—. Con que así se sienten las personas cuando las amarro aquí, esto es nuevo —miro hacia arriba donde mis manos están amarradas.
—Bien fénix, es hora de empezar a divertirse de verdad —se quita la camisa dejando ver sus exagerados músculos llenos de tatuajes.
Tengo que poner todo de mi para evitar rodar los ojos por la presunción que desborda.
—Y como siempre, presumido, puedes darte prisa… Me está dando hambre.
Wesley me da otro golpe en el estómago, luego otro y otro, el último con mucha fuerza impacta contra mi costilla izquierda lo cual me causa un dolor punzante y agudo así que suelto una exhalación profunda mordiendo mi labio con más fuerza de la necesaria y termino sintiendo el sabor de mi sangre.
—¿Te dolió fénix? —hace un puchero fingido y me da otro golpe en el mismo lugar.
Solo emito un pequeño quejido y el se ríe a carcajadas.
—Siempre tan valiente, tan terca, tan… No, creo que no tengo palabras para describirte, son demasiadas las cosas que eres y eso es muy irritante, tu eres irritante —me da un golpe a puño cerrado en el rostro y la boca se me llena de más sangre que terminó escupiendo en su cara haciéndolo enojar.
Luego de ese golpe vienen muchísimos más, en mi abdomen, espalda, costillas y alguno que otro sin mucha fuerza en mi rostro. Wesley lo está disfrutando más de lo que debería, pero no le voy a dar el gusto de conseguir lo que quiere.
No gritó, no suplico y mucho menos lloro, pero si suelto una mezcla de quejidos, gruñidos y jadeos porque estos golpes duelen como el carajo. Muerdo mi lengua cuando siento otro golpe en mi costado izquierdo y creo que debo tener una costilla, o dos, fracturadas porque la punzada es diez mil veces peor.
—¿Sigues sin querer rendirte fénix? —me las arreglo para sonreírle y me da otro golpe en el rostro.
Escupo de nuevo la acumulación de sangre que había en mi boca y sonrió un poco más.
Mi nariz está sangrando, mi labio está reventado, me duelen varias costillas además de mi abdomen y no tengo fuerzas para sostenerme de pie, pero no, no le voy a suplicar una mierda.
—¿Rendirme? Yo no conozco esa palabra —le respondo con una sonrisa arrogante y negando con la cabeza.
—¿Ha no? —me golpea—. Suplícame fénix —al ver que no lo hago me vuelve a golpear con más fuerza en el abdomen—. Pídeme que pare —me da otro golpe está vez en el rostro y un par más en las costillas.
—Wesley —la voz suave, pero firme de Viktor se escucha en la habitación y Wesley inmediatamente deja de golpearme—. ¿No crees que ya fue suficiente? —Wesley baja la cabeza como el perro arrastrado que es.
—Señor, no creo que fénix haya aprendido su lección…
—Suéltala —Viktor lo interrumpe y Wesley da un par de pasos hacia donde estoy y me suelta de la polea donde estaba amarrada cortando la cuerda de mis manos con una navaja.
Caigo al piso y coloco una mano en mi costado como contención, no puedo sostenerme en pie pero, levanto la cara inmediatamente.
—No creo que…
—No hables Wesley —Viktor termina de entrar y se acerca hacia donde estoy, cuando está frente a mi se agacha, acaricia suavemente mi mejilla hasta llegar a mi mentón y lo sostiene con un poco de desde disfrazado de cariño—. No iba a dejar que Wesley te golpeara tanto, no me conviene dejarte indispuesta, pero al ver que no te dabas por vencida y como te burlaste de el decidí ver hasta dónde eras capaz de llegar y como siempre no me he decepcionado, demostraste una vez más que eres digna de estar aquí —escupo en el piso la sangre que se acumuló nuevamente en mi boca sin dejar de mirarlo.
—Yo no soy una cobarde —hablo con dificultad, pero sueno más firme de lo que creí que sonaría para el estado en el que estoy.
Tampoco es que sea de piedra, obviamente se que tantos golpes probablemente signifiquen una ida al hospital para mí.
—Lo se muy bien, eres una guerrera, un ave de fuego que renace de las cenizas, pero aún así eres humana y se que sientes dolor solo que lo soportas mejor que muchas personas que conozco, incluso que el idiota de Wesley. Sangras como cualquiera y eres muy bonita como para tener el rostro así, por eso espero que no me vuelvas a fallar y la próxima vez que te llame procura contestar, sabes que odio que no lo hagas ¿Entendiste? —su tono es suave, pero no oculta la amenaza.
—Si señor —niega con la cabeza.
—¿Dónde quedó lo de tío? Sabes que te quiero mucho y no me gusta hacerte daño, solo tienes que aprender que a mí se me obedece —asiento sin dejar de mirarlo ni un segundo a los ojos.
Sus comentarios pasivo agresivos me irritan.
—Si, tío Viktor —en su boca se dibuja una sonrisa de inocencia, pero la verdad es que oculta al mismísimo demonio en ella.
—Así me gusta, por algo eres mi favorita —se levanta y se dirige hacia Wesley—. Ya te había dicho que no quería que le golpearas el rostro, pero te lo voy a dejar pasar. Llévala a la puerta con sus cosas —se limita a asentir y Viktor sale de la habitación.
Wesley toma su camisa y se la pone, luego llega hasta donde estoy y me pasa mi chaqueta, la tomó mirándolo con desprecio y aflojo mi corbata ya que siento que me estoy ahogando aquí dentro. Cómo puedo me levanto, pero me tambaleo de inmediato y Wesley me toma para evitar que me caiga.
Lo empujó y me estabilizó un poco más, lo suficiente como para caminar, pero no puedo evitar tomarme de la pared de un lado con una mano y sostenerme el costado con la otra.
«Duele como el demonio»
—¿Dónde está mi bolso? —no me responde, se limita a ir hasta la mesa, en la silla que estaba al otro lado está mi bolso el cual toma y me pasa.
Tiene tanta vergüenza que no es capaz de hablarme.
Salgo de la habitación con un poco de dificultad, paso por el pasillo poco a poco con Wesley detrás de mí hasta llegar al ascensor, odio este lugar y siempre lo he dicho, pero ahora lo odio un poco más.
Al llegar al ascensor Wesley presiona el botón para abrirlo.
—Pásame tu celular —le pido al hombre a mi lado.
Ni siquiera me mira cuando se lo saca del bolsillo y me lo pasa desbloqueado, marco el número de David y pasan varios tonos hasta que contesta.
—¿Qué pasa Wes…? —lo interrumpo antes de que termine la oración.
—¿Estás en la fábrica? —le pregunto con dificultad.
Me estoy empezando a sentir mal.
—¿Alissa? ¿Qué haces llamándome de…?
—Solo respóndeme —le exijo entre dientes.
—Si, ¿Porqué?... ¿Qué sucede?
—Espérame en el estacionamiento por favor, lo más cerca del ascensor posible —limpio un poco de sangre que está saliendo por mi nariz y siento que no voy a durar mucho tiempo así.
El ascensor llega y nos subimos a el, Wesley toca el botón del estacionamiento y este empieza a subir, estamos en el último piso subterráneo.
—Claro, estoy cerca, pero…¿Estas bien Alissa? —cuelgo porque no quiero ni puedo darle explicaciones.
Luego de unos momentos el ascensor llega al estacionamiento y salgo muy despacio caminando con dificultad, David está afuera recostado de su coche, cuando levanta la mirada y me ve corre inmediatamente hacia donde estoy con una expresión de terror en el rostro.
Me quedo en mi lugar a unos pasos de el cuando ya no puedo sostener mi propio peso y me derrumbó, espero el golpe del piso, pero no llega porque David ya me tiene entre sus brazos.
—¡Mierda! —su voz se escucha lejana y lentamente mis ojos se van cerrando—. Alissa, Alissa no te duermas… —y ya no lo escucho más.
Soy vagamente consciente de como me carga y luego me deja en lo que supongo es el asiento trasero del carro.
Al abrir los ojos de nuevo todo lo que me recibe es oscuridad, parpadeo un par de veces para poder ver algo y cuando lo logro noto que es mi habitación, me siento bruscamente en la cama e inmediatamente llevo una de mis manos a mi costado izquierdo.
Me duele todo el cuerpo, pero el dolor en esa zona se intensifica cada vez más al punto de ser casi asfixiante, mi cabeza palpita y mi rostro arde haciéndome recordar cómo es que estoy en esta situación. Apartó la sábana que me cubre y bajo los pies lentamente de la cama para darme cuenta de que aún tengo el uniforme manchado de sangre, pero no tengo zapatos ni corbata.
Me levanto con cuidado de la cama y me tambaleo un poco debido al hormigueo en mis piernas dándome a entender que me debieron de haber inyectado algún calmante, camino lentamente hacia el baño y una vez en el trato de quitar mi ropa lo más cuidadosamente posible, aún así no puedo evitar lastimarme.
En la ducha bajo la vista hacia mi abdomen y este está lleno de moretones que se están formando, grandes manchas entre rojo y morado que me hacen maldecir internamente y trato de respirar con profundidad, pero cada respiración es como si me enterraran diez mil agujas en el torso.
Termino de ducharme y salgo del baño envuelta en una bata, voy directo hacia el closet y me detengo a mitad de este donde está un espejo a cuerpo completo. Me quito la bata y lo que miro no me gusta.
Toda el área de mi abdomen, espalda y las costillas están marcadas, mi rostro también tiene moretones, mi labio roto y la parte baja de mi ojo morado junto un corte en la nariz me dan una imagen deprimente que me hace abrazarme a mi misma al sentir frío y una lágrima cae por mi mejilla.
La limpio rápido y me vuelvo a cubrir con la bata.
Me cambio por un pijama que consiste en una camiseta de tirantes, un short y una bata también, cepillo un poco mi cabello, cosa que me cuesta un infierno y salgo de la habitación caminando lentamente por el pasillo hasta llegar a las escaleras y bajo con cuidado cada escalón hasta que llegó abajo con intención de ir a la cocina, pero me detengo al llegar a la sala y escuchar voces.
—Se que está preocupada nana Lina, pero ella va a estar bien, es más fuerte de lo que cree —esa es la voz de David.
Está hablando con mi Nana.
—Es fuerte físicamente, lo suficiente como para soportar todos los golpes que recibió y hasta más, pero los golpes emocionales son mucho más fuertes aunque ella no lo quiera aceptar. Hoy estuvo… —entro a la sala y mi Nana se calla.
—Estoy bien —digo firme y sería, pero no tan segura.
—Alissa… No deberías estar levantada —me reprocha David.
—Ya dije que estoy bien —lo miro con severidad al afirmarlo.
No me gusta que me traten como una niña y el lo sabe.
—Buenas noches… —la voz del hombre que entra a la sala saludando me hace girarme.
Es un doctor y amigo de la universidad de David que ya me ha atendido antes.
—Buenas noches Felipe —le respondo y vuelvo a ver a David.
—Alissa, deberías estar en cama —trato de hablar, pero no me deja— y no, no estás bien en lo absoluto. Recibiste demasiados golpes en lugares que bien te podrían afectar varios órganos, no estás en el hospital solo porque David me exigió explícitamente que te atendiera aquí —bufo con fastidio, pero no le objeto.
—¿Qué calmante me diste? —sonríe levemente.
—Cortisona ¿Por qué? —llevo mi mano hacia el costado y me inclino un poco sintiendo que me voy a desplomar de nuevo.
—No está funcionando —David se apresura a tomarme y me ayuda a sentarme en uno de los sofás.
—Si funciona o bueno, mejor dicho funcionó, solo está pasando el efecto porque ya hace unas horas te lo inyecte —me explica con calma y una sonrisa burlona.
Desde que lo conozco ha sido así.
—¿Cuánto estuve inconsciente? —me apoyo del respaldo del sofá y trato de respirar, pero cada que el iré entra el dolor se intensifica.
—Varias horas —Felipe toma un maletín y se sienta a mi lado empezando a buscar algo.
—Creo que tengo rota una costilla —hago una mueca de dolor.
—Seguramente, es probable que tengas una fisura y por eso es importante hacerte una radiografía para saber la magnitud del daño, mientras tanto te voy a inyectar algo más fuerte antes de que el dolor se incremente —saca unas cosas del maletín.
—¿Morfina? —el asiente y yo suspiro.
Creo que lo necesito.
Justo en el momento en que va a clavar la aguja en mi piel entra Jorge interrumpiéndolo.
—Señorita… —solo asiento y el continua hablando—. Afuera está el comandante Smith acompañado de otro coche que no reconozco ¿Abro la reja? —esto si es raro.
El comandante Smith no me visita muy seguido.
O mejor dicho nunca.
—Si, hazlo pasar —Jorge solo asiente y da instrucciones por el comunicador de su oreja.
—No creo que deberías atenderlo —David me regaña de nuevo con los brazos cruzados.
—Estoy de acuerdo mi niña, yo le puedo decir que estás indispuesta y no quieres recibir visitas —defiende mi Nana y yo niego.
—No Nana, lo tengo que atender. Si está aquí es por algo y voy a hacer que se valla rápido —en realidad solo tengo curiosidad de saber a qué vino y quien está con el.
—Entonces vas a tener que esperar por la morfina, no vas a poder atenderlo con ella —lo miro mal.
—¿En serio? —el asiente.
—Es tu decisión —tocan el timbre de la puerta y yo pongo los ojos en blanco.
—Esta bien, que sea rápido entonces. Nana abre y diles que esperen un momento —ella solo asiente y sale de la habitación—. Si me disculpan, tengo que atender unas visitas inesperadas —me levanto con dificultad del sillón y David trata de ayudarme, pero no sé lo permito.
Termino de levantarme y me arregló un poco, salgo de la sala y voy al recibidor donde la puerta está entreabierta dándome a entender que Nana debe estar afuera.
—No comandante, mi niña está ahí dentro así que no entiendo lo que dice —suena confundida.
—Es que el joven aseguro haber visto como secuestraban a la señorita Carter.
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Fénix "INCENDIO 1" (Borrador En Edición)
Action¿Que pasa cuando algo o mejor dicho alguien destruye tu vida y tú futuro? ¿Que ocurre cuando te destruyen en mil pedazos y te dejan roto para que nunca te puedas reparar? Todos los días pasan cosas horribles a personas que no lo merecen, cosas que l...