Capítulo 10

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Ayer después de que Carla me dejara sola con mis pensamientos logré dormir gracias a los calmantes, no desperté hasta muy tarde en la noche y mi Nana se encontraba dormida en el sofá grande que esta a un lado de la habitación así que decidí no molestarla. Carla después llegó y me dio otros medicamentos vía intravenosa y más calmantes por lo que logré volver a dormir y creo que no he llegado a dormir tanto jamás en mi vida.

Hoy cuando desperté mi Nana no estaba, otra enfermera me dijo que estaba en la cafetería, supongo que desayunando, y a mi me trajeron un desayuno del asco.
Avena con jugo de manzana y tostadas, bueno, lo único que estaba del asco era la avena.

Tocan la puerta por la que dejó de comer y Marc que llegó hace un rato entra después de tocar la puerta.

—Señorita, afuera están sus abuelos —no puedo evitar cerrar los ojos y suspirar, esto va a ser muy interesante.

—Déjalos pasar —el solo asiente y sale de la habitación, un momento después entran mis abuelos.

—Mi pequeña Rocky —el abuelo se acerca a mí y me da un abrazo el cual le devuelvo con mucho gusto.

Mis abuelos, Caroline y Edward Carter, los padres de mi padre, son… Digamos que polos opuestos de la balanza y cuando digo opuestos me refiero a muy, muy diferentes.

Edward es un completo amor de persona, es probablemente el único en mi familia además de Laura que no juzga mis decisiones o mi forma de ser ¿Por qué? No tengo idea, solo se que el siempre esta ahí sin que se lo pida y sin mirarme mal o recriminarme por algo además de ser la única figura paterna y probablemente a la persona que más le tengo respeto y admiración en mi vida, aún así solo nos vemos pocas veces, pero Caroline Carter es una historia completamente diferente.

—Por favor Edward, no la vas a consentir y menos después de lo que hizo ¿Cómo te atreviste a golpear a tu prima? Te mereces estar en esa cama de hospital —y he aquí la razón por la cual detesto a mi abuela.

Un amor ¿Cierto? Pues no.
Caroline Carter es una completa y grandísima bruja.

—Hola Caroline, también es un placer verte, yo estoy perfectamente, gracias por no preguntar —hasta ahora no había dejado de abrazar a mi abuelo así que me separo un poco—. Hola abuelo.

—Hola pequeña Rocky —si, mi abuelo me dice así como una referencia a las películas de Rocky Balboa—. Ali ¿De verdad estás bien? —su cara de preocupación me hace sentir culpable, pero trato de no demostrarlo y solo asiento a lo que el me da un beso en la frente.

—Alissa, dime ahora mismo que se te metió en la cabeza para hacerle eso a tu prima —termino de separarme del abuelo el cual rueda los ojos, yo solo evito reír.

—Mejor tú dime algo Caroline ¿Le preguntaste a Patrick que paso en realidad? Porque si yo te lo digo no lo vas a creer y me vas a seguir recriminando.

—No estoy para sarcasmos, niña insolente.

—Y yo tampoco —le contesto manteniendo mi seriedad.

De verdad no lo estoy, lo que le pregunte fue en serio, si le digo que Kathia fue la me provoco no me va a crear, primero porque no soy su nieta favorita y segundo porque Kathia es tan parecida a ella que es capaz de metérsela por el culo y no le diría nada.

—Yo si le pregunte —el abuelo me da una sonrisa a boca cerrada—, y creeme, lo que hizo Kathia estuvo muy mal, pero tú tampoco actuaste bien.

—Lo se abuelo y no me estoy justificando, pero Kathia se lo merecía, tal vez no hasta ese punto, lo acepto, pero si que lo merecía, no solo jugo conmigo, pudieron haber despedido a David y todo por un mal entendido, además intento humillarme y lo hizo aunque no me importe —tomó un poco de aire para continuar, pero Caroline me interrumpe.

—No seas mentirosa Alissa, tu prima no es así y tú siempre te empeñas en…— estoy dispuesta a dejarla terminar, pero al parecer el abuelo no.

—¡Ya basta Caroline! —su grito nos sobresalta a las dos, el abuelo es bastante calmado y comprensivo, pero cuando se enoja su carácter es hasta peor que el mío y de ahí lo saco mi padre—. ¡Fuera de la habitación! —parece sorprendida, pero no creo que lo esté más que yo.

—¿Pero Ed…?

—Que te vayas Caroline —ella solo baja la cabeza y sale sin decir nada más, cuando cruza la puerta el abuelo suelta un suspiro —.Si no amara a esa mujer… — no termina la oración solo levanta la cara y me dedica una sonrisa.

—Abuelo, ese día de verdad no fue el mejor para mí y lo que ella y sus amigos hicieron fue… —dejo las palabras al aire, pero el termina por mi.

—Un detonante —asiento.

El hecho de que toda mi familia sepa perfectamente de mis crisis no me agrada del todo, de hecho me gustaría que menos personas lo supieran, pero es una de esas cosas que no se pueden evitar.

—Como ya te dije, no me estoy justificando y la verdad es que no siento ni la menor pizca de remordimiento y si, lo volvería a hacer —el abuelo asiente y suelta un suspiro pesado.

No soy una psicópata, pero en mi persona algo como el remordimiento no es común, siento muchas cosas, demasiadas de hecho y eso es lo que evita que me cataloguen como tal. Mi psicóloga y psiquiatra dice que algunas de mis emociones están tan reprimidas que para mí cerebro hay veces que no puede procesar otras como el sentido de la culpabilidad.

También está en mi sentido de justicia que es algo complicado, no creo en la justicia o por lo menos no en el sentido estricto de la palabra, tampoco soy una vengadora, pero me gusta de alguna manera limpiar el mundo de personas que pueden llegar a hacer mucho daño, sobretodo si me estorban.

Todo esto también tiene que ver con mis crisis.

—Lo entiendo… Cambiando de tema ¿Cómo está la empresa de tu padre?
Mi abuelo es dueño de una de las empresas de publicidad más grandes del país, se suponía que mi padre después de graduarse en negocios de la universidad se haría cargo de la empresa cuando mi abuelo se retirará ya que Patrick no estaba estudiando negocios si no educación y pedagogía.

Patrick al ser el hijo mayor de mi abuelo se suponía que ocuparía ese cargo en la empresa, pero esa no era su vocación y termino siendo dueño y dirigiendo su propio instituto, en fin. Mi padre si quería estudiar negocios porque era algo que le apasionaba, pero no quería hacerse cargo de la empresa del abuelo ya que sentía que ese no era su logro, así que sin siquiera graduarse decidió abrir una empresa que hoy en día es una de las multinacionales de tecnología más grandes del mundo.

El abuelo no estaba de acuerdo y no lo apoyo económicamente por lo que mi padre en ese momento tuvo que trabajar muchísimo, en ese entonces era muy joven, pero aún así lo logro, un año después llegue yo y su empresa si tuvo mucho éxito.

Para el momento de su muerte ya era una empresa multimillonaria e importante y yo al tener nueve años no podía encargarme de ella porque era solo una niña, sin embargo la empresa siguió su rumbo y sigue siendo exitosa, eso gracias a el abuelo y a Samira Blake, la vicepresidenta de la empresa desde antes de que mi papá muriera, de hecho eran grandes amigos y ella lo ayudo a formarla, por eso creí justo que siguiera en ese puesto y hasta ahora lo ha hecho excelente.

Si le preguntas a una niña que quiere ser de grande te saldrá con que princesa, modelo, cantante o veterinaria, súper heroína en mi caso y cualquier otra estupidez, pero cuando la realidad te golpea empiezas a ver la vida de manera diferente. Muchos a mi edad no tienen claro que quieren en la vida, pero yo lo sé desde hace años y eso es seguir con el legado de mi padre de una manera y otra.

Desde los catorce años estoy viendo clases particulares de negocios, tecnología y administración de empresas ¿Qué adolescente de catorce años sabe siquiera lo que es la administración de empresas o negocios? Pues yo no lo entendía al principio, pero no me rendí y hasta ahora sigo viendo clases además de que el abuelo me ayuda, todo esto me ha permitido poco a poco ir tomando decisiones sobre la empresa.

Se podría decir que tengo los mismos conocimientos que tiene una persona graduada en negocios, aún así voy a tener que estudiar en la universidad para poder ejercer legalmente, aunque las clases que he tomado me van a ayudar a que el tiempo en ella sea más corto.

—Está muy bien, de hecho el trato con BME se cerró con todas las condiciones que les puse y aceptaron firmar el contrato, Samira me lo notifico ayer —le digo con orgullo.

—¿En serio? —asiento—. ¿Con todo y las condiciones que les pusiste?

—¿Qué esperabas que hiciera abuelo? El precio de las acciones era demasiado elevado para una empresa que está un veinte por ciento debajo del valor actual del mercado, además del estado de los edificios es precario ¿Sabes cuánto nos va a llevar ponerla a funcionar al cien por ciento? Además del dinero que se va a invertir, pero lo vale, de verdad le veo potencial a esa empresa y a la tecnología que desarrollan, además, sus actuales dueños son unos ineptos —le explicó y él queda sorprendido.

—Cada vez me sorprendes más y me recuerdas tanto a tu padre —sonríe, pero es una sonrisa triste y melancólica.

—Podemos por favor no hablar de eso —le apartó la mirada.

—Hija, no lo puedes ignorar por siempre.

—Abuelo, de verdad no han sido unos días muy buenos y lo que menos quiero es recordarlo —ellos siempre vienen a mi mente, pero cuando alguien más me los recuerda me molesta en extremo.

—Está bien, lo entiendo…

Durante la siguiente hora, o tal vez más, el abuelo se encarga de hacerme compañía lo que me sirve como método de distracción.

Le conté sobre lo que me dijo Felipe y me compadeció en lo que respecta al reposo absoluto pues sabe que tiendo a estar en mucho movimiento, cuando me preguntó que había pasado tuve que mentirle con lo que les estaba diciendo a todos pues el menos que nadie debe saber lo que hago.

Aunque me creyó si le pareció raro el hecho de que terminara tan golpeada porque al igual que Patrick sabe que se pelear mejor que cualquiera que el conozca, palabras de él no mías.

Durante ese tiempo me llegó un correo de Samira con el contrato que le pedí ayer y en lo cuan el me ayudó mucho al revisarlo conmigo y hacer las correcciones correspondientes al igual que instruirme en algunas cosas en las cuales estaba desactualizada o equivocada.

—Bueno mi pequeña Rocky, te dejo porque tengo que ir a ver a tu prima —mira un mensaje que le llegó al teléfono.

Supongo que es Caroline.

—Gracias por venir abuelo —besa mi frente y se despide con la mano, pero antes de salir parece recordar algo.

—Te iré a visitar cuando te den el alta, tengo mil cosas que hacer así que no podré volver a venir a la clínica.

—No te preocupes, igual no creo estar aquí mucho tiempo, es probable que me den el alta mañana o pasado.

—Está bien, adiós nieta de mi corazón.

—Hasta luego abuelo —lo veo salir de la habitación y suelto un gran suspiro.

Una media hora después Felipe hace su aparición en la puerta de la habitación.

—Buenos días —entra con una gran sonrisa.

—Hola —respondo con simplicidad y sin nada de ánimos.

—No estás teniendo un buen día por lo que veo —se acerca hasta la camilla y se sienta a un lado.

—¿Podría tenerlo estando aquí? —le pregunto soltando una sonrisa irónica—. No lo tendría aunque estuviera afuera, empiezo a creer que mi mala suerte es eterna.

—Los días malos solo son parte de tu vida, Alissa, no son eternos…

—Pero tampoco cortos y cuando son más que los días buenos, te acostumbras y solo los aprendes sobrellevar.
—Deja de ser tan pesimista, no pareciera que tienes diecisiete años… —y puede que sea cierto lo que me dice, pero aún así lo miro mal—. Mejor me calló.

—De verdad te lo recomiendo.

—Bien, vamos a hacerte otra radiografía y…

—No me digas que me vas a poner más medicamentos, ya me siento como una zombie Felipe —me quejó.

—¿Prefieres retorcerte del dolor?

—Lo soporto bastante bien.

—Ya lo comprobé, he tenido hombres de treinta años con una masa muscular descomunal y cara de malos en la misma situación que tú llorando porque les de calmantes —lo que dice me hace reír a carcajadas—. Por lo menos te saque unas cuantas risas.

—Como no reírme con eso —se une a mi riendo por unos segundos.

—Bueno ya, no debería reírme de las desgracias de mis pacientes —deja de carcajear, pero mantiene la sonrisa—. Vamos a hacerte esos exámenes y luego vas a almorzar —me dice en tono de papá regañón mientras yo me limito a rodar los ojos.

—Felipe, de verdad me quiero ir y si no me das el alta mañana lo voy a hacer igual —le advierto y está vez quien rueda los ojos es el, pero le agrega un resoplido.

—Lo se y si te la voy a dar. Algunos colegas no están de acuerdo, pero yo te estoy atendiendo y no pueden hacer nada.

—¿Y por qué se oponen?

—¿Bromas? Alissa, entraste aquí al borde de un colapso por traumatismos, es un milagro que estés así de bien.

—Hierba mala nunca muere, dicen por ahí —murmuro haciendo una mueca.

—En fin, hablo en serio con lo del reposo —me advierte—, muy en serio.

—Lo se, no soy una niña para que me lo repitas cientos de veces.

—No, no eres una niña, pero sí eres muy terca y te conozco, se que a la menor posibilidad vas a estar moviéndote dé un lado a otro sin ningún control — suspiro con cansancio.

—¿Eso era todo? —asiente y sale de la habitación.

Unos minutos después entran unas enfermeras a llevarme a la sala de radiografía.

Después de los exámenes, más medicamentos y haber almorzado algo que preparo nana para mí, estoy tratando de descansar o bueno, en realidad miro un maratón de una serie a la cual no le encuentro mucho sentido en mi Tablet mientras Nana lee tranquilamente en el sofá que está a un lado del ventanal.

Ambas estamos en nuestro propio mundo hasta que alguien toca la puerta, le dije a Marc más temprano que se fuera, creo que estaba siendo paranoica, así que no debe ser el. Después de un delante de mi parte abren la puerta y puedo ver una cabellera negra seguida de unos profundos ojos verdes y una sonrisa ladina a labios cerrados.

El niño bonito termina de entrar en la habitación y era lo único que faltaba para hacer mi tarde perfecta.

«Que se note mi sarcasmo por favor».
Tan bien que iba mi día. Es como cuando sabes que algo no va terminar bien, pues está visita no va a terminar bien, de eso estoy segura.

Lo único que hago cuando cierra la puerta es dedicarle una mirada carente de expresión y eso hace que su sonrisa flaquee un poco.

No dice nada, solo está ahí parado en medio de la habitación con las manos dentro de sus bolsillos, pero yo tampoco digo nada aunque en mi cabeza solo se puede gestionar una pregunta ¿Qué carajos hace Matt Hardy aquí?

—Yo… Voy a la cafetería mi niña, si necesitas algo llámame al celular —es mi Nana quien rompe el incómodo silencio y sale de la habitación de manera rápida.

Sigo en silencio esperando que hable, después de todo el fue quien vino, algo tendrá que decir aunque dudo que sea de mi interés.

—¿Me puedo sentar? —señala una silla a un lado de la cama, no está tan cerca así que solo asiento.

Se sienta bajo mi atenta mirada y solo cuando ya está acomodado en la silla vuelvo mi atención a la Tablet ignorándolo para ver si así se va, luego de unos 5 minutos en donde solo se escucha el sonido de la serie a la cual estoy tratando de prestarle atención decide hablar.

—Hola bombón —suspiro tratando de llevar calma a mi sistema y es que a muchas chicas les gusta que les digan piropos o apodos cursis y melosos, pero a mí no…

Por otro lado se nota que lo dijo en modo de mal chiste para aligerar el ambiente y eso es lo único que impide que lo mandé a la mierda de una vez, debería, pero en vez de eso me limitó a seguir viendo mi serie.

—¿Cómo estás Alissa?

—¿A qué viniste? —le respondo cortante y sin dejar de prestarle atención a la pantalla.

—A ver cómo estabas… —lo interrumpo sin siquiera mirarlo.

—No, viniste por algo más solo que no encuentras cómo decirlo y estás tratando de entablar una conversación para que el tema fluya más rápido y eso no va a pasar —respondo calmada y desinteresada, pero lo cierto es que quiero que se vaya.

—Es cierto, pero… Podrías prestarme atención o por lo menos mirarme, eso es de mala educación —comenta en un tono que deja expuesto su disgusto por mi actitud aunque de manera calmada.

—Creí que cuando te conocí había sido muy clara y te había dado a entender que me importa tres hectáreas de mierda ser educada contigo —se levanta molesto y se dirige hacia la puerta, pero se detiene antes de tomar la perilla.

—Lo siento —dice bajo y de espaldas, pero lo suficientemente alto como para escucharlo apenas.

Se voltea de manera lenta, yo suelto un suspiro, pongo la serie en pausa y dejó la Tablet en mi regazo.

—¿Por qué te disculpas exactamente? —elevó una ceja.

—Yo… —traga saliva visiblemente y se acerca a la camilla—. Te lo quería decir ayer pero no tuve la a oportunidad…

—Al grano.

—Lo siento por lo que dije hace un par de días en el instituto, siento haber insinuado que eras una zorra, pero sobre todo lamento decir que eres una niña de mamá y papá —dice lentamente y algo me dice que no ha terminado de hablar, pero que lo que va a decir no me va a gustar—. Me enteré de lo que pasó con tus padres, bueno tú Nana me lo dijo, pero no me explico cómo entonces hoy estaba buscando información para una tarea y vi una nota de prensa sobre lo que pasó esa noche con tus padres, sobre sus muertes y…

Imágenes empiezan a reproducirse en mi cabeza mientras habla dejándome en un estado de letargo en el que lo escucho, pero no me siento presente en la habitación ya que mi mente está reproduciendo recuerdos desagradables para mi, mucha sangre, dos cuerpos inertes en el piso y…

Hay una razón por la que no me gusta que hablen de mis padres y mucho menos de sus muertes y eso es porque cada vez que lo hacen esas imágenes se reproducen en mi cabeza como si lo estuviera viviendo, como si lo estuviera viendo frente a mi una y otra vez en un bucle dolorosamente interminable.

Si bien hay veces que lo recuerdo solo porque si, no es lo mismo a que hablen de eso, mi psiquiatra dice que es por el estrés postraumático que trae secuelas y me hace pensar que lo estoy viviendo de nuevo lo que hace que empiece a tener un ataque de pánico o en su defecto y mayormente una reacción agresiva.

—… Alissa, Alissa ¿Estás bien? —al parecer Matt me estaba hablando, pero su voz se escucha lejana mientras miro a un punto fijo en la pared y mi respiración está levemente agitada.

—Largo —digo en un susurro.

—¿Qué? —balbucea confundido mientras trata de acercarse, pero no sé lo permito.

—Largo Matt —vuelvo a decir un poco más alto.

—Pero, Ali…

—¡Qué te largues! —termino por gritar lanzando la Tablet que tenía en mi regazo a la pared.

Bueno, se la iba a lanzar a el, pero la esquivo haciendo que chocará contra la pared por la fuerza con la que la había lanzado. De verdad debo dejar de pagar mi rabia con mis objetos personales, es una molestia estarlos cambiando.
La cara de Matt es de desconcierto total y está por decir algo cuando Hugo entra a la habitación interrumpiéndolo.

—¿Qué…? —lo interrumpo antes de que pregunte.

—¡Tu cállate! —termino por gritarle a el también—. ¡Sal de aquí ahora mismo! —no he dejado de ver a Matt con cara de desprecio.

Se que no tiene la culpa y no sabe que esto me pasa, pero de verdad no estoy de humor… Mi reacción fue un tanto exagerada, pero primero me recordó que me había llamado zorra e hija de papi sin siquiera conocerme y después hizo que me acordará de lo que pasó cuando lo único que quiero es olvidarlo por un rato al menos.

—Ali… —susurra de manera reservada tentando terreno.

—Escúchame bien Matt, hay una razón por la cual nadie habla de eso frente a mi y no es precisamente por consideración así que si aprecias todas las partes de tu cuerpo lárgate de aquí ahora mismo —mi tono es bajo y amenazante.

Puedo observar de reojo como Hugo me mira a mi y luego a Matt hasta que se acerca a el y le susurra algo en el oído haciendo que Matt asienta, Hugo hace mala cara y le vuelve a susurrar haciendo que Matt vuelva a asentir mientras yo solo me limito a mirarlo con rabia.

—Adiós Alissa… Lo siento mucho —me da una última mirada triste y sale de la habitación.

Tengo claro que actuar de esta forma no es correcto, pero es casi instintivo estar a la defensiva y reaccionar de manera agresiva cuando hacen algo que me moleste o me lastime, en este caso Matt Hardy hizo las dos cosas.

Si, soy controladora e impulsiva, pero calculadora al mismo tiempo, es contradictorio lo se, puedo fingir algunas emociones sobre todo la frialdad con tanta facilidad que asusta, pero llega un punto en el que estoy tan recargada que exploto y suelo descargarme peleando en la fábrica o en los trabajos que hago para Viktor, pero ya que no puedo hacerlo soy completamente impredecible en cuanto a mi estado de ánimo o mis emociones.

Tal vez si Matt no me hubiera recordado que me llamo zorra e hijita de Papi no hubiera reaccionado así.

En silencio Hugo recoge la Tablet claramente destrozada del piso y la deja en la mesa al lado de la cama para después acercar la silla donde estaba Matt y sentarse junto a mí.

—Hola —lo miro molesta, pero está tan acostumbrado que no se inmuta.

—Hola —aparto la mirada y la dirijo al ventanal, afuera el cielo está gris, dejando en claro que probablemente va a llover.

—Deberías dejar de romper tus cosas —solo lo miro de reojo mientras coloca su codo en la camilla para luego apoyar su mentón sobre su puño.

—Lo se —no tengo ganas de hablar en lo absoluto, pero con el simplemente no puedo ser lo suficientemente indiferente.

—Pobre chico, el no sabe lo que te pasa Alissa y no lo va a saber si…

—No me importa y no es un pobre chico.

—¿Viste la cara que puso antes de irse? Heriste sus sentimientos… Le gustas —volteo a mirarlo de manera tan brusca que seguro me parezco a la niña del exorcista.

—Me importa un verdadero pepino si herí sus sentimientos y me importa mucho menos si le gusto lo cual no creo porque solo llevamos cuatro días de conocernos y el muy imbécil me llamo zorra hija de papi hace dos —me mira sorprendido cuando me escucha decir lo último.

—¿Y tú qué hiciste?

—Le di una patada en los genitales y un puñetazo.

—Wou…

—No es raro que lo haya hecho.

—No estoy sorprendido de que lo hicieras, de hecho creo que le fue muy bien, estoy sorprendido porque aún después de eso estaba aquí… El chico tiene agallas.

—En fin —ruedo los ojos—. ¿Qué tal va el gimnasio? —me da una última mirada y asiente entendiendo que ya no quiero hablar del tema.

—De hecho va muy bien y te quería hablar sobre algo, hay un promotor de boxeo profesional que me contacto, al parecer vio mi última pelea y está buscando nuevos talentos así que le sugerí que viniera al gimnasio a conocer a algunos chicos —mi cara se ilumina al instante.

Hugo además de estudiar en la universidad es un excelente boxeador profesional, aún así se hace cargo de él gimnasio que a través de los años ha ganado mucho reconocimiento y es uno de los mejores de California en cuanto a entrenamiento en artes marciales mixtas.

Qué un promotor vaya al gimnasio es una excelente noticia y no solo porque le daría aún más reconocimiento sino que también hay muchos chicos muy talentosos que merecen una oportunidad.

—Eso es increíble Hugo.

—Lo se, es una oportunidad muy buena —me quedo viendo su rostro, aún hay rastro de los golpes de hace días aunque son muy escasos.

—¿Si fuiste al hospital? —me mira confundido—. ¿Después de haberte golpeado fuiste al hospital?

—Ah, si… El doctor me dijo que estaba perfecto y me dio unas pomadas y pastillas para el dolor, no fue difícil explicarle los golpes, después de ser boxeador conoces a muchos doctores y el que me atendió es uno de ellos.

—Está bien… La próxima vez no voy a aceptar pelear contigo, por lo menos no estando cerca de una crisis —rueda los ojos y yo le saco la lengua.

—Yo… No te lo quería preguntar y se que no debería, pero… ¿Esto te lo hicieron en uno de tus trabajos?

—Hugo.

—Dime Alissa.

—No —respondo de manera simple.

—¿Entonces como? —solo me quedé mirando y al notar que no quiero hablar insiste—. Por favor.

—Fue un castigo —su cara cambia inmediatamente de preocupación a ira.

Yo pensaba que la bipolar era yo.

—¡¿Cómo mier…?! —su grito se ve interrumpido por la puerta de la habitación abriéndose y dejando ver a un muy apuesto hombre de ojos avellana llamado David Maxwell.

—Buenas tardes —entra con ese porte de empresario joven que lo caracteriza cuando se viste de esa forma.

—Hola David —responde Hugo sin dejar de mirarme—. Y adiós Alissa —toma sus cosas y sale molesto de la habitación sin siquiera esperar mi respuesta.

A Hugo no le gusta lo que hago, y eso que no sabe absolutamente todo lo que hago porque yo prefiero dejarlo así por su seguridad y porque cada vez que hablamos de eso terminamos peleando así que suelto un suspiro cansado tomando mi cabello, ya lo llamaré después.

Cuando suspiro dejando pasar el tema volteo mi cabeza y veo a David muy confundido.

—Hola David —sacude la cabeza y camina rápidamente hacia la camilla abrazándome, le correspondo el abrazo, pero lo apartó rápidamente.

—¿Cómo estás Ali? —me dedica esa sonrisa perfecta que lo caracteriza.

—Como la mismísima mierda Dave —le respondo de manera sería logrando que haga una mueca.

—Lamento no haber venido ayer, lo iba a hacer, pero cuando venía en camino Viktor me llamo.

—No te preocupes, de todas maneras no estaba de humor para las visitas, aunque si las tuve ¿Qué quería Viktor?

—Estaba… Corrección, está muy molesto porque tienes reposo y más con el trabajo que te iba a encargar —no puedo evitar reír con lo que me dice.

—Esto es su culpa, porque no solo mando a Wesley a golpearme, estaba ahí observando y no intervenía porque según el quería ver cuánto soportaba —el rostro de David se contrae de ira.

—Voy a matar a ese hijo de perra.

—No hace falta, ya encontraré la forma de cobrarme lo que me hizo y de verdad espero que a quien Viktor haya mandado a hacer la misión falle, eso le daría una lección —David vuelve a hacer una mueca, pero está vez con diversión.

—Fue a mi Alissa, y tengo que ir con Silver —abro mis ojos de manera exagerada y no puedo evitar soltar una carcajada.

—Lo siento —digo entre risas y tengo que sostenerme el costado para aliviar un poco la molestia y el dolor que me causan las contracciones de mi torso.

—Eres perversa Carter —niega mirandome mal, pero al final termina cediendo ante mi risa acompañándome con carcajadas.

Y es que si Viktor me quería a mi para este trabajo es porque de verdad quiere que se haga de la mejor manera posible, soy uno de sus mejores elementos en la organización y aún así se empeña en querer probarme, pero cada prueba la superó sin importar que sea.

Puedo odiar trabajar para el, pero en cada cosa que hago tengo que ser la mejor y está no es la excepción. Lo sé, es horrible que piense de esa manera, pero así soy, es un propósito que tengo desde que me empecé a entrenar con mi padre y se intensificó cuando entre en la mafia.

Eso sí, no pasó por encima de nadie a menos que esa persona quiera ponémelo difícil.

Si Viktor eligió a David y Silver es porque ellos también son muy buenos en lo que hacen y estoy segura de que podrán lograrlo.

—Lo siento Maxwell, se que si podrás hacerlo. Si hubiera sabido que ibas a ser tu no hubiera dicho eso —completo sin dejar de sonreír—. Después de todo tú me enseñaste varias de las cosas que se, te debo mucho Dave.

Eso es completamente cierto, si no hubiera sido por el no habría podido soportar todo lo que viví hace varios años.

—No, todo eso lo aprendiste por ti sola, lo que eres y lo que sabes es por ti, porque eres fuerte y valiente. Dime ¿Cuántas personas conoces que hayan pasado así sea por la mitad de lo que tú y sigan adelante?

—No soy nada fuerte Dave y mucho menos valiente, pero sobre todo no he salido adelante  —aparto la mirada.

Muchos dirían ¿Cómo que no eres fuerte y valiente? Tú misma acabas de decir que eres una de las mejores de la mafia rusa? Si lo soy, solo que ni David ni yo nos referimos a ese tipo de valentía y fuerza si no más bien a la emocional.

—Si lo eres y más de lo que crees, solo que hasta el más fuerte necesita caer para volver a levantarse… Recuerda que morir es fácil…

—Se necesita valor para vivir… Lo sé Maxwell, lo se —termino por el y le doy una sonrisa triste.

Esas palabras se repiten en mi cabeza desde que las escuché de su boca hace varios años, muchas veces han estado presentes cuando me sentí caer y de alguna forma me impulsan a seguir adelante en algunas ocasiones.

David es de esas pocas personas a las que le he permitido entrar en mi vida desde lo de mis padres, desde ese momento me ha costado mucho relacionarme con otros ¿La razón? Prefiero quedarme completamente sola antes de perder a otra persona importante en mi vida.

—Bien, cambiando de tema —David sabe perfectamente cuando me estoy empezando a hartar de una conversación y eso está pasando junto ahora así que decide cambiarlo—. ¿Cómo te sientes físicamente?  —este hombre es increíble, de verdad no entiendo cómo me conoce tan bien.

—No tan adolorida como ayer, ni tan mareada, solo me siento como una zombie con los calmantes aunque ya les bajaron la intensidad… En cuanto a lo demás me imagino que ya hablaste con Felipe así que me voy a ahorrar contarte de los exámenes y todo eso —suelta una sonrisa asintiendo.

—Si, ya hablé con él y me dijo que te quieres ir de una vez, también me contó que por el estado en el que entraste algunos de sus colegas no están de acuerdo con que te dé el alta, pero que contando con lo rápido que va tu recuperación lo va a hacer en un par de días.

—De verdad me quiero ir de aquí, ya me estoy cansando de estar acostada en esta camilla, es demasiado incomoda —sonríe ante mi mueca y yo tomo una almohada que está a mi lado y se la lanzó—. No te tonto, además, el olor a medicamentos y desinfectantes es repugnante.

—Te compadezco Ali —empieza a reír nuevamente, pero se ve interrumpido por una llamada, mira el nombre y contesta—. Hola Silver… Si… Todavía es muy temprano… Lo sé, cálmate mujer… Está bien, voy para allá… Llegó en media hora —cuelga y me mira poniendo los ojos en blanco—. Dios, es peor que tú cuando se lo propone —ríe y el sonido es tan atrayente que por un par de segundos me quedo viéndolo hipnotizada.

Yo no hago más que soltar una pequeña risita.

—Lo se.

—Lo siento pequeña, me tengo que ir —lo miro de manera asesina.

—No me digas así —la verdad de el no me molesta y de Hugo tampoco, son los únicos chicos a los que les permito decirme así, pero igual me gusta molestarlo—. Está bien, ve que yo voy a ver qué hago —toma la Tablet de la mesita.

—Aquí está tu iPad, puedes… —cuando la abre y ve el estado en el que esta levanta una ceja en modo de pregunta.

—No quiero hablar de eso —el asiente y se acerca a darme un abrazo y un beso en la mejilla, es algo que también solo se lo permito a el y a Hugo.

Pensándolo bien, solo a esos dos les permito estar tan cerca de mi de forma voluntaria y cariñosa. David se queda un poco más de tiempo de lo normal cerca de mi así que volteo el rostro un poco extrañada encontrándome con que me está mirando fijamente, toma mi cara entre sus manos y me acerca lentamente a el lo suficiente para sentir su aliento sobre mi rostro

Nuestras respiraciones empiezan a chocar y justo en ese momento se abre la puerta haciéndonos voltear a ambos con cara de confusión.

—Oh, profesor Maxwell, lo siento, no sabía que estaba aquí yo solo quería ver a mi prima y pensaba que estaba sola ya que no vi al gorila de Marc en la puerta, por cierto ¿Dónde esta? Pensé que te cuidaba aunque no entiendo porque si estamos en una clínica y se que eres muy estricta y precavida en cuanto a tu seguridad prima, pero… Ay ¿Ya hablé demasiado verdad? —toma una respiración profunda mientras David y yo nos miramos y asentimos riendo a carcajadas.

A este punto ya me soltó y luce un tanto incómodo alejándose de mi.

Eso es algo que mi prima hace cada vez que está nerviosa o en una situación incómoda, habla rápido y mucho, tanto que a veces olvida respirar.

—No se preocupe señorita Carter, yo ya me iba y por favor dígame David que no estamos en horario de clases y tampoco es que esté tan viejo —David lleva dos años en el instituto y yo tengo amistad con el desde muchísimo antes.

Ha ido a mi casa muchísimas veces, salimos juntos, trabajamos juntos y aún así nunca había estado en una situación tan personal con mi prima o cualquier otra persona de mi familia excepto por mi Nana.

Supongo que por eso Lau se sorprendió tanto al verlo en la habitación abrazándome y muy cerca, para ella solo es el profesor de historia que está guapo, muy guapo.

—Claro pro… Perón David, pero por favor dime Laura o Lau, no estamos en horario de clases y tampoco soy tan joven —repite de la misma forma que el mientras se sonroja y sonríe de una manera muy tierna—, o bueno si, pero no, pero… Mejor me calló.

—Perfecto, adiós Alissa —camina hacia la puerta—. Hasta mañana Laura —le dedica una sonrisa y sale de la habitación.

Lau se queda mirando a la puerta por unos segundos en silencio hasta que me aclaro la garganta.

—Hola Lau —al fin reacciona y corre hasta donde estoy envolviéndome en un efusivo abrazo—. Laura la costilla, me asfixias —exclamo con dificultad.

—Lo siento —se separa sonriendo apenada—. ¿Cómo te sientes hoy?

—Estoy bien —me mira con un poco de pena y siento que quiere decir algo sobre lo de hace un momento—. Suéltalo ¿Qué me quieres decir?

—Ok… ¿Qué hacia el profesor Maxwell aquí? Perdón, David —lo dice de una manera muy graciosa y haciendo gestos con las manos.

—Solo vino a visitarme —me mira con una expresión que muestra que claramente no me cree.

—¿En serio? ¿Y porqué estaban en una situación tan… Comprometedora? —eso me hace reír, si fuera otra persona que lo dijera me molestaría.

—Lau, somos amigos ¿Tú no te despides así de tus amigos? —lo piensa un momento y al final asiente efusivamente.

—Buen punto, pero aún creo que le gustas —dice de manera distraída.
Yo niego rápidamente.

—No… —quiere hablar, pero la interrumpo, seguramente va a mencionar la escena “comprometedora” de cuando entro—. Ni se te ocurra mencionarlo, mejor cuéntame ¿Cómo has estado tu? ¿Qué tal están las cosas?

—La verdad yo estoy relativamente bien —le hago un espacio para que se siente conmigo en la cama y lo hace de una manera despreocupada mientras me cuenta—. En cuanto a las cosas, pues están un poco extrañas.

—¿Extrañas de que forma?

—Míralo de esta manera… Kathia está en el hospital, despertó completamente ayer y el doctor dijo que está perfectamente a excepción de una contusión y la nariz rota, por cierto prima, ya dijo que se va a hacer cirugía.

—Bueno, entonces le hice un favor, ella quería una razón para operarse y yo se la di —Laura se ríe mientras niega con diversión.

—Bien, todo eso implica que mamá está muy al pendiente de ella, más que de costumbre —está vez hace una mueca triste y no puedo evitar abrazarla.

Se muy bien porque está así, desde siempre Gabriela le ha prestado más atención a Kathia que a ella lo que hace que mi prima se sienta desplazada, en cuanto a Patrick, digamos que no es un mal padre, pero le presta más atención a su trabajo que a lo que pasa bajo sus propias narices en su casa y con sus hijas.

Laura muchas veces se siente sola y la verdad la entiendo a la perfección porque yo también me siento así aunque nuestras situaciones sean diferentes.

Laura y Kathia son dos personas completamente diferentes en todos los sentidos y aunque solo se llevan un año de diferencia las preferencias que hay en la familia son extremadamente notorias, aunque eso es sólo de parte de mi tía y mi abuela.

A Patrick parece simplemente no importarle y el abuelo nos trata bien a las tres, pero se lleva mejor con Laura y conmigo que con Kathia.

Y esa es toda mi familia… Unos tíos a los cuales parezco no importarle, una abuela que de verdad me odia y no se empeña en ocultarlo, un abuelo que a pesar de no verlo es maravilloso, una prima odiosa y otra que es como la hermana que nunca tuve.
A la familia de mi madre no la conocí y ni siquiera sé si existe, cuando le preguntaba de pequeña me decía que su única familia éramos papá y yo, sinceramente no le insistía y hasta ahora el tema no me ha dado curiosidad. Solo se que ella era rusa y que conoció a papá en uno de sus viajes, se enamoró, ahí nací yo y luego decidió mudarse para Estados Unidos ya que mi padre tenía su empresa recién fundada aquí, ah si, y que el nombre de mi abuela era Yelena y eso solo lo sé porque llevo su nombre.

Nunca tuvieron más hijos y no se porque, recuerdo que si se los llegue a pedir, pero no pasó, aún así siempre fui la luz de sus ojos y si de algo estoy segura es que me amaron y protegieron hasta el último segundo de sus vidas.

Cuando me pongo a pensarlo demasiado en cuanto a mis ganas de tener un hermano o hermana me voy por dos caminos diferentes, el primero es que tal vez no me sentiría tan sola como lo hago y el otro es que fue mejor que pasara así ya que no le deseo lo que viví a nadie y si hubiera tenido un hermano o hermana hubiera sufrido tanto como yo.

—Ali ¿Estás bien? —volteo a ver la cara de preocupación de Laura y me doy cuenta de que una pequeña lágrima rueda por mi mejilla.

La limpio rápidamente y le sonrió.
—¿Me decías? —asiente no muy convencida y sigue hablando.

—El instituto está raro.

—¿Te han vuelto a molestar?

—Oh no, al parecer con la ausencia de Kathia los idiotas no tienen ánimos de meterse conmigo, ya sabes, no se mueven si la reina no lo ordena —lo dice con fastidio, pero suelta una risita y yo la acompaño.

—¿Y por eso está raro?

—En parte… Es que todo está relativamente tranquilo sin Kathia y sin ti en el instituto —levanto una ceja con desconcierto—. Vamos ¿No me vas a decir que no sabes que tu eres uno de los principales problemas en el instituto? Creo que hasta papá está más relajado —está vez si me río a carcajadas.

Esto de verdad me da mucha risa porque es que puede ser cierto, muchos chismes y dramas en el instituto son protagonizados por mi, sobre todo peleas o discusiones bien sea con alumnos o maestros y en cuanto a Kathia pues… Ella es la que mueve las cuerdas de los títeres a los que llaman populares por decirlo así.

Hay veces en las que siento que vivo dos vidas completamente diferentes, una donde soy una adolescente problemática que odia a la abeja reina del instituto y trata de graduarse sin inconvenientes, es decir, todo un cliché, y otra donde soy una asesina de la mafia rusa.

Si, Tengo dos vidas y no sé cuál de las dos odio más.

—Está bien, acepto que soy un puto dolor de cabeza y eso ya lo sé, pero de ahí a ser la responsable de todo lo que pasa en el instituto es darme mucho crédito.

—Puede ser, pero… —la puerta se abre lentamente interrumpiendo a Laura.
Me pongo a la defensiva hasta que veo como una pequeña niña de piel pálida se asoma por esta.

La miro con desconfianza hasta que la analizo completamente, tiene una pañoleta cubriendo su cabecita, grandes ojeras alrededor de sus enormes ojos cafés y labios levemente morados y agrietados que sobresalen con su piel, Lleva consigo una bata de hospital con dibujitos infantiles y un pequeño conejo de peluche en su brazo, no debe tener más de 4 años y es muy obvio que no está bien de salud.

Laura y yo compartimos una mirada mientras la pequeña nos observa de manera curiosa y tranquila.

—Hola hermosa —le doy la sonrisa más dulce que puedo, al ver que Laura no dice nada, la codeó de manera disimulada hasta que reacciona.

—Hola —dice Lau en un pequeño murmullo apenas audible.

La niña levanta su mano libre y nos saluda a ambas.

—¿Estás perdida? —me atrevo a preguntar y ella asiente levemente—. Tranquila, puedes pasar —le toma unos segundos, pero lo hace y cierra la puerta.

Llega hasta la camilla y nos mira de manera dudosa.

—¿Quieres subir? —ella asiente y Laura la sube a la camilla dejándola en un espacio entre ambas.

Por lo menos la cama es lo suficientemente grande para que entremos las tres, de manera un poco justa claro.

Miro a la niña de forma curiosa mientras ella hace lo mismo, es sencillamente hermosa y se nota que ha pasado por mucho, demasiado para su corta edad y lo noto en sus ojos, grandes y hermosos ojos café, me hacen sentir extraña, sobretodo con la forma en que me mira, es algo que nunca sentí antes y no se que es, pareciera que está indagando en lo profundo de mi alma y eso asusta.

—¿Cuál es tu nombre linda? —pregunto después de un momento de silencio, pero no dice nada así que me voy por otro camino—. Qué lindo es tu conejo ¿Tiene nombre? —asiente efusivamente—. ¿Cuál es? —no la quiero presionar, solo quiero que hable un poco.

—Pom Pom —dice en una voz un poco aguda, pero casi inentendible por la aspereza de la misma.

—Que lindo nombre ¿Acaso Pom Pom y tú quieren un poco de agua? —vuelve a asentir de manera efusiva y Laura que parece haber quedado muda corre a la mesita y busca un poco de agua para dársela a la pequeña.

—Gracias —dice amablemente regresándole el vaso a Laura después de hidratarse.

—No hay de que —le responde simplemente.

—Bien, ella es Laura —la señaló—, y yo soy Ali —me señaló a mi.

—Ali —repite curiosa y sonríe de una manera muy peculiar.

Asiento devolviéndole la sonrisa.

—¿Tú cómo te llamas linda? —se lo piensa unos segundos como si se debatiera entre confiar o no.

—Nia.

—Nía, tienes un muy bonito nombre —sus mejillas toman un leve rosado sobre la piel pálida.

—¿Cuántos años tienes Nía? —le pregunta Laura sonriéndole y la niña levanta su mano libre mostrando tres de sus 3 deditos—. Ya estás grande… —piensa un momento—. Oye Nía, ¿Quieres tener una tarde de chicas con nosotras? —tanto Nía como yo la miramos confundidas, pero por razones diferentes—. Si, vamos a tener una tarde de chicas —afirma y empieza a revisar su bolso buscando cosas.

—¿Qué haces Lau? —la veo sacar un poco de maquillaje y unos barnices de uñas de su cartera.

—Vamos a darle a Nia su primera tarde de chicas… Nos vamos a maquillar, a hacernos manicura, pedicura y después veremos una película —Lau me mira y la niña que parecía confundida sonríe al escuchar la palabra película.

—¿Te gusta la idea Nía? —asiente con una sonrisa enorme—. Bien, tarde de chicas entonces —Laura aplaude dando saltitos y Nia la imita—. Lau ¿Ves ese bolso de allá? —señaló hacia una esquina donde está una silla y encima mi bolso—, en el hay un kit de maquillaje y otras cosas, tráelas por favor —asiente y va a buscarlo—. Vas a quedar como una princesa, aunque ya eres una —le guiñó un ojo y se vuelve a sonrojar sonriendo.
Entiendo lo que mi prima intenta hacer.
Laura regresa con el maquillaje y nos ponemos manos a la obra, yo maquillo a Nia mientras ella pintas sus uñas de un rosa pastel muy bonito y casi translúcido, todo acordé a su corta edad.

Solo le aplicó un poco de base para que no se vea tan pálida y para tapar sus ojeras, una sombrita de ojos brillante, un poco de rubor rosa tenue y me faltan los labios.
—Bien Nia, aquí ahí varios colores —le muestro los colores de labiales más sencillos que tengo—. Elige uno —ella se lo piensa y termina eligiendo un labial rosa casi transparente—. Tienes buen gusto Nia ¿Te digo algo? —ella asiente—. Es mi favorito —se lo aplicó con mucho cuidado.

—Listo —Laura hace un ademán de perfección para recalcar su trabajo—. Guau Nia, quedaste bellísima —y tiene razón.

La niña por si sola es hermosísima, pero su enfermedad que aún no se cual es exactamente, pero lo sospecho, la hace verse demacrada y ahora cambio completamente. Creo que yo también debería usar maquillaje aunque milagrosamente no me quedaron muchas marcas de los golpes solo una herida en el labio, una más pequeña en la ceja, otra en la nariz y el ojo izquierdo ligeramente morado.

Aún así me veo horrible con estos días en el hospital.

—¿Quieres verte?

—Si —habla suave y le pasó un espejo de mano que tenía en la mesa.

La niña se mira y sus ojos se iluminan mientras Laura y yo la acompañamos con una sonrisa.

—Eres muy bonita Nia —me mira.

—¿Bonita? —asiento sin dejar de sonreír—. Tu eres bonita —me señala y Laura hace un sonido de ternura.

—Son tan hermosas las dos —miro a Laura y cuando menos me lo espero Nia está sobre mi envolviéndome con sus pequeños bracitos en un abrazo el cual le correspondo al instante.

Fénix "INCENDIO 1" (Borrador En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora