capítulo 9 › Proceloso

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Proceloso: Aquello que es borrascoso, tormentoso o agitado.
Daniel

Harie estaba caminando de aqui para allá hablando sobre algo a lo que no le estoy prestando atención. Sentía curiosidad, estoy nervioso, las palmas de mis manos sudan y las limpio a cada rato en la camisa. He tomado mis pastillas pero no es secreto que yo tenia la de exagerar demasiado las cosas y preocuparme por ellas a tal nivel que puedo ser hostigante, es algo que siempre está en mi y no puedo evitar, por eso preferia en ocasiones hacerle oídos sordos a los problemas antes de tener que pasarme así hasta que no tenga noticias.

Melissa me había comentado que no podíamos vernos en la noche porque iba a la fiesta que la habían invitado, había conseguido hasta la dirección del lugar cuando, después de follar, salió a la cocina a buscar algo de comer y yo me quedé con su teléfono viendo videos en YouTube.

Es tan estresante que quería coger mi cabeza y aplastarla contra la pared. Luego pisar mis cerebros hasta volverlos mierda.

—¿Daniel?

Me levanté a buscar agua que me serví en el primer vaso que tuve a la vista. Harie seguía parloteando sobre algo respecto a su trabajo.

—Es por dos semanas.

—Okey —en realidad no había podido prestarle mucha atención a lo que me estaba diciendo.

—¡Daniel Domínguez Hernández!

—¿Qué, mujer, qué?

—¿Qué te pasa? Me la he pasado hablando y tu ni caso me has echo —suspiró y me quitó la jarra de agua y luego el vaso, a pesar de que todavía no había terminado de tomar agua. Se sirvió allí, sin botar los restos de mi agua—. ¿Te sientes mal? Dime si sientes que te va a dar una crisis. Puedo llamar a Jin o al menos estar preparada.

—Estoy bien, Harie. ¿Por qué dijiste que te ibas de viaje?

Se recostó a la isla. Rió y por un momento me sentí como los viejos tiempos.

—Por mi trabajo. No quería irme e intenté que fuera Alicia por mí —hizo una mueca—, pero vamos a negociar con dos empresas, firmar contratos y ampliar el negocio, por lo que el jefe acordó que teníamos que ir las dos con él.

Harie es la secretaria de uno de los presidentes más importantes de las empresas de Madrid, no es extraño verla en varios periódicos o noticias ya que casi siempre era quien junto con la otra secretaria, iban a los viajes y las noticias volaban casi como un ave en el aire. Viajaba constantemente, puede que ese haya sido uno de los factores por los que nos fuimos alejando un poco.

Llevaba trabajando en la empresa el mismo tiempo que teníamos de casados.

—Haz lo que quieras —me encogí de hombros, rellené la jarra de agua y la volví a dejar en el refrigerador.

—¿Estás bien? ¿Desde cuándo eres tan seco?

—Es que no se que más decirte. Ya estoy acostumbrado a que te vayas de viaje. No es una novedad.

—Daniel —se acercó a mí. Puso sus manos en mi pecho y frunció sus labios—. ¿Cuando vuelva podemos ir a casa de mis padres? —se inclinó a darme un beso en los labios que no rechacé. Era mi esposa.

—Claro. Si tienes tiempo.

Me volvió a besar y al cabo de un rato me separé, alegue que tenia que ir a la habitación a trabajar. Ella se quedó en la sala viendo algún canal en el televisor.

¿En que momento todo se ha salido de control? Siento que no tengo el control de mi mismo.

Los solteros y el reprimido

Sol de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora