capítulo 19 › Henko

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Henko: Un cambio en el que no hay posibilidad de retorno al estado inicial.
Harie

Creo que todos somos instantes que una vez llegamos a convertirnos en aquello que odiamos. En nosotros queda si luchamos por salir de ello o nos encerramos en la oscuridad en la que nos sumergimos en nuestro día a día... Yo elegí la segunda opción para mí hace años y no es que no quisiera salir del agujero en el que me encuentro, es solo que ya no siento que tenga un punto de retorno ni estar segura de poder hacerlo. He caído tan profundo que la soga de la que puedo sostenerme y salir del hoyo no alcanza a donde estoy.

—Cada día la factura aumenta y tu no traes un puto peso a esta casa —mamá me tiró los papeles encima, tragué el nudo en mi garganta y me obligué a mirarla—. ¿Qué tanto miras, mocosa? Haz algo y paga la factura de este mes.

—No tengo que pagarte la factura. Te pago todos los meses la renta del apartamento, no tengo tanto dinero. También tengo mis propios gastos.

—Vives en una casa de lujos y casada con un imbécil que al final del día no supo heredar la empresa de su familia. Un bueno para nada. ¿Qué me importa que no tengas dinero? ¿Qué quieres que haga yo? ¿Ponerme a pedir limosna por la calle? Eso es cosa de vagabundos y yo no lo soy.

—No hables así de mi esposo, es mejor persona que todos en esta jodida casa y lo mejor que hizo fue no heredar esa puta empresa. Trabaja, todavía tienes edad para trabajar, no todo te lo puedo dar.

—¡Te he dado la vida y así me pagas! —mi estómago se encogió al recordar que esas palabras me dijo Daniel anoche. Me siento una mierda por todo lo que le estoy haciendo pasar, el no merece nada.

—¡Te he dado todo lo que tienes, he hecho que no tengas que preocuparte por una maldita cosa en tu vida y sigues queriendo más y más y ya estoy harta de tu jodido trato de mierda! ¡No soy un muñeco al que manipulas!

Su mano impactó en mi cara.

—¡A mi respetas, me importan una verga tus problemas!

—¡Vete a la mierda! —le grité y tomando mi bolso salí de la casa, dando un portazo.

Siempre es lo mismo, Harie lo paga todo, lo da todo, para al final ser tratada como lo que es, una mierda. Daniel fue y es la única persona que me trata como lo que soy, me enseñó que si existe el amor y que en algún momento podemos bajar nuestras barreras, mostrar debilidades y contar problemas. Nunca supo mis problemas familiares, actualmente me avergüenza como son mis padres conmigo a pesar de que trato de darles todo.

Limpié mis lágrimas con mi manos, no quiero parecer una loca en la calle llorando. ¿Cómo debe estar Daniel? Lo dejé solo anoche, no quise empeorar las cosas, solo le pasé un mensaje a Jin para que fuera a supervisarlo.

Siempre envidie la amistad que tienen ambos, luego, con el pasar del tiempo pensé que cuando llegarán a adultos se irian alejando como suele pasar, pero ambos parecen más unidos cada día y me parece perfecto, Jin Portelles sabe más de Daniel de lo que puedo saber yo que llevo quince años a su lado.

—¿Tienes lo mío? —pregunté al chico que me esperaba en el callejón vacío. Estaba oscuro y tuve cuidado de no caer.

—¿La plata? —saqué el dinero de mi bolso pero antes de entregárselo hice que me diera el sobre—. Fiel como siempre.

—Piérdete —le dije con desagrado.

Guardé el sobre y salí de allí. Fui a mi trabajo y terminé agotada resolviendo los papeles y yendo de aquí para allá en reuniones y explicando tesis que me correspondían. Al final del día estaba desesperada, ansiosa, temblorosa y toda sudada. Recogí mis cosas y me fui a toda prisa de allí.

Sol de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora