capítulo 22 › Chou

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Chou: Adorable, precioso, lindo.
Adam

Tomé de la estanteria el libro que me llamó la atención. Leí la sinopsis y siendo que atrapó completamente mi curiosidad lo tomé. Pasé por toda la librería y terminé comprando tres libros más. Quizás por esto estudié literatura, porque amo las letras, los libros, el mundo. Pagué a la dependienta los libros que adquirí. Ya la dependienta me conoce de todas las ocasiones en las que he venido.

—Corazón de piedra. Es hermoso.

—¿Ya lo leyó? —pregunté con curiosidad.

—Sí. Te va a encantar.

Satisfecho con la crítica guardé los libros que compré en la mochila que llevaba conmigo y salí de la librería. Pasé por un puesto donde compré una coca cola para calmar un poco la sed y me quedé en el banco donde se suponía que debo esperar a Marcos. Saqué el teléfono para notificar la hora, es verdad que está asustado y por eso mismo me gustaría que se abra y viera que la realidad no es tan mala y el primer paso para lograrlo es aceptarse a sí mismo como un ser humano y no como una abominación. Lo comprendo porque conmigo sucedió lo mismo y así como me ayudaron yo también quiero ayudar. El mundo es un lugar oscuro, lleno de maldad y malos sentimientos donde si no sabes protegerte saldrás herido más emocionalmente que físicamente y esas heridas emocionales son las que más duelen porque son aquellas que quedan incrustadas en el alma y aunque sanen siempre quedara la cicatriz junto a un recuerdo dañino.

Contesté mensajes pendientes y después de diez minutos Marcos apareció en mi campo de visión, se sentó a mi lado y bajó la cabeza.

—¿Para que me citas aquí? —fue lo primero que preguntó. Quise abrazarlo por verlo tan indefenso. Es tan diferente la personalidad que le mostraba a todos a la que me mostraba a mí. Como si me dejara ver dentro suyo. Podía deberse a que sabe que soy igual que él, que no lo voy a juzgar, que sabe que lo comprendo.

—Sígueme —caminé sabiendo que estaba detrás de mí siguiendo mis pasos. Tomamos el metro y nos bajamos en nuestra parada.

—En serio, ¿qué haces? —insistió, un poco confundido.

Pensaba darle un tour por Chueca. El barrio de Madrid. He estado aquí muy pocas veces, en ocasiones cerca de Gran Vía, debido a que tengo primos que viven por allí. Habían banderas LGTBI casi por todas partes tal y como las recordaba desde mis anteriores visitas. Era padrísimo tener un barrio así. Eran calles iguales al resto de Madrid, lo único que la hacía diferente eran tener banderas y logos en todos lados.

—No quiero que te sientas presionado con todo lo que está ocurriendo actualmente y lo que vamos a hacer ahora —comencé—. Como te conté el otro día no tiene nada de malo tus gustos y, pensando abiertamente en ello, llegué a la conclusión de que podria traerte a una asociación abiertamente LGTBI y vieras cosas como éstas. Es importante conocer lo que se hace fuera y dentro de nuestro círculo social, y creo que tú te encierras mucho en tu burbuja.

—Gracias.

—Estamos en Chueca —le dije—. Esto solo es una parte pequeña, hace un tiempo fue importante pero se ha ido ampliando muchísimo más. Te sorprenderá todo lo que vamos a ver y aprenderás en poco tiempo. Trataré de que la pases bien.

—Comprendo.

Echamos a andar los dos. Primero fuimos a una librería bastante cerca del metro. Le expliqué que era la primera librería LGTBI de España y de América Latina en general, llamada Berkana, fue abierta en 1993. El local es bastante estrecho pero repleto de libros. Muchos ya los he leído en redes o en físico, habían colecciones mangas BL y los típicos libros. Guardé unos cuantos y me quedé hablando con la dependienta mientras pagaba hasta que un ruido hizo que mirara en dirección a Marcos. Estaba rodeado de libros, había tumbado una parte del estante y sin contenerme reí bajo la asesina mirada de la dependienta que de seguro tiene que organizar todo. Ayudamos un poco bajo las suplicas de disculpa de Marcos y nuevamente retomamos el camino.

Sol de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora