Augenblick: Término alemán que significa "en un abrir y cerrar de ojos".
MelissaFebrero nos recibió más cálidos que enero, la nieve derretida y apenas los rayos del sol asomándose por el horizonte. Marcos y yo tratamos de no estar mucho en casa de nuestros abuelos, todavía era un poco incómodo al menos para mí y nuestros abuelos nos hacen rezar por todo. Creo que hasta para entrar a la ducha y bañarse hay que rezar. La universidad comenzó a hacer presión desde ya con los exámenes del segundo semestre, tesis y tareas evaluativas a entregar así como las clases prácticas que cada vez se hacen más frecuentes. Debería ir a hospitales pero no lo hacía por el simple hecho de que mis ganas estaban en cero y todo lo que sucedia en el día a día me atormentaba y trataba de evitar hablar tanto con los demás.
Mi vida social se resume a Marcos, Eva, Jin y Adam. Tuve que volver al SPA y en una de las reuniones con mi tía en su oficina queriendo saber que pasó que estaba viviendo en casa de los abuelos me dí cuenta de que tenía las grabaciones de las cámaras de seguridad. Temí por mi vida y recordé las palabras de Daniel. Nunca supe cuando hubieron instalado las cámaras de seguridad.
—Estaban preguntando por tí en el salón seis —mentí y cuando me pasó de recto cerré la puerta de su oficina con llave y revisé todas las grabaciones hasta borrar la mía y de Daniel. Viendola desde el punto de espectadora... Hubiese sido una porno exitosa.
—Ya no entiendo nada —me dijo mi hermano esa noche mientras intentaba estudiar.
—¿Por qué? —masajee sus hombros tratando de eliminar un poco su estrés.
—No puedo concentrarme, no entiendo lo que hay que hacer, el profesor sustituto de Daniel es un hijo de puta que ni siquiera sabe explicar bien los ejercicios o no sé si soy yo que mi cabeza se ha bloqueado.
Marcos y yo compartimos algunos rasgos en común como son el pelo negro y los ojos azules como los de papá.
—Dejame ver —yo tampoco entendí mucho, terminamos pidiendole ayuda a Jin y Adam, eran profesores y deben saber más del tema que nosotros. Era extraño tener que compartir la habitación con mi hermano al estar acostumbrada desde siempre a tener mi propia habitación pero ya me acostumbre a ese hecho y tampoco me molestaba. En ocasiones despertaba y tenia mi cara enterrada en la axila de Marcos o contrario a eso mi pie estaba encajado en su cadera, eran pequeños detalles que te hacían feliz, como las peleas de almohadas o los cuentos que nos hacemos antes de dormir, pequeños detalles que te hacen olvidar el mundo.
Mamá comenzó a trabajar en doble empleo, mi padre la retiró de la fortuna de la familia junto con Marcos, solo estaba yo y la presión y la culpa por haberme quedado así me perseguían. Intentó reunirse conmigo y la salida salió horrible, esperaba que al menos preguntase como estaban mi hermano y mi madre pero tal parece que no le importara.
—Ten —me extendió un sobre—. La mesada.
—¿Y la de Marcos? —siempre nos daban a los dos.
—No es mi hijo.
—Te dije antes de irme que éramos los dos o ninguno —deslicé el papel hasta dejarlo frente a él—. No necesito tu dinero.
—Tan testaruda como tu madre —rodó los ojos.
—Por suerte no tan imbécil e ignorante como tú. Al menos mi madre si tiene valores y me los inculcó.
—Soy tu padre, no me faltes el respeto —impuso.
—No pensaste en que dejaste de serlo cuando no aceptaste a Marcos por lo que es. Y la verdad es que te vas a ahogar en todo tu dinero siendo infeliz y espero que te sigan criticando para ver que vas a hacer ahora con tu supuesta familia perfecta que ya no tienes.
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Sol de Invierno
Teen FictionAunque todo esté perdido siempre habrá aquel rayito de luz que nos ilumine para saber tomar el camino correcto. ‹‹ Jamás te llamaría mi vida, tú eres mucho más que este desastre. ››