Saudade: Palabra de origen portugués que se refiere al sentimiento de melancolía y nostalgia cuando se extraña.
MelissaEn las misas nunca presto atención, siempre me aburro y solo hago como si estuviera haciendo todo lo que los cristianos a mi alrededor hacen. Tampoco quiero hacer molestar a mamá y por eso me comporto lo mejor que puedo aunque en varias ocasiones he llegado a recibir un golpe por bostezar mientras el padre da su discurso que me importa una verga. Esta vez fue diferente. Sé que no soy creyente como mi madre y odio hacer estas cosas, pero pedí porque todo saliera bien en la vida de Daniel y de Marcos. No vino debido a un resfriado que pescó hace unos días. No sale de su habitación apenas para comer, papá le prohibió la salida al enterarse de que sus supuestas salidas con un amigo pueden ser algo más y cuando intenté hablar con él, Alexander me hizo de lado como si no importara.
Mamá parece estar de acuerdo y hacer todo lo que mi padre ordena, como si le tuviera miedo o quizás solo está de acuerdo con sus decisiones, deciros que me siento decepcionada de mi padre y mi madre es poco. Deseé en ese momento poder romperle la cabeza a los dos aunque no fuese un acto muy sano considerando también que son mis padres, las personas que me trajeron junto a mi hermano al mundo.
Extrañé a Caleb, era la única persona que se me acercaba en las misas. Hicimos un ritual para que la mamá de Caleb encontrara la paz en el cielo y posteriormente fuimos a la salida donde había una bandeja con comida. No toqué un bocado. Mamá tampoco lo hizo y agradecí cuando me busco para irnos después de hablar unos diez minutos con el padre en busca de su bendición para el hogar.
—Iremos a casa ya —sentenció.
—¿Cuándo van a dejar salir a mi hermano?
—No lo sé. No te metas en problemas que no te corresponden, Melissa. Mantente al margen de las situaciones.
—No, es que ustedes no lo entienden. ¿Sabes que es Marcos? Es tu hijo, el que diste a luz después de mí, el que tuviste nueve meses en tu vientre, ser como es no lo hace una mala persona ni un desconocido, mucho menos está enfermo, es un ser humano que comenzaba a aceptarse y están haciéndole una mierda con lo bueno que es y siempre ha sido.
—¿Te dije que no te metas, no? Sé lo que hago.
—No lo haces y espero que si ese al que tanto le alabas en las misas existe te de un castigo por toda la mierda que le estás haciendo pasar. ¿Y quieres que te diga la verdad? No te estás comportando como una madre, estás siendo imbécil, y espero que no te arrepientas de nada porque todo acto trae su consecuencia y terminaras alejando a las únicas dos personas que están dispuestas a arriesgar su vida por ti porque si apartas a Marcos de tu vida lo harás conmigo también. No pienses que me voy a quedar a lamerte los zapatos. Ni a tí ni al idiota que se hace llamar mi padre.
Mi hermano siguió sin salir los días consecutivos apenas para comer, ir a la universidad e ir alguna que otra vez a mi habitación, me contaba algunas cosas que le ocurrían y de vez en cuando terminaba desahogandose conmigo.
—Tanto huir para que mi peor miedo se hiciese realidad —me comentó una vez.
Daniel sigue dedicando todo su tiempo a su esposa y raramente nos veíamos o hablábamos. Jin me comentaba todo lo que no podía llegar a enterarme y siendo sincera la situación me hartaba, pero sigo intentando comprender al hombre que amo aunque esté al punto de que no sé que excusas buscar para seguir justificándolo.
—Lo siento de verás, pero sabes que no puedo en estos momentos.
Suspiré en la llamada. Estaba bien, necesita su tiempo, no va a cambiar nada, volverá a mí—. Esta bien. No importa. Podemos ir otro día —hablé bajito con miedo a su respuesta.
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Sol de Invierno
Teen FictionAunque todo esté perdido siempre habrá aquel rayito de luz que nos ilumine para saber tomar el camino correcto. ‹‹ Jamás te llamaría mi vida, tú eres mucho más que este desastre. ››