capítulo 14 › Mullistus

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Mullistus: Palabra de origen finlandés para referirse a un cambio profundo y total que irrumpe de forma violenta.
Melissa

Lo poco que quedaba de la semana se me había ido en un chasquido de dedos. Aprobé el segundo exame, papá estuvo feliz, me felicitó junto con un regaño de "no puede volver a ocurrir, eres inteligente y sé que eres más que esto". Si, lo soy, pero el no puede verlo, solo puede ver las críticas de otros, como si solo eso fuera lo importante y no como nos sentimos nosotros. Cada día presiona con un tema diferente y me agoto mentalmente.

Tomé mi teléfono. Tenía dos mensajes de hace una hora. Mamá había aprobado con una excesiva felicidad que saliera con Caleb. Era aburrido, pero por primera vez no tenía que mentirle a mi madre sobre a donde iba y con quién.

Daniel:
¿Podemos vernos más
tarde?

Daniel:
Los chicos y yo tenemos
planeados una salida y
queremos que nos
acompañes. Más yo :)

Tecleé rápido una respuesta.

Yo:
¿Hora?

Espere a que respondiera. El "escribiendo..." apareció y mordí mi uña ansiosa. Tomé la cartera que estaba encima de la cama.

Daniel:
4:00PM

Estaba bien, mi salida de amigos con Caleb no iba a durar tanto, le inventaria una excusa a mi mamá, Marcos me ayudaría, no había de que preocuparse cuando lo tuviera todo calculado.

Yo:
¡Vale! Estaré lista.
¿Dónde vamos?

Daniel:
No seas curiosa,
corazón de melocotón.
Nos vemos en unas
horas.

Releí varias veces el "corazón de melocotón". Es la primera persona que me ponía un apodo o me decía de forma cariñosa. Mi hermano rara vez lo hace y yo nunca le llamaba de una forma cariñosa precisamente. Tomé el abrigo. La temporada de invierno ya había llegado y pronto seria la primera nevada.

Caleb me había citado en el centro comercial. No entendí su motivo pero tampoco dije que no. Lo ví en una de las máquinas de juegos que habían por fuera de las tiendas. Me acerqué en el mismo instante que comenzó un baile por haber ganado. Justo estaba por echar otra moneda dentro para volver a activar el juego cuando le llamé.

—Hola, Caleb.

—¡Hola! Justo estaba por comenzar a jugar de nuevo —siguió con la moneda en la mano—. ¿Cómo estás? ¿Mucho frío?

—Lo normal —froté mis manos y las guardé en el bolsillo de mi abrigo—. ¿Por qué me citaste en un centro comercial?

—Hay una razón —entró la moneda en el juego de nuevo—. Mañana es el cumpleaños de mi hermana mayor. No sé que regalarle, tampoco sé a donde ir contigo, entonces pensé que como eres mujer me podrías ayudar a elegir un regalo. ¡Solo un juego más!

Observé en lo que fueron veinte minutos como estuvo luchando contra su enemigo hasta que la palabra "game over" aparecieron cuando murió. Miró mal la pantalla.

—Estaba tan feliz por mi racha ganadora. Juro que volveré aquí y lo derrotaré. Lo anotaré en mis metas a cumplir en este dos mil veintidós.

—¿Podemos salir ya?

Me contó como era su hermana y lo ayudé a buscar un regalo. Yo no era una experta en el tema, soy mujer pero no todas tenemos el mismo gusto. Terminó comprándole un par de tacones altos, según Caleb su hermana ama los zapatos y dice que es la parte fundamental del atuendo.

Vagamos por otras tiendas. Fuimos a otra de zapatos y ví unos iguales a los que Jin alegaba que quería cuando lo ví por primera vez. Terminé comprándolo. Charlamos y compramos un helado para cada uno. Entramos en otra de las tiendas de artesanía. Nada de lo que había me llamaba la atención, contrario a mí, Caleb miraba todo y preguntaba el precio como si fuese a comprarlo.

Sol de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora