Capítulo 31. Desastre.

26 5 1
                                    

Nos quedamos inmóviles por un instante mientras alguien continuaba tocando a la puerta.

Lo primero que se nos vino a la mente fue tratar de ocultarlo lo más rápido posible.

Comenzamos a caminar de puntillas en dirección a mi habitación mientras trataba de encontrar algún sitio donde Jimin pudiera esconderse.

Las separaciones de mi armario eran demasiado pequeñas por lo que no había manera de que él pudiese acomodarse ahí, así que simplemente le dije en voz baja que no se moviera y rápidamente cerré la puerta de la habitación mientras me dirigía a la entrada.

Justo antes de poder abrir, traté de calmarme un poco, y entonces pregunté:

-¿Quién es? -con bastantes nervios ya que no había citado a nadie más que a Jimin.

-Soy yo. -respondió irónicamente. Fue una respuesta tan corta que ni siquiera alcancé a escuchar bien su voz.

-No abriré hasta que me diga su nombre. -respondí insegura mientras sujetaba la manija.

En ese momento pude escuchar unas pequeñas carcajadas detrás de la puerta, acompañado de "Soy Do-Yeon, ¿qué es lo que te pasa?".

Sentí como mi sangre se volvió fría.
¿Do-Yeon de nuevo?, ¿¡por qué!?
¿De todos los momentos posibles tenía que elegir este?
Y, de todas las personas posibles, ¿tenía que ser él?

No tenía ninguna intención de abrir la puerta con gusto, pero en ese momento me veía obligada a hacerlo.

Coloqué la pequeña cadena de seguridad y procedí a abrir la puerta unos cuantos centímetros.

-Hey, hola, ¿qué haces aquí? -le pregunté un poco nerviosa.

-¿Te dejo sola unas horas y ya te volviste completamente loca? -me preguntó mientras se reía.
-Vine a verte porque te llamé algunas veces y me mandabas directo al buzón, entonces supuse que tu celular se había apagado, pero cuando llegué a mi casa me encontré con tu cargador en la sala, así que vine a traértelo.

Saqué el celular de la bolsa de mi chamarra y, efectivamente, estaba apagado...

-Oh... es cierto, muchas gracias. -tuve que responder. -Y obviamente sabía que eras tú, solo estaba bromeando.

-Entonces, ¿por qué pusiste el seguro? -me respondió con una expresión de confusión mientras podía sentir como me juzgaba.

No se me ocurrió absolutamente nada qué responder, así que simplemente intenté reírme un poco para disimularlo y después procedí a abrir la puerta.

-Creo que lo del seguro lo hice sin pensar, pero estoy bien, en serio. -insistí para que se quedara de pie frente a la puerta.

-¿Me quieres ver la cara? Estoy casi seguro de que otra vez estás paranoica, tal como el primer día que te quedaste a dormir en mi casa. -respondió. -Así que no te preocupes, he venido a salvarte de nuevo. -dijo, mientras me sacaba la vuelta y entraba deliberadamente hasta la sala.

-¿Qué estás diciendo? Creo que el paranoico ahora eres tú. -respondí rápidamente tratando de hacer que se callara y no siguiera mencionando todo lo que sucedió cuando me encontraba durmiendo en su casa. -Me encuentro perfectamente, así que no tienes de qué preocuparte.

-¿Comiste ramen de nuevo? -comentó mientras olía repetidas veces el ambiente de la habitación. -Te puede hacer daño, ya desayunamos eso en la mañana.

Quería que me tragara la tierra, o mejor dicho, quería que se lo tragara a él. De repente se había vuelto la persona más platicadora del mundo, cuando generalmente ni siquiera mencionaba más de 5 palabras a la vez.

Si tú esperas por mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora