UNO1

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Para algunos esto sería lo más aburrido y soso de la vida, la mayor parte de la gente cree en solo dar un paso y ya. Pero no es así, antes de dar un paso tienes que tantear para saber si el suelo es bueno para pisar, antes de comprar una prenda te la mides y haces muchas preguntas hasta que te convences de qué sí la quieres y de eso se trata. Preguntar.

Ahora sí, hagamos una introducción mejor y menos aburrida.

Hola, chiquillas  y chiquillos que se han atrevido a leer esto, sean bienvenidos cada uno de ustedes, las condiciones climáticas son las mejores pero las expectativas emocionales son una mierda así que si crees que verás buenos actos vete olvidando de eso.

A pesar de que era el día menos bonito para mí supongo que todo debió comenzar en ese lugar con olor a café caliente las doce horas abierto, sigo sin creyendo que fue un poco antes pero haré un intento.

El sol entra por la ventana grande del local, hay poca gente haciendo un buen momento, la verdad, este día fue muy raro, el reloj marcaba las seis de la tarde y el sol aparenta ser el de mediodía, las hojas de los árboles sonaban ligeramente acompañadas de una vieja radio extranjera con un señor hablando, no sabía si era un señor o un muchacho, su voz sonaba joven pero a la vez veterana.

Mi celular sonó logrando asustarme por completo y llamar la atención de todos adentro. Joder. Mi madre llamaba, apagué el móvil, lo que menos quería era hablar con ella y escuchar su sermón. No sé cuánto tiempo pasó hasta que alguien tocó mi hombro.

—¿Qué quieres?— dije desganada.

—Saber si pagarás, ya tienes bastante tiempo aquí no puedo dejarte más— la voz de un señor arruinó todo.

—Un rato más por favor— supliqué levantando mi cara del hueco de mis brazos sobre la mesa. El señor moreno con un gorro en la cabeza suspiró cansado, volvió a llenar la taza de café que apenas y había bebido.

Mi cara de estupefacción lo dijo todo, abrí la boca en una gran O pues no logro procesar bien lo que acaba de pasar, tartamudeo.

—... ¿Qué?

—Con la condición de que te bebas por completo el café.

Lo vi mal, no podía hacerme eso.

—Te pago el tiempo ocupado por mí, pero no hagas esto— señalé la taza a un costado de la mesa redonda.

Él negó.

—No tienes el dinero suficiente para andarlo ofreciendo, y te vendría bien guardarlo así que bebe del café. Mientras más rápido mejor.

Sonrió para luego irse, seguía sin creerlo y bufé, enojada, estresada y rendida. Ya no podía con más, regresé a mi posición anterior sobre la mesa, pensando en lo que me sucedía,  mañana tengo un exámen y ni siquiera he leído las notas de mis cuadernos y los textos de mis libros, pasaba por una gran crisis existencial en la que sólo necesitaba más tiempo en este lugar, mis pensamientos no llegan a ningún lado, pienso  en un problema y resultó pensando en otro, es como si mis cables se cruzaran para hacer más difícil el día.

Como bien había dicho Felipe, no tenía el dinero suficiente y es lo que más cansada me tiene, costear cosas de la universidad, pagar el transporte, alimentación y cosas así que solo son el comienzo de una larga lista, pero eso no es todo, tener que conseguir un trabajo acuerdo a mi horario lo que es más imposible de conseguir, mi horario es complicado y ningún trabajo de buena comodidad se acopla a él, y mi madre presionando para que pueda acceder a mí, es lo peor.

Estaba en un limbo de sentimientos no gratos que jamás había experimentado, mi cuerpo estresado decía ya no más, mi espíritu flojo comenzaba a soltar la toalla y mi cerebro y corazón oprimen mis esperanzas de vivir, la mejor solución que encontraba era salir huyendo de aquí e irme a vivir a Turquía, pero no fui criada con ese destino, he atravesado peores cosas y puedo con ellas pero la sensación de mi pecho, ese dolorcito en la garganta y mis ánimos por el suelo no ayudan en nada, sé que debo mantener la calma y el control. Sin embargo, es muy difícil a estas alturas de la vida...

El Arte De ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora