CATORCE14

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Aprieto los párpados, aunque tengo los ojos cerrados sé que hay luz donde sea que me encuentre. Ya me duelen los ojos y la frente me palpita muy fuerte, sin hablar del dolor de cabeza que tengo, el calor a mi alrededor me hace enojar un poco. No recuerdo nada de lo que hice, solo recuerdo que bebí, por la linda migraña en mi cabeza.

"Te lo dije."

Ahora no es momento de regaños sino de ayuda mutua. Llevo una mano a mi frente adolorida y no sé si es el calor o yo tengo fiebre, de repente algo vibra por mi brazo, el sonido de mi teléfono suena desesperado, tanteo donde me encuentro. Un suave colchón, abro los ojos de golpe encontrando un techo blanco adornado por unas figurillas color negro que jamás he visto.

Mi celular vuelve a sonar fuerte, busco algo que pueda indicarme donde estoy y es una mala idea. El perfil de Dalí sentado en la cama recostado en el cabezal de la cama con el móvil en las manos. Se ve relajado y sin pena. Su mirada llega a mí y me brinda una sonrisa ligera.

Quiero responderle pero mi celular llama otra vez. El nombre de mi padre aparece en grande, me levanto de golpe, mi corazón se acelera tanto que debo tomar una bocanada de aire para poder calmarme un poco.

—Buenos días papá— murmuro con voz rasposa. Mi garganta arde y reclama agua, mucha agua.

—¡Nada de buenos días!— gritó furioso —¿Se puede saber en dónde te has metido? Desde ayer por la tarde te he llamado y no contestas el celular.

Cierro los ojos con pesar, el dolor me taladra la cabeza y mi corazón acelera más sus latidos, mi frente azota con fuerza y no quiero escuchar los reclamos de él.

—Papá no te enfades...

Pero valió los buenos modales, él ya los ha perdido conmigo.

—Cállate, aparte de que no respondes las llamadas no vienes a clases, necesito una buena excusa para creerte.

—¿Qué? ¿Qué hora es?— susurro aterrada por la respuesta.

—La una de la tarde. Ni siquiera has enviado un aviso para tu ausencia, sin mencionar que me han llamado para reportarte. He querido hablar contigo por la información que nos han dado los profesores de tus buenas notas y tú solo te escapas. ¿Sabes a quién estás dándole referencias?

—Yo... lo siento...

—Tuve que hablar con tu madre...

"Aquí van a llover puñetazos."

—¿Qué hiciste qué..?— no podía creerlo.

—Ya me escuchaste, ella también te ha contactado y no le respondes. Quisiera saber que es eso importante para no responder las malditas llamadas.

—Papá yo no...

—Pero eso no es todo, la señorita se ha mudado y no ha dicho nada. Leah, te compramos el apartamento para que no tuvieras que gastar en alquiler y tú solo te sales. Hace un año ibas bien y ahora te has vuelto una irresponsable.

Oh no, todo menos eso.

—¡Joder!— grito a todo pulmón —Para, cállate, quiero decirte muchas cosas pero mejor...

Sin culminar la oración lanzo el móvil contra la pared más cercana que tengo, el crash es tan intenso que ya no me sorprende. Estoy tan acostumbrada a ese sonido y mi celular a esos golpes que sigue con vida como si fuera nuevo. Mis manos empiezan a temblar y la aceleración de mi corazón aumenta cuatro décimas más. Mi enojo es tanto por lo que acaba de pasar que salgo de golpe de la cama con la energía suficiente para destruir todo lo que quiero. Pero no hay nada que pueda destruir, o sí pero me detengo a mí misma en el intento que es algo más difícil.

El Arte De ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora